CICLO DE ENTREVISTAS CONICET

La ciencia en el alma

Roberto Juan José Williams, quien recibió el 15 de agosto la distinción Investigador de la Nación, explica cómo nació la iniciativa de crear uno de los institutos pioneros en materiales avanzados de la región y sus claves para llegar a ser un buen investigador


¿Cómo surge la propuesta de organizar el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA)?
Partió de un interés en nuclear lo poco que se estaba haciendo en Mar del Plata sobre ese tema. No había nada parecido en los institutos de CONICET en el país, así que era como un nicho, una oportunidad enorme.

¿En qué ramas de la ciencia se focalizaron?
El INTEMA se desarrolló con grupos orientados a diversos tipos de materiales. Mis líneas de investigación estuvieron vinculadas a los polímeros y sus aplicaciones en materiales plásticos. En ese momento, hace más de 35 años, había muy poca gente haciendo investigaciones relacionadas con la industria del plástico, que es muy importante.

¿Con qué tipo de materiales comenzaron a experimentar?
En un principio con resinas fenólicas, que tienen diversas aplicaciones. Son las baquelitas, que se usan desde utensilios de cocina, arenas aglomeradas para fundiciones, materiales compuestos de uso diverso y adhesivos. Son uno de los  primeros polímeros sintéticos, se usan industrialmente desde hace más de 110 años, y aún hoy en día tienen múltiples aplicaciones. Al poco tiempo extendimos nuestros trabajos a diversos tipos de polímeros avanzados incluyendo materiales híbridos orgánico-inorgánicos.

¿Cómo adaptaron estos trabajos a las necesidades actuales de la industria?
En mi grupo estamos trabajando ahora con nanomateriales. Son polímeros nanoestructurados, es decir que tienen una morfología particular muy pequeña, a nivel de los nanómetros, y eso le da propiedades de mucho interés para aplicaciones tecnológicas. Entre las características de interés se destacan la memoria de forma y las propiedades ópticas, eléctricas o catalíticas.

¿Qué es la memoria de forma y que tipo de aplicaciones tiene?
Significa que cuando se calienta el material a una temperatura determinada se le puede aplicar una fuerza y deformarlo en una forma requerida, como por ejemplo estirarlo. Al enfriarlo bajo la aplicación de la fuerza mantiene la nueva forma y al volver a calentarlo vuelve a su forma original en ausencia de fuerzas aplicadas, o es capaz de ejercer una fuerza cuando se encuentra restringido para recuperar su forma original. Esto tiene aplicaciones en el área de medicina, como por ejemplo en la fabricación de hilos para suturas. Cuando este material entra en contacto con el cuerpo, que está casi a 37ºC, se contrae y cierra bien la herida. También estamos comenzando a trabajar con materiales que se autorreparan.

¿Qué tipo de experiencias deja hacer ciencia en el exterior?
Si pudiera, recomendaría a todos los investigadores en formación que pasen por esa etapa. Es esencial porque corta el cordón umbilical con lo que uno cree que es la investigación y ayuda a encontrar otras cosas, otra forma de organizarse, de pensar, otros temas de estudio.

¿Qué características cree que son fundamentales para ser investigador?
Básicamente, que uno lo lleve en el alma. Que le guste, que no lo tome como un trabajo donde se entra a las 9 y se sale a las 17. Creo que esa es la característica esencial que distingue a alguien que le gusta algo y lo lleva adentro del que toma la investigación como un empleo.

A veces, cuando las investigaciones no dan los resultados esperados, ¿siente que se frustra?
Si algo da mal, en realidad abre otra puerta. Hay que seguir la puerta que se abrió, no ser obstinado. Si uno creía que la investigación iba por el lado A y después va todo por el lado B, hay que ver qué pasa por ese otro camino. A veces un resultado malo es a futuro muy bueno, porque abre perspectivas impensadas.

A lo largo de su carrera, ¿qué cree que se modificó el ámbito científico argentino?
El cambio es notable en todos los aspectos: cambió la percepción de la investigación científica en la sociedad, la velocidad con la que se obtienen resultados, la velocidad con la que se publica y el número de revistas. El mundo cambió y la Argentina acompañó ese proceso. Creció mucho la demanda tecnológica para institutos como el nuestro que tiene una fuerte relación con empresas.

¿Cómo cree que evolucionará la ciencia argentina de ahora en más?
En los últimos 10 años ha avanzado muchísimo la cantidad de becarios e investigadores que ingresaron al sistema. Se organizan más congresos nacionales, se construyen relaciones entre grupos, se modernizó el equipamiento y se incrementó la cooperación internacional. Todo esto forma una base firme para los próximos años. El futuro en ese sentido parece promisorio.

Formación
Roberto J. J. Williams es Licenciado y Doctor en Ciencias Químicas, con orientación Tecnología Química (Universidad Nacional de La Plata, 1969 y 1972). Profesor titular con dedicación exclusiva en el Departamento de Ingeniería Química de la Facultad de Ingeniería (Universidad Nacional de Mar del Plata), desde 1976.

Desde 1995 es investigador superior del CONICET con funciones en el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA, UN Mar del Plata-CONICET), del que fue organizador y primer director.

Sus áreas de interés son los polímeros termorrígidos, la separación de fases inducida por polimerización y las mezclas y compuestos poliméricos micro y nanoestructurados.

Publicó unos 220 artículos en revistas especializadas y capítulos de libros y enciclopedias. Es co-autor de dos libros: Diffusion in Gases and Porous Media (Plenum, 1980) y Thermosetting Polymers (Dekker, 2002), y co-Editor del libro Epoxy Polymers; New Materials and Innovations (Wiley VCH, 2010).

Es miembro titular de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y correspondiente de la de Ingeniería. Fue miembro del Directorio del FOMEC (Ministerio de Cultura y Educación) y del Directorio del CONICET.

Ha sido Profesor Invitado en Universidades de Francia y China. Obtuvo diversas distinciones como el Premio Konex de Platino (1993), Premio Bernardo Houssay (2003) y el Premio Bunge y Born (2007).

  • Por Ana Belluscio
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