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En el principio, Teleocrater
El investigador del CONICET Martín Ezcurra disertó sobre el hallazgo del que formó parte y que dio cuenta de la especie más antigua del linaje de los dinosaurios.
Así como “Rayuela”, la obra cumbre de Julio Cortázar, puede leerse de distintas maneras – de principio a fin; en el orden deseado por el lector; o por la secuencia que el autor propone en el “tablero de dirección” al inicio del libro -, la historia de Teleocrater rhadinus tiene varias puertas de acceso, cada una de ellas ubicadas en puntos bien separados que van desde los 245 millones de años atrás hasta el presente.
La especie fue motivo de un trabajo científico elaborado por un grupo internacional de expertos que se publicó en abril pasado en la revista Nature y que tuvo como protagonista a un argentino: Martín Ezcurra, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Museo Argentino de Ciencias Naturales ‘Bernardino Rivadavia’ (MACN-CONICET). El experto visitó la ciudad de La Plata para brindar una charla ante decenas de personas que se acercaron a la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) para conocer más acerca de la historia de esta nueva especie descripta.
La novela de Teleocrater puede contarse desde el principio: “Para conocer la temprana historia evolutiva de los dinosaurios y sus orígenes nos tenemos que remontar a rocas de una antigüedad de entre 240 y 230 millones de años”, comenzó describiendo Ezcurra, y resaltó: “Afortunadamente en Argentina tenemos afloramientos continentales muy ricos de esa edad, como la Formación Chañares del Parque Nacional Talampaya, en La Rioja. Allí se ha encontrado una gran diversidad de especies que se preserva en concreciones de origen volcánico y guarda esqueletos en buen estado”.
“Eso nos da mucha información sobre cómo eran esos ecosistemas hace 233 millones de años, y allí se encuentran algunos de los precursores de los dinosaurios más completos que se preservan a nivel mundial. Pero ¿cómo era su morfología ancestral? Ahí teníamos un hiato en el conocimiento de su historia evolutiva. Y debíamos remontarnos a afloramientos más antiguos”, explicó.
Entonces, la historia de Teleocrater puede empezar a contarse desde 1933, cuando el paleontólogo británico Rex Parrington se trasladó al sur de Tanzania para trabajar en una cuenca de unos 240 millones de años de antigüedad y descubrió los primeros fósiles, muchos de ellos completos, de Teleocrater y otras formas afines que se conservan actualmente en el Museo de Londres, Inglaterra.
Ese material recolectado por Parrington fue el elemento fundamental de la tesis doctoral del investigador británico Alan Charig, en 1956. Otra puerta de entrada a la historia. “Este autor nunca publicó formalmente su trabajo en ninguna revista científica. Quedó como algo inédito. Pese a eso, dejó gran cantidad de dibujos anatómicos y una descripción muy buena de esos restos, hasta su muerte en 1997”, contó Ezcurra.
El capítulo de esta historia que escribe Ezcurra junto a sus colegas comienza en 2015, en la misma región de Tanzania, donde el grupo internacional encontró nuevos restos de Teleocrater y otras especies que ya se habían hallado en India, Rusia y Brasil, pero sin tener certezas de sus parentescos.
“Pudimos colectar gran parte del esqueleto de este animal, incluyendo restos craneanos, que nos dan una idea bastante buena de cómo era su estructura morfológica. Sus fémures tienen características particulares de los dinosaurios, y es muy llamativa la anatomía del calcáneo, uno de los huesos del talón, que es más similar a la de los cocodrilos”, graficó el profesional.
“Esa combinación de características, más la información osteológica recopilada y el análisis filogenético, nos permitieron dar cuenta de un nuevo grupo de animales que nombramos como Aphanosauria, que son el linaje que emergió más tempranamente en la historia evolutiva de los dinosaurios. Teleocrater representa la especie más antigua conocida hasta el momento de ese linaje y esto representa un descubrimiento muy importante”, añadió.
Sobre el final de la charla, Ezcurra describió la repercusión mediática que tuvo el trabajo luego de su publicación en Nature, y eligió quedarse con uno de los títulos: “Un científico publica el hallazgo de un importante pariente de los dinosaurios, 20 años después de su muerte”. Porque los autores decidieron incluir entre ellos a Alan Charig, el que describió a Teleocrater pero murió sin publicarlo.
Por Marcelo Gisande – CCT CONICET La Plata