Año Internacional de las Legumbres

Garbanzo, un cultivo que suma porotos

Un investigador del CONICET analiza la situación en Argentina de esta legumbre que representa una valiosa alternativa para los productores.


En guisos, sopas, puré o harina, las formas de consumir este alimento son tantas como las ventajas de su producción. El garbanzo es una de las legumbres invernales más importes en el mundo, y alcanza el tercer lugar de relevancia mundial luego del poroto y la arveja. Originaria de la región oeste de Asia, este cultivo comenzó su dispersión por el sudoeste asiático, el Mediterráneo y Etiopía.

Hay restos que comprueban que su producción se remonta a más de 10 mil años atrás, pero sin embargo el garbanzo llegó a la Argentina varios miles de años después durante la época colonial, de la mano de la Compañía de Jesús en Cruz del Eje, Córdoba y luego se difundió en la región norte del país.

“Hay entre 10 y 11 millones de hectáreas de garbanzo cultivadas en el mundo. En Tucumán se cultivaban hace muchos años pero eran pequeños productores, después empezó en Córdoba y recién se retomó a comienzos de este siglo, cuando cobró nuevamente impulso y llegaron a cultivarse el año pasado 80 mil hectáreas. El garbanzo se planta en Córdoba pero la mayor parte ahora está concentrada en el norte, en Salta y Tucumán”, aclara Daniel Ploper, investigador independiente del CONICET en el Instituto de Tecnología Agroindustrial del Noroeste Argentino (ITANOA, CONICET-EEAOC).

Los garbanzos, al igual que la mayoría de las legumbres secas, tienen numerosas propiedades nutricionales. Su incorporación a la dieta aporta un gran contenido de vitaminas – B1, B2, B6, B9, C, E y K-, minerales -hierro, magnesio, potasio, fósforo, zinc y calcio-, fibras y proteínas, con un contenido proteico entre 22 y 28 por ciento.

Sin embargo, a pesar de estas cualidades, el investigador advierte que históricamente en el país la superficie sembrada de este cultivo no tuvo un gran despliegue hasta el año 2004, cuando comenzó a incrementarse por su precio internacional. Y que esto se debió, en gran parte al desconocimiento del uso de este grano como alimento. En la actualidad el consumo interno representa tan solo el 8 por ciento del total consumido de legumbres.

“En Argentina se comen muy pocas legumbres, a pesar de que son un componente básico de la dieta de Latinoamérica, desde México hasta Chile, donde se consumen casi diariamente. En Argentina el hábito alimentario se dirige más hacia la carne como proveedora de proteína. El problema está en que el cultivo demora en progresar porque no están las variedades apropiadas, falta un apoyo tecnológico en evaluación de variedades y del paquete agronómico, porque muchas veces la variedad no se adapta a la región”, comenta Ploper.

En este sentido, el ingeniero agrónomo explica que en la Estación Experimental Agro-Industrial Obispo Colombres (EEAOC), donde él se desempeña, cuentan con un programa de investigación y desarrollo de legumbres secas, que incluye la mejora genética, evaluación de tecnología agronómica y de sanidad de cultivos de legumbres, entre los que se incluyen poroto, garbanzo y lenteja. Desde finales de la década del ’70 trabajan en poroto y producto de ello registraron en el Instituto Nacional de Semillas (INASE) numerosas variedades de poroto negro, rojo, blanco y cranberry, y otras de garbanzo. Un programa de este tipo puede producir variedades propias o introducirlas desde otros países, luego se evalúan en distintos ambientes para después recomendarlas y/o venderlas.

Ploper aclara que durante muchos años introdujeron variedades de poroto por ejemplo del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Colombia y las evaluaron, aunque actualmente se desarrollan variedades en forma local. En garbanzo, introdujeron numerosas variedades del International Center For Agricultural Research In The Dry Areas (ICARDA) en Siria y empezaron a probarlas para ver cuáles se adaptaban a la región.

Como resultado inscribieron dos: TUC 403 y TUC 464, que son de tipo kabuli -hay dos tipos de garbanzos el desi y el kabuli, y este último es el más difundido en Argentina-. Las probaron entre 2002 y 2007, en 2009 realizaron en ensayos sobre rendimiento, y actualmente ya se están multiplicando para su próxima comercialización.

“Cuando encaramos un programa de mejoramiento buscamos tener variedades adaptadas de buen comportamiento agronómico y resistentes a las principales enfermedades. Pero fundamentalmente nos interesan los rendimientos y la adaptación. A partir de los cruzamientos entre progenitores, buscamos en la descendencia los mejores genotipos. La resistencia a enfermedades es muy importante porque son limitantes del cultivo y algunas pueden generar pérdidas de hasta el 100 por ciento. Cabe aclarar que si bien los cruzamientos entre plantas implican que se modifica genéticamente la descendencia, como ocurre en la naturaleza, esto no constituye una transgénesis o lo que se conoce comúnmente como la obtención de un “organismo genéticamente modificado (OGM)”, sostiene.

En el caso de poroto, las enfermedades más comunes que afectan a este cultivo son las transmitidas por la mosca blanca, que son el mosaico dorado y el mosaico enano, y que pueden destruir hasta el 100 por ciento de las plantaciones. También están la bacteriosis común y algunas otras fúngicas como la mancha angular y la mustia hilachosa. En cuanto al garbanzo, las principales patologías son la fusariosis y la rabia del garbanzo, esta última causada por un hongo Ascochyta y que se transmite por semilla.

El cultivo de legumbres y específicamente de garbanzo despierta cada vez más el interés de los productores del NOA debido al precio que se paga por el grano y también porque representa una alternativa para incluir como cultivo de rotación, porque al ser cultivo invernal (se planta entre abril y mayo y se cosecha en octubre) se lo siembra luego de aquellos de verano, como el maíz o la soja. Además, esa región cuenta con un régimen monzónico de precipitaciones que se producen en el verano y el invierno es seco, que da lugar a buenas cosechas del grano.

Actualmente, las variedades de legumbres desarrolladas por la EEAOC son comercializadas y pueden ser adquiridas por los productores. “Estamos tratando de proveerle al productor de Tucumán alternativas eficientes y el garbanzo es una”, concluye Ploper.

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Por Cecilia Leone.