DÍA DE LA MÚSICA

La escena indie de La Plata: el rock alternativo que trascendió su propio género

Una experta del CONICET analiza el recorrido de un estilo que ha tenido profundo anclaje en la ciudad de las diagonales.


El origen de la celebración es muy remoto: hay que situarse en Roma en el año 230, cuando una joven llamada Cecilia cantó alabanzas a Dios mientras era torturada por motivos religiosos. Finalmente asesinada un 22 de noviembre, muchísimo tiempo después –en 1594– el papa Gregorio XIII la nombró patrona de todos los músicos y la fecha de su muerte quedó instaurada como el Día de la Música. Tan amplios son los homenajes que se realizan alrededor del mundo como melodías y ritmos existen, que no son sólo eso sino también lenguajes, identidades y universos de identificación.

Habitar la música es la denominación que utiliza Ornela Boix, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS, CONICET-UNLP), en referencia al llamado rock indie, un concepto nacido en el Reino Unido y Estados Unidos en la década del ’80 que comenzó como una definición de los modos de producir utilizados por las discográficas pequeñas e independientes y terminó abarcando también a las bandas que trabajaban con esos sellos y al género que interpretaban. Tal anclaje alcanzó este concepto en La Plata, que la especialista lo tomó como su campo de estudio desde la sociología, sin saber aún que descubriría todo un modo de ser más allá de las características técnicas y estilísticas que lo representan.

“Mi trabajo sobre el indie comenzó con mi tesis de licenciatura, entre 2009 y 2011. Era un momento de apogeo de muchas bandas que se identificaban de este modo y la escena local empezaba ampliarse, con ´Él mató a un policía motorizado’ como la más icónica. Me interesaba observar esos rasgos sonoros y estéticos que las hacían singulares o diferentes”, relata Boix. Pero la investigación de campo la llevó mucho más allá del sentido musicológico que define a un género para mostrarle que la esencia pasaba más bien por una organización que instituía a los grupos, los grababa, producía y distribuía: los sellos.

“Si bien se los conoce también como discográficas, yo prefiero hablar de sellos musicales porque involucran muchas otras actividades además de editar discos”, expresa la investigadora. Y fue así que su foco de investigación pasó de ser las bandas que conforman el indie platense a los sellos como un modo de entender y vivir la música, un fenómeno que a su vez también experimentó un recorrido propio de crecimiento, pasando de ser en un principio solamente cuatro los conformados en La Plata para llegar a más de diez al cabo de unos pocos años.

Indie es una palabra que se ha redefinido varias veces. Su origen en esta ciudad se remonta a comienzos de 2000 como algo mucho más restringido de lo que implica en la actualidad: se refería a un tipo de rock influenciado por las bandas alternativas norteamericanas, con un estilo muy college o universitario. La estética incluso era más homogénea: un poco vintage y, en cierto sentido, naif. También remitía al amateurismo. Hoy sigue teniendo algo de eso pero indudablemente hubo una profesionalización y se han sumado otros sonidos, especialmente el pop más electrónico”, añade Boix.

En este contexto –aduce la especialista– continuar usando el término indie puede ser cuestionado, teniendo en cuenta que incluso hay artistas de la escena que no lo reivindican, aunque asegura que es “sociológicamente productivo sostenerlo”. ¿El motivo? “Es que se trata de palabra aparecida en Buenos Aires a fines de los ‘90 y que hasta hoy sigue vigente, lo cual habla del reconocimiento que alcanzó. En todo este lapso hubo muchas escenas identificadas bajo este concepto que, aún con diferencias marcadas entre sí, mantienen rasgos en común producto de un cruce históricamente muy específico entre generaciones, tecnologías, modos de gestión, retóricas y estéticas disponibles”, argumenta Boix.

El habitar lo indie del que habla la especialista remite a otra idea muy utilizada en la sociología de la música a partir de los estudios del sociólogo argentino Pablo Vila: el del uso. Mientas que el autor se refería al empleo que un actor social hacía de una música específica, en particular el que hacían del rock nacional los jóvenes para identificarse y poder reunirse en tiempos de dictadura militar, Boix sugiere un concepto de uso aggiornado, como el que elaboraron sus colegas del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES, UNSAM) Guadalupe Gallo y el investigador del CONICET Pablo Semán.

“El indie lo grafica muy bien: cualquiera que se acerca lo hace por una apuesta productiva en una escena con fronteras diluidas entre la escritura, la fotografía, el dibujo, las artes visuales, y la producción y gestión de todo eso”, explica, y continúa: “Tiene que ver con la manera en que se comparte y se distribuye esa música, y con cómo y en qué lugares se habita”. Un ejemplo concreto de esta idea de trascender lo musical puede ilustrarse con el caso de un sello oriundo de Villa Elisa que Boix estudió muy de cerca y que se erigía como un espacio cultural donde se organizaban recitales gratuitos acompañados de muestras o proyecciones, y un buffet con comida casera y económica. Al mismo tiempo, también se hacían zapadas íntimas e incluso servía de habitación para amigos que en algún momento no pudieran afrontar el alquiler de una vivienda.

 

La crisis de Cromañón

La tragedia de Cromañón, nombre con que se conoce al incendio que dejó 194 muertos durante un recital en una discoteca porteña en diciembre de 2004, significó un antes y un después para los músicos argentinos. “Muchos autores argumentan, y yo coincido, en que este episodio fue una posibilidad, trágica obviamente, para el indie. La explicación es que el llamado rock barrial o chabón, que en ese momento estaba en el centro del rock nacional aunque ya mostraba señales de agotamiento, se vio obligado a reinventarse, y esa situación le dio lugar al indie para ocupar espacios y hacer valer su propuesta”.

Por ejemplo –continúa– la clausura de boliches, que afectó mucho sobre todo a grupos en CABA que tuvieron que buscar nuevos espacios donde brindar recitales, como casas o centros culturales. “Las bandas indie ya hacían eso de tocar de manera artesanal o desconectados. Y otra cuestión que salió a la luz fue la necesidad de que los músicos se comprometieran con los lugares, el sonido, la seguridad y las condiciones generales de sus recitales. Antes, la mayoría de los rockeros se desentendían de casi todo, pero Cromañón obligó a tomar las riendas y convertirse en gestores de su propia obra, algo que el indie hizo toda la vida”, dice para concluir.

Por Mercedes Benialgo

Sobre investigación:

Ornela Boix. Investigadora adjunta. IdIHCS