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El INTA en la dictadura: cuando la historia es una herramienta de transformación social

La investigadora Cecilia Gárgano expuso parte de su tesis doctoral, que abarca lo sucedido en el organismo y los cambios en la agenda científica entre 1974 y 1983.


La becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) e historiadora Cecilia Gárgano expuso el 24 de septiembre pasado en la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata los principales ejes problemáticos que aborda en su tesis doctoral. En la misma reconstruye tanto la historia del terrorismo de Estado dentro del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) como los cambios en las agendas científicas de investigación que produjo la dictadura cívico-militar en el organismo.

El trabajo, titulado “La trayectoria institucional del INTA entre 1973 y 1983. Intervención, violencia estatal y apropiación de conocimiento científico”, desembocó además en un convenio firmado entre CONICET e INTA en marzo, en el que las instituciones se comprometieron con la lucha por la memoria y contra la impunidad por las violaciones de los derechos humanos.

“Cuando presenté el proyecto prometí una investigación del complejo científico tecnológico en su totalidad –comenzó su alocución Gárgano-, pero era inabordable, y tuve que elegir un complejo temático. Entonces elegí el INTA por el peso que el sector tiene en el país le daba una relevancia y un atractivo particular”.

Una dificultad inicial con la que se encontró fue la inexistencia de investigaciones previas en el tema. Por ello, además de revisar los legajos y rastrear documentación, la becaria debió entrevistar a trabajadores del INTA, tanto actuales como jubilados. Además, para desarrollar su investigación, debió inmiscuirse en temáticas que jamás había imaginado, como la constitución de las semillas híbridas, de las plagas en Bolivia y otras temáticas específicas del agro que le fueron necesarias para tener una visión general de su objeto de estudio.

El 29 de marzo de 1976, en la sede de Castelar del INTA sucedió un gran operativo en el que el gobierno de facto detuvo a una gran cantidad de trabajadores del instituto.Gárgano lo evocó como el momento primogénito en el que quedó asentado el terror en el organismo. El eje de la represión en el INTA, según pudo vislumbrar en el entrecruzamiento de datos la investigadora, estuvo puesto en perseguir y desestructurar la participación política y la actividad gremial.

La historiadora del CONICET apuntó al desmantelamiento que la dictadura provocó sobre la figura del extensionista, que debió reconvertirse en un nuevo perfil de “consultor” científico tecnológico. En este sentido, describió el proceso de despoblamiento rural, de escisión del discurso institucional de la práctica de extensión, y del pase del agrónomo de terreno a la transferencia de tecnología para el sector privado que sobrevino de la mano de esa lógica. “Hasta comenzó a circular el término `clientela` en extensión”.

Por esos años, señaló Gárgano, la región pampeana se consolidó con su peso protagónico y la producción viró a ciertos cultivos estratégicos como el maíz, el trigo y la soja, con la consecuente expansión de la industria semillera del sector privado. Ello provocó la posterior privatización de la investigación de los años `90 y la migración de los profesionales formados en el sector público hacia el ámbito privado.

“Si nos preguntamos por el complejo científico tecnológico durante la Dictadura, se vislumbra que no existía un plan: no había claridad de ejecución, como sí lo hubo en el entramado represivo”, indicó la investigadora, para quien sí quedó clara la política de desmantelamiento en el INTA específicamente, que devino en los más de setecientos cesanteados y cinco detenidos desaparecidos del organismo.

“Es importante repasar cómo fue la apropiación del conocimiento durante esos años, para entender y debatir cómo y para qué se produce hoy. Este trabajo es una apuesta a la historia como una herramienta de acción y transformación”, concluyó Gárgano.

Por su parte, el titular del CONICET, doctor Roberto Salvarezza, destacó durante el encuentro la importancia del racconto histórico de esta investigación. “Escuchar a Cecilia nos hace mirar hacia atrás y aprender sobre estos modelos implementados, para tender nosotros a un modelo inclusivo de sociedad. La dictadura tendió claramente a disociar la ciencia de la sociedad, sobre todo en el INTA, y ese es un aislamiento que sufrimos hasta hoy en día, y que nos es muy difícil recomponer”, señaló.

El Decano de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales UNLP, Ing. Agr. Daniel Scatturice, señaló a su turno la importancia de que la historia no sea una cosa ornamental, sino “que sirva para pensar lo sucedido y proyectarnos al futuro. Hay que desterrar la idea de que en esta casa de estudios somos exclusivamente tecnólogos de las Ciencias Naturales: toda actividad científica es una práctica social más y el acercamiento de las Ciencias Sociales con las tradicionalmente llamadas `ciencias duras´ siempre es bueno”.

También estuvo presente en la exposición Guido Prividera, integrante de la Comisión de Reparación Histórica del INTA e hijo de Marta Sierra, desaparecida en marzo del ‘76, quien consideró que “el gran hallazgo de esta investigación es abrir una puerta en magnitud e intensidad del golpe de la Dictadura en Ciencia y Técnica. Como militantes de HIJOS, en su momento, no veíamos la importancia que en realidad tenía”.

Por último, la decana de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP, Mg. Verónica Cruz, expresó respecto a la investigación que “este tipo de cuestiones problematizan cuánto de la ideología neoliberal todavía tenemos impregnada y reproducimos, y la importancia de repensar la educación como una práctica social al servicio del pueblo. Estos debates estuvieron ausentes y ahora es el momento de potenciarlos, porque el conocimiento siempre es una construcción colectiva”.