Ciencias Sociales y Humanidades
La difícil tarea de elegir el camino
Un investigador del CONICET estudia cómo el sistema de valores influye en la elección vocacional.
¿Estudiar o trabajar?, ¿carreras tradicionales o carreras nuevas?, ¿tradición familiar o vocación? Estas son algunas de las preguntas más típicas que se hacen miles de jóvenes todos los años y que inciden en su futuro. En un mundo de continuos cambios en el que la toma de decisiones parece cada vez más difícil, la orientación vocacional es una útil herramienta a la hora de elegir un camino.
José Eduardo Moreno, investigador independiente del CONICET en el Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental “Dr. Horacio J. A. Rimoldi” (CIIPME – CONICET) junto a otros investigadores del Centro, publicó recientemente el libro Claves para la evaluación y orientación vocacional. Valores, proyecto de vida y motivaciones, donde se abordan conceptos teóricos y herramientas para que los orientadores puedan facilitar y apoyar a los jóvenes en la elección vocacional, promoviendo su libertad y realización personal.
“Antiguamente uno entraba a un banco como cadete y llegaba a gerente por la formación recibida en el lugar de trabajo. Hoy en día para tener posibilidades de ascenso en una entidad bancaria es conveniente incorporarse cuando ya uno es contador, y mejor aun cuando ya se tiene un master. Estos cambios han modificado la orientación vocacional, proceso que antes se daba al final de la primaria pero que se va prolongando y dentro de poco va a extenderse hasta de la mitad de la vida. La orientación vocacional desarrolló determinadas escalas de preferencias ocupacionales y tests de aptitudes y competencias, pero no se trabajó demasiado en la relación existente entre los valores y las preferencias vocacionales. Las técnicas que presentamos en este libro apuntan a ese lugar intermedio de valores relacionados con las motivaciones personales”, explica el investigador.
¿Cuál es la tradición de la orientación vocacional en Argentina?
En la década del ’50 estaba centrada en el pasaje de la primaria a la secundaria y el problema era si uno elegía bachillerato o perito mercantil o técnico industrial o ir a trabajar. Si uno se equivocaba había poca posibilidad de retomar otro camino. Si elegías un camino era difícil cambiar de elección, era como empezar de nuevo. Hoy día esos pasajes son mucho más flexibles y son posibles los cambios de estudios sin tantas demoras o dificultades.
¿Cuál es el mejor momento para incorporar la orientación vocacional?
Las investigaciones nos dicen que a la orientación hay que tratar de insertarla en la currícula desde la primaria. Por supuesto que las opciones que hay en el pasaje de primaria a secundaria no son tan definitivas pero ya hay que dar una orientación y en la secundaria también. El problema contemporáneo es que hay demasiada información porque hay muchas carreras, antes la gama de elección de las carreras era muy pequeña, la primera guía del estudiante de la Universidad de Buenos Aires tenía 20 hojas.
En una época se enfatizaba el brindar información acerca de los contenidos de la carrera, de las asignaturas a estudiar, porque se pensaba que eran muy importantes pero esto no es del todo cierto.
¿Por qué?
Saber algo de las asignaturas es importante quizá para que la persona tolere alguna que no le gusta, pero no es el quid de la elección vocacional. Hoy en día hay que centrarse más en el desempeño del rol profesional y ocupacional porque inclusive en una misma profesión hay exigencias y desempeños muy diversos. Es importante, además de tener cierta información de la carrera, tomar contacto con profesionales. El problema es que al haber tantos desempeños se vuelve más difícil, antes alguno tenía un amigo médico o pariente abogado, al haber tantas carreras es un poco más difícil pero durante el secundario, en la medida que la persona se vaya definiendo, puede acercarse a los lugares de desempeño profesional.
¿Cómo influye el sistema de valores de una persona en la elección vocacional?
Hay carreras como las de salud o trabajo social donde la motivación altruista tiene que estar, lo que pasa es que no todas las personas relacionan un valor con su carrera. Uno puede valorar mucho lo estético o lo deportivo pero no considera que estas actividades puedan ser su medio de vida. La elección vocacional es donde se insertan el valor y el trabajo. Si elige medicina tiene la obligación de ser médico en todo momento más allá del consultorio y hay muchos que los toman como una misión, como un modo de vida, por ejemplo los ‘Médicos Sin Fronteras’. El tema de la relación de un valor con un trabajo es muy importante, hay carreras que lo exigen más y otras en las que no hace tanta falta el altruismo para el compromiso profesional. Hoy en día un problema importante en la inserción laboral que a nosotros nos preocupa es la falta de habilidades sociales, sobre todo en los sectores más bajos.
¿A qué se refiere con habilidad social?
Actualmente existen algunos programas de capacitación para jóvenes que hacen más énfasis en adquirir conocimientos de computación o inglés, pero el problema no es tanto la capacitación para el desempeño del cargo, porque muchas veces la misma empresa la ofrece, la dificultad es para integrarse en el trabajo grupal, tolerar el horario de trabajo, relacionarse y comunicarse bien con los otros. Creo que es muy importante empezar a trabajar esto en la escuela secundaria.
¿Qué pasa con la gente que cambia todo el tiempo de carrera?
Siempre hay un porcentaje de jóvenes que tiene conflictos en la elección vocacional y en general no está relacionada con la falta de información, sino a trastornos psicológicos que inciden o que hacen postergar la elección. Por ejemplo si un adolescente tiene un problema familiar la elección vocacional pasa a un segundo término o está un poco supeditada a eso y requiera quizá algún apoyo clínico o administrar tests más focalizados que lo ayuden a elegir. Respecto de la orientación vocacional como predictora del éxito académico y profesional hay que tener un poco de cuidado, hay gente que está muy definida desde chico en una profesión y luego en el desempeño de la carrera y el profesional quizá no es del todo bueno. Y otros que aparentan tener un conflicto vocacional, que no se definen pero son personas que tienen mucha motivación de logro, quieren ‘ser alguien’, ser el primero, el mejor, tienen éxito en la carrera y en el desempeño profesional por esa fuerte motivación.
¿Cuáles son las motivaciones que más se repiten entre los jóvenes para elegir una carrera?
Uno podría pensar que las motivaciones más fuertes son el éxito, el prestigio, el reconocimiento social o las aspiraciones económicas. Estas son motivaciones que están presentes pero últimamente se le da mucha importancia a la posibilidad de satisfacción en la tarea, realización en el trabajo, búsqueda de un buen clima y ascenso laboral. Hoy en día, incluso en la inserción laboral mucha gente, sobre todo joven, abandona un empleo bien rentado por estos temas de clima de trabajo y por las posibilidades de realización personal. Por ejemplo, si requiere muchas horas y no les permite hacer otras actividades, lo dejan.
Además, uno pensaría que en los últimos años la gente joven es menos dependiente de la familia o no sigue tanto los mandatos familiares. Quizá no se da tan autoritariamente como en otras épocas pero la influencia sigue siendo muy grande e inclusive es admitida por los propios adolescentes.
José Eduardo Moreno es licenciado en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, doctor de la Universidad del Salvador e investigador independiente del CONICET en el Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental “Dr. Horacio J. A. Rimoldi” (CIIPME – CONICET), del cual es además vicedirector. Es Profesor de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Pontificia Universidad Católica Argentina.
Por Cecilia Leone.