Vinculación tecnológica

Hernán Dopazo: “Sentí que era un buen momento para emprender un nuevo desafío”

Uno de los primeros investigadores del CONICET que se animó a conformar una Empresa de Base Tecnológica cuenta su experiencia con Biocódices, a la vanguardia en desarrollos de genómica para la salud.


Cuando en el año 2001 Hernán Dopazo, investigador independiente del CONICET, se fue a España para continuar desarrollando su carrera, el deseo de crear una empresa ya estaba latente. Radicado en el viejo continente, durante diez años fue testigo del nacimiento y apogeo de los proyectos de Empresas de Base Tecnológica (EBT) que encararon sus colegas. En ese entonces Dopazo se consolidaba como investigador en el campo de la Genómica Evolutiva y hacía sus primeros aportes al campo de la genómica aplicada a la medicina, un área de estudio poco explorada en Argentina por aquel momento.

Entre esas ganas de tomar un nuevo desafío que cambiaría su rumbo profesional, la oportunidad de volver al país y el contexto favorable que ofrecía Argentina para el nacimiento de una EBT, el deseo de formar una empresa argentina orientada a la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) de productos genómicos para la salud, la agricultura, la ganadería y el medio ambiente se hizo realidad.

A un año de haber creado formalmente Biocódices y en pleno proceso de desarrollo y posicionamiento, el investigador repasa los obstáculos, los aciertos y desaciertos de su camino como emprendedor.

 

¿Qué es la genómica?

Es el área científica y tecnológica que tiene que ver con el descifrado del componente de información básico de todas las células de un organismo. El genoma es la totalidad de la información contenida en el ADN que puede ser de un humano, de un animal, de un vegetal, de una bacteria o de un virus. Desde que se descubrió la molécula de ADN hasta los años ’90 se estudiaban fragmentos. Años más tarde se comenzó a acceder a toda la información del ADN en cualquier organismo.

 

¿Por qué estudiar el genoma humano es importante para la salud?

Este es un punto que dejo muy claro a mis estudiantes de la facultad: el proyecto genoma humano nació para la medicina con el objetivo de encontrar las regiones en el ADN que están asociadas a enfermedades, especialmente las más comunes que son las que aparecen generalmente después de los 25 años y que, inevitablemente, se asocian con el envejecimiento. Algunos ejemplos son el cáncer, las enfermedades cardíacas y las neurológicas. Tienen una arquitectura genética tal que su aparición no está determinada por un único gen sino por cientos de ellos. El proyecto genoma humano se diseñó para determinar esos factores y actuar en consecuencia, desde el punto de vista del diagnóstico y el terapéutico.

 

Y la bioinformática, ¿qué relación tiene con la genómica?

Es una relación como el Yin y el Yan, uno no existe sin el otro. No puede haber genómica si no existe capacidad informática que te permita obtener información útil sobre el enorme volumen de datos que contiene. La clave, entre otras cosas está en aprender a programar y a manejar estadística.

 

Cómo investigador, ¿qué te motivó a sumergirte en el proyecto de conformar una empresa?

No creo que existan los investigadores con un perfil determinado a formar empresas. Pienso que se trata de experiencias personales fundamentalmente. En mi caso es algo muy curioso. Cuando me fui en el 2001 a España le dije a mi hermano: “Cuando vuelva voy a armar una empresa”. En ese momento no tenía una idea exacta sobre qué sería. En el año 2008 una amiga que trabaja en medicina de reproducción fue la que disparó el desafío; ella me señaló la oportunidad de generar un proyecto en el país y me dije: “¿Por qué no?”. También hay un componente muy importante en esto y es haber estado satisfecho con lo que había hecho hasta ese momento en el exterior y sentí que era un buen momento para emprender un nuevo desafío.

 

También hay que tener ganas de arriesgar ¿no? Pasar de un terreno donde uno se siente muy seguro a algo que es totalmente nuevo, como el empresarial…

Absolutamente. Tenés que aprender todo. El ego del investigador lo tenés que guardar en el subsuelo porque te van a enseñar el ABC. Cuando comenzamos a incubarnos en INCUBACEN (incubadora de EBT de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires) me di cuenta que era un aprendiz. Uno tiene que bajar a tierra, aprender y sobre todo confiar en los que te asesoran. Confiar y dejarse guiar es clave. Igualmente, debo reconocer que esto es parte de un cableado especial en mi cerebro. Nunca me quedé quieto; en mi carrera cambié mis temas de trabajo muchas veces. Empecé estudiando física, luego pasé a biología, trabaje en biología celular, luego biología evolutiva, citogenética, paleontología, biología teórica hasta que descubrí la bioinformática y la genómica.

 

¿El contexto socio-económico del país te ayudó?

Así como en el 2001 me tuve que ir porque no iba a poder desarrollar mi vida ni mi carrera como quería, en el 2010 la cosa cambió. Después de diez años en España supe que volvía con un respaldo mucho mayor, y con la posibilidad de que el CONICET te permite desarrollar tu tarea de investigación en una empresa, algo impensable en épocas anteriores.

 

¿Qué diferencia Biocódices de otras empresas del rubro del rubro?

Primeramente hay que decir que no hay muchas empresas nacionales que se dediquen a proveer servicios de genómica y bioinformática en el país. De aquí que haya un flujo masivo de solicitudes de servicios al exterior. Nos interesa transformar esta realidad en el país. Nuestro sello, sin duda, es la investigación y el desarrollo para la creación de nuevos productos en áreas como la medicina, el agro y el medio-ambiente. Hemos empezado por la medicina y aquí hemos trabajado mucho con especialistas en enfermedades neurológicas. Nuestro primer producto fue desarrollado para la detección temprana de la enfermedad de Parkinson. Este producto en poco más de medio año se transformó en el diseño mas completo para múltiples enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer, Parkinson, Parkinsonismos, Demencias, Distonías, Distrofias, Epilepsias, Niemann-Pick, Esclerosis Lateral Amiotrófica, entre otras. Muchos médicos nos ven como desarrolladores de tecnología y socios de investigación en conjunto. Lo que creíamos que iba a ser más difícil de lograr finalmente resultó ser lo más inmediato. Actualmente estamos desarrollando seis proyectos de I+D en paralelo, que esperamos se transformen rápidamente en productos algunos de ellos.

 

¿Hubo alguna vez en la que quisiste abandonar el proyecto?

Sortear los escollos es parte del camino de todos los días, pero nunca dije “esto no es para mí”. Lo que si sentía es que si la empresa no lograba salir al ruedo en un determinado plazo iba a ser difícil lograrlo. Lo más complicado fue conseguir un grupo inversor que quiera apostar a tu proyecto, todo lo demás se puede aprender. Tenés que mostrar que tu producto es viable en términos económicos; saber promocionar’ tu idea también es un aprendizaje.

 

En el proceso, ¿recibiste propuestas del extranjero?

Sí. Compañeros míos en España me han llamado para funcionar como una filial de una empresa extranjera pero no acepté. Hubiera sido todo mucho más fácil así pero no era el camino que quería emprender. El tiempo parece haberme dado la razón, ya que ahora recibimos ofertas para instalarnos en otros paises de la región. Veremos que sucede.

 

¿Has hecho alianzas para preparar el terreno propicio para la empresa?

Sin dudas, distintos tipos de alianzas. Una formal con la Universidad Nacional de San Martín para poder establecernos en su Parque Tecnológico fue clave; nos brindan laboratorios y nosotros funcionamos como grupo de desarrollo que colabora con la Universidad. También realizamos una alianza estratégica con la empresa Pharma. Pero hay otra alianza, una menos formal y más sutil y es armar un grupo de trabajo sólido, comprometido, entusiasmado y enamorado de llevar el proyecto adelante. Esta construcción es diaria.

 

¿Cómo avizorás el futuro de la genómica en el país?

Como en todas partes del mundo, con crecimiento hacia todos las áreas de la biotecnología. La diferencia es que en Argentina estamos recién empezando. Muchas tecnologías comienzan al principio imponiéndose en el mercado privado hasta llegar a lo público. Pasó exactamente lo mismo en la medicina reproductiva en la década del ’70, cuando se comenzaron a realizar los primeros estudios genéticos. Eso era un negocio de la medicina privada exclusivamente, muy costoso; ahora tenemos la Ley Nacional de Reproducción Asistida. La genómica es una técnología de última generación y los diagnósticos basados en esta técnica serán muy probablemente en cinco o diez años cubiertos por las obras sociales.

 

¿Qué le dirías a un emprendedor científico que está por lanzarse a hacer una Empresa de Base Tecnológica?

Que si está con dudas no empiece. Yo jamás pensé en el fracaso del proyecto como una opción. Tenés que estar convencido de que lo vas a poder llevar adelante, lo vas a instalar y que lo que estás haciendo tiene realmente un sentido, sirve. Eso te va a dar ganas, aire, motivación. Si dudaste, no vas a convencer a nadie, menos a un inversor. Otro consejo es no tomar decisiones apresuradas; cuando las cosas queman siempre hay una semana para pensar, sobre todo en áreas donde el recambio tecnológico es constante. Hablar con la Dirección de Vinculación Tecnológica del Consejo también es importante para aprovechar las posibilidades que brinda de participar de la conformación de una EBT sin abandonar la carrera de investigación.

 

¿Qué gratificaciones rescatas de esta experiencia como emprendedor?

Apartarse un poco del modelo académico-científico clásico para hacer investigación en una empresa propia es algo muy atractivo. Diagramar en una pizarra los próximos diseños con tu grupo de trabajo, con el mismo espíritu crítico que impone la academia, sumando las posibilidades económicas que has desarrollado, y verlos funcionar al poco tiempo en el laboratorio es algo muy gratificante. Tienes además la libertad de hacer y deshacer a tu antojo, construir alianzas y proyectos, explorar nuevos campos.  El límite está en lo que te atrevas a pensar.

Por Ingrid Lucero Parada