CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

Los medios de comunicación y la cuestión de la inseguridad

Una investigadora del CONICET analiza los cambios producidos en el modo de construir las noticias policiales por parte de los medios de comunicación en las últimas décadas.


Mercedes Calzado, investigadora asistente del CONICET en el Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, ha estudiado cómo se fue modificando la construcción de la noticia policial en la Argentina en los medios de comunicación en las últimas décadas y cuáles son los motivos que subyacieron a estas transformaciones. Recientemente, ha publicado Inseguros, un libro en el que analiza este fenómeno así como sus consecuencias políticas.

De acuerdo a Calzado, hacia fines de la década del ‘90 del siglo pasado en nuestro país se produjeron alteraciones tanto en la estadística que computa los delitos urbanos como en el mapa de los medios de comunicación audiovisual, las cuales se entroncaron en el surgimiento de un nuevo modo de narrar las noticias policiales.

“A fines de la década del ‘90, por un lado, crecen las denuncias de delitos y, por otro, se ponen en marcha los canales de noticias de 24 horas. Estos dos fenómenos dieron lugar a otro tipo de noticia policial. Ya no era un caso que, periodísticamente, se iba armando poco a poco desde los medios gráficos o audiovisuales. Es un tipo de construcción comunicativa en el cual lo que se busca es generar contendido permanentemente. En este sentido, la nota policial tiene la ventaja de ser barata y a la vez causar impacto. La generación de una mayor preocupación por la percepción social de inseguridad debida al aumento de la estadísticas vinculadas al delito urbano se produce a la par de la aparición de estas grandes cadenas que requieren la construcción permanente de contenido, modificando el modo de contar los casos policiales”, explica.

De acuerdo a la investigadora, esta nueva forma de encarar las noticias policiales, centrada en la cuestión securitaria, junto con la ampliación de la brecha social, vino de la mano con la instalación progresiva de un estereotipo discriminatorio respecto de quienes podían ser los delincuentes “Se empieza a producir un estereotipo del delincuente asociado a un joven pobre, varón que persiste hasta el día de hoy”, explica la investigadora.

Pero a partir de comienzos de los años 2000 y del caso Blumberg en particular, sobre las transformaciones producidas a fines de los años ’90 se montarían nuevas modificaciones que colocarían a las víctimas en el foco de la noticia policial, desplazando del mismo a los victimarios. “Los protagonistas de las notas de inseguridad comienzan a ser las victimas. El caso Blumberg es el exponente más claro de esta modificación en la construcción de la noticia. Se trata del caso policial más rutilante de las últimas décadas en la Argentina, que llevó a realizar numerosos cambios en el código penal y en el código procesal penal y, a pesar de eso, no tiene victimarios ilustres. Casi nadie recuerda los nombres de quien organizó la banda y de quien asesinó a Axel Blumberg”, ejemplifica la investigadora.

En las transformaciones semánticas en el discurso mediático respecto de los casos de violencia urbana –como los asaltos, los secuestros o los homicidios- Calzado cree descubrir pretensiones performativas. “A partir de esa victima –convertida en la protagonista de la noticia- y de la empatía que desde las audiencias se puede generar con ella es desde donde se reconstruye un perfil de un victimario pasible de intervención desde la legislación, desde la norma”, explica Calzado.

“En los 2000, los medios de comunicación comienzan a tener un lugar preponderante en la convocatoria a manifestaciones masivas de reclamo de modificaciones del código penal. Por eso, en estos años con mucha más fuerza empieza estar claro el discurso punitivista de los medios como un modo de resolver lo que se percibe como el problema de la inseguridad”, continua la investigadora.

De acuerdo a su consideración, el público al que este discurso mediático buscaría interpelar sería heterogéneo. “El nosotros que se construye desde los medios de comunicación apela, en principio, a una audiencia amplia. Se trataría de un nosotros que puede ser victima de un hecho como el narrado en cualquier momento y en cualquier lugar, a pesar de que los tipos de víctima escogidos tienen, en general, un fuerte componente de clase. Axel Blumberg, por ejemplo, era un muchacho de clase media alta que había ido a un colegio privado y a una universidad privada y tenía un tipo de vida cotidiana propia de determinados sectores sociales; pero pese a ese perfil, la audiencia a la que se apeló en términos emotivos fue más amplia”, explica.

Los medios permitirían, a través de esta nueva forma de abordar los delitos violentos y de reclamar el accionar punitivo del Estado, universalizar hechos trágicos particulares y transformar a las víctimas o a los familiares de las víctimas en agentes de la arena pública capaces de articular reclamos en nombre de la sociedad. “Es a través de los medios de comunicación como esa víctimas individual, esa persona que sufrió un hecho trágico, puede ubicarlo en una cadena de hechos que van más allá del su dolor personal, y convertirlo en una tragedia social”, razona Calzado.

El corrimiento de los victimarios del centro de la escena y su disolución, en tanto sujetos individuales, en estereotipos prefijados también borraría la situación del castigo, contribuyendo a reforzar la sensación de un Estado inerme frente al accionar de los delincuentes. “Al constituirse la víctima como el protagonista central, el castigo y el delincuente como el sujeto que lo recibe tienden a invisibilizarse por no decir a desaparecer. Si hay una sensación de impunidad permanente, de un estado que no aparece en la clave que según estos discursos debería aparecer, que es una clave punitivista, lo que se borra es el lugar donde efectivamente se está produciendo el castigo, la cárcel”, sintetiza Calzado.

Pese a su diagnóstico crítico sobre el discurso hegemónico en los medios de comunicación en torno la cuestión de la inseguridad en las últimas décadas, Calzado aclara que esto no implica que no haya espacio para matices ni para apostar a la modificación de la situación actual. “Más allá del discurso hoy hegemónico, los medios de comunicación están llenos de matices y atravesados por disputas permanentes tanto entre líneas editoriales como entre diversas individuales. Si bien los medios constituyen un lugar privilegiado para construir discursos de miedo, también un espacio sobre el que es necesario intervenir para deconsturir esas mismas discursividades”, concluye.

Por Miguel Faigón