CICLO DE ENTREVISTAS CONICET

La ciencia al servicio del clima

La meteorología permite no sólo elaborar pronósticos del tiempo, sino además brindar soporte a diferentes sectores productivos.


Matilde Rusticucci es investigadora independiente del CONICET y directora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Docente desde hace más de 29 años, explica que esta rama de la ciencia no sólo permite hacer pronósticos meteorológicos sino también proveer servicios a áreas como la agricultura, el turismo o el uso de los recursos hídricos.

A pesar de que el pronóstico del tiempo es la actividad más conocida del meteorólogo existen otras como, por ejemplo, la determinación del impacto del clima en la salud; o el now-casting, que es un pronóstico a muy corto plazo – a pocas horas -, se puede ir ajustando para asegurar con más precisión dónde y cuándo va a empezar una lluvia intensa, por dar un ejemplo”, cuenta.

 

En general, ¿cuál es la precisión geográfica de una predicción meteorológica?

Los pronósticos abarcan superficies de gran tamaño. Por ejemplo, en el caso de las lluvias se puede anticipar que van a ocurrir en la zona que abarca el norte de la provincia de Buenos Aires, este de La Pampa y sur de Córdoba y Santa Fe. Es un área grande, y por lo tanto puede llover en Zárate pero no en la Ciudad de Buenos Aires. A veces es muy difícil hacer un pronóstico diferenciado en esos casi 100 km que separan las dos localidades. Por eso se trabaja mucho en el pronóstico instantáneo, que se actualiza hora a hora y tiene mayor precisión geográfica.

 

¿Cuál es el grado de exactitud que se maneja?

Es variable y depende de la situación. Es fácil determinar si una situación de nubosidad va a abarcar la Pampa o incluso todo el país. Pero hay otras que son más complejas, como una tormenta severa, que tiene radios que pueden variar entre 10 km, 50 o más. Para mí lo más interesante sería poder determinar dónde va a ocurrir la mayor cantidad de lluvias. Puede abarcar toda la Ciudad de Buenos Aires, que tiene una distribución geográfica pequeña, o radios mayores. Esa es justamente un área de conocimiento a la que se necesitan destinar muchos recursos. Otra es la referente a las actividades que puede tener un servicio climático, como la asistencia que se puede brindar al sector agropecuario: poder definir qué va a pasar el próximo otoño, por ejemplo si van a ocurrir sequías o heladas. Esto es lo que se conoce como pronóstico climático.

 

¿Con qué anticipación es posible hacer ese pronóstico?

En la actualidad, dependiendo de la región sobre la que se hace el pronóstico, se puede trabajar en períodos de adelanto de tres meses o hasta un año. Si bien el pronóstico del tiempo tiene más del 95 por ciento de exactitud cuando es a corto plazo, esa cifra es menor para el climático, y cuando más lejana es la predicción, más baja la efectividad. Es entonces necesaria una masa crítica de profesionales, formados por especialistas en esa área, y que también puedan mejorar, entre otros, los pronósticos costeros y de zonas marítimas. El conocimiento del clima futuro es una herramienta de gran valor para poder evitar impactos negativos en distintas áreas socio-económicas.

 

Como docente e investigadora, ¿cuál es para usted la importancia de estudiar ciencias de la atmósfera?

En primera instancia, todos estamos inmersos dentro del clima y la atmósfera y son parte de nuestra vida cotidiana. Pero además ahora tenemos un poco más presente que el clima está cambiando y que estamos sujetos y expuestos a fenómenos extremos. Una ola de calor puede resultar, por ejemplo, en episodios de falta de luz, pero seguramente también impacta en la salud, ya que pudimos determinar la relación entre temperaturas extremas y mortalidad; o sobre las actividades agropecuarias, ya que, por ejemplo, las sequías o las heladas tardías han arruinado muchos cultivos de verduras y frutas en este verano. Estos son sólo algunos ejemplos para los cuales es entonces necesario continuar produciendo conocimiento local, en Argentina, que pueda tener un impacto concreto también en nuestra economía.

Formación

Matilde Rusticucci es licenciada en Ciencias Meteorológicas y doctora en Ciencias de la Atmósfera. Desde 2007 es investigadora independiente del CONICET en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Además es profesora adjunta en Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la misma casa de estudios.

En lo últimos años Rusticucci publicó más de 30 artículos académicos en revistas especializadas.

  • Por Ana Belluscio.