CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

Investigador del CONICET lideró la rehabilitación de una represa prehispánica para preservar el patrimonio arqueológico y suministrar agua a una localidad

El proyecto lo dirigió Kevin Lane en la Provincia de Ancash, en Perú. Con un presupuesto diez veces menor al de las construcciones modernas se empleó mano de obra y conocimiento local.


En la llamada “Cordillera Negra”, en la Provincia de Ancash, Perú, la represa prehispánica “Ricococha Alta” fue rehabilitada bajo la dirección de Kevin Lane, investigador del CONICET, con el fin de garantizar las necesidades de agua -para consumo personal, cultivo y ganadería- de una población de trescientos vecinos en el distrito de Pamparomás.

“La fase de construcción del proyecto ya está terminada. Ahora estamos esperando las lluvias de octubre a marzo del año que viene para ver llenarse el dique, de una capacidad de quince mil metros cúbicos de agua. Como allá no hay glaciares, se espera que la represa contenga las aguas de las lluvias y manantiales”, indica Lane, arqueólogo, director del proyecto e integrante del Instituto de las Culturas (IDECU, CONICET-UBA).

El proyecto, del que participaron especialistas en arqueología, arquitectura e ingeniería agronómica, contó con la autorización del Ministerio de Cultura de Perú y fue financiado con un presupuesto de cien mil dólares otorgado por la Fundación alemana Gerda Henkel.

La rehabilitación se aplicó a “Ricococha Alta”, una de las dieciocho represas prehispánicas de la zona que construidas a partir del Horizonte Medio (750-1000 d.C.) en adelante por el pueblo de los Huaylas y después por los Incas (1400-1532 d.C.).

“Estas represas surgen en un momento de un cambio climático asociado cuando los Andes en general se vuelven más cálidos y secos impactando seriamente en el abastecimiento de agua”, explica Lane, quien realizó su doctorado en Arqueología en la Universidad de Cambridge en 2006 y se especializa en arqueología histórica, tecnologías hidráulicas antiguas y otros temas.

Represa “Ricococha Alta”

Por el cambio climático, que hoy afecta a la localidad de Pamparomás, las aguas de lluvia en la zona se han vuelto más escasas e impredecibles y del 2020 al 2021 hubo una fuerte sequía.

La solución moderna a la escasez de agua para la población de esa zona sería la construcción de represas de cemento. “Éstas normalmente se construyen en sitios donde ya existen represas prehispánicas. La razón es lógica, están ubicadas en las cabeceras de los valles donde la geología local permite un buen estancamiento de agua llovediza, pero destruirían el patrimonio cultural existente”, explica Lane.

Por otra parte, la construcción de represas modernas requiere de un mayor presupuesto y la importación de conocimientos de ingenieros y de arquitectos que las comunidades locales no tienen. “Las represas de cemento también son muy caras, en el orden de un millón de dólares hacia arriba, y su gestión demora normalmente de tres a cinco años. Nosotros tardamos un año. También al ser de cemento tienden a ser muy rígidas frente los temblores frecuentes de la zona, llevando a que fallen en el lapso del tiempo en un lapso de veinticinco a treinta y cinco años. Cuando fallan, las comunidades de la zona no tienen ni los recursos financieros ni el conocimiento para arreglarlas”, detalla Lane, quien lideró la rehabilitación de la represa prehispánica “Ricococha Alta” con mano de obra y técnicas de construcción locales (piedra y arcilla). También agregaron geomembrana en el interior de núcleo para mejorar el represamiento de la estructura.

“Estaremos atentos a las lluvias de octubre a marzo del próximo año para comprobar el funcionamiento de la represa rehabilitada y evaluar si logran satisfacer las necesidades de agua de la población local”, indica Lane

Se estima que en la Cordillera Negra de los Andes norcentrales podría haber restos arqueológicos de 350 estructuras de represas prehispánicas. “Estamos considerando replicar esta experiencia en otras regiones con escasez de agua”, concluye el investigador del CONICET.

Represas prehispánicas en Argentina

En el país también se han descubierto represas prehispánicas que han sido utilizadas para el riego agrícola. Por ejemplo, en la puna jujeña la arqueóloga argentina María Ester Albeck (1952-2020), en la década de 1990, registró al menos cuatro obras prehispánicas de ese tipo construidas por los casabindos, un pueblo originario.

En el 2018, la investigadora del CONICET y de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu) Lorena Grana y colegas hallaron la primera represa prehispánica registrada hasta la fecha en la puna catamarqueña, específicamente en Antofagasta de la Sierra. Esta obra habría permitido almacenar al menos 370 metros cúbicos de agua para recomponer el caudal y extender el riego agrícola a zonas más lejanas.

“En la actualidad estamos evaluando la posibilidad de realizar una réplica de esta represa en otros sectores de la región. Tanto la represa como los canales prehispánicos están construidos de forma muy sencilla usando simplemente bordos de tierra y rocas. A pesar de su sencillez, esta tecnología permitió a los campesinos del pasado generar oasis agrícolas en una región con alto índice de aridez”, explica Grana.

Para la investigadora del CONICET la meta no es sólo aspirar a una réplica, sino a generar, a través de la revalorización de los saberes ancestrales, un proceso de aprendizajes y diálogos entre las familias agropastoriles interesadas, equipos de investigación e instituciones para encontrar de manera conjunta estrategias de manejo de agua sustentable a los problemas socio-ambientales que hoy atraviesan. “Hay diversos ejemplos en el mundo que han demostrado exitosas réplicas o restauraciones de hidrotecnologías ancestrales, como es el caso de la obra liderada por Lane en Perú, que demuestran el alto potencial que tienen estos proyectos para considerar los conocimientos ecohidrológicos ancestrales a la hora de pensar alternativas de gestión sobre los recursos hídricos actuales”, indica Grana, doctora en Arqueología e integrante del Instituto de Datación y Arqueometría (InDyA, CONICET- UNJu).

 

Por Bruno Geller