SOCIOLOGÍA DEL DINERO

“El dinero es una creencia automatizada”

El investigador Ariel Wilkis acaba de publicar un trabajo que recibió una Mención de Honor en Estados Unidos como mejor libro de sociología económica.


¿Es un Dios, como señala Jorge Luis Borges en su cuento El Zahir? ¿O acaso es, como postula el sociólogo Émile Durkheim, un fenómeno religioso? Podrían ser apenas unos billetes de colores, pero como aceptamos la convención les damos un valor superlativo a su forma física. “La existencia del dinero”, explica el investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) Ariel Wilkis y decano del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), “se funda en una creencia que todos tenemos automatizada y por eso olvidada”. Wilkis tiene como objeto de estudio al dinero, esa dimensión imaginaria omnipresente en casi todo en la vida, y su libro El poder moral del dinero, editado en 2017 por la Universidad de Standford, acaba de recibir una Mención de Honor de la American Sociological Asociation al mejor libro de sociología económica de 2018.

En su formación de base en la Universidad de Buenos Aires (UBA), Wilkis no había tenido ninguna materia que lo acercara a la sociología del dinero. El día que leyó a Viviana Zelizer, una socióloga argentina que vive en Estados Unidos y es pionera del tema, descubrió que podía analizar cualquier fenómeno desde ese punto de vista. Fue como si se hubiese probado unos anteojos nuevos: la realidad comenzó a tener otro aumento. “Cuando descubrí esta sociología la moldeé al contexto de mi investigación”, recuerda el investigador, que por ese entonces se encontraba haciendo su tesis doctoral en una villa del Conurbano Bonaerense.

A partir de entonces, el trabajo de campo -que realizó entre 2006 y 2010- comenzó a ser atravesado por los usos del dinero. “En el universo de la pobreza se tiende a pensar que el dinero está ausente y que hay poco que pueda explorarse ahí. Yo comencé a entender que era a la inversa: la circulación del dinero está muy presente y dice mucho sobre la vida social, política, religiosa de los pobres”, recuerda. “El dinero permite vincular a las personas, enfrentarlas, jerarquizarlas, establecer relaciones de poder. De eso me di cuenta cuando empecé a observar cómo el dinero vincula a las personas: el dinero permite preguntarse sobre problemas de desigualdad, de status, jerarquías, relaciones de poder. La sociología del dinero permite mostrar lo que el dinero produce y hace en la vida social”.

 

Desterrar prejuicios

Históricamente, al dinero se le otorgó una cualidad negativa. Se instaló la idea hegemónica de que el dinero suele funcionar como un “ácido” que disuelve la vida social. “Pero el dinero -afirma Wilkis- es más bien un medio para descifrar la vida colectiva de una sociedad”. Wilkis asegura que su uso produce alteraciones sociales. “Nuestro campo de estudiomuestra que el dinero permite construir en la vida social relaciones entre padres e hijos, entre amantes, entre líderes políticos y seguidores, entre líderes religiosos y seguidores. Hay una multiplicidad de relaciones sociales que pueden ser analizadas y comprendidas a través del dinero”.

Los sociólogos del dinero se ocupan de deshacer ese vínculo social que se teje a través del capital y de ver cómo atraviesa las relaciones. También de desterrar la visión negativa del dinero: esa suposición de que su presencia siempre corrompe los vínculos. “En realidad yo al dinero le veo un sentido positivo, porque produce diferentes cosas en la vida social que nos interesan estudiar a los sociólogos: el dinero abre una comprensión diferente de muchs cuestiones, implica lucha, comparación, poder”.

Para abordar la incidencia del dinero en esas diferentes dimensiones, hace casi cinco años Wilkis se propuso armar una red de investigadores transdisciplinarios –con la premisa de que provinieran no solo de la sociología sino también de la antropología, la historia, la historia del arte- y los invitó a pensar su trabajo de campo desde la sociología del dinero. En esa línea, abordaron cuestiones como la prostitución, las subastas de obras de arte, el mercado de la seguridad privada, el resarcimiento económico a víctimas de la dictadura militar. “Eso es lo que en un punto lo hace tan atrayente y a la vez paradójico: que todo se puede mirar desde esta lupa. Con todas esas miradas, la idea fue multiplicar los objetos de exploración para alimentar un programa de investigación promovido desde CONICET –explica Wilkis- que permitiera problematizar al dinero en su producción de orden social”.

Esa red se consolidó a través del libro El poder de (e)valuar, editado por la Universidad del Rosario de Colombia y la Universidad de San Martin de Argentina, en el que se compilaron once trabajos de diversos temas que ponen luz sobre las valuaciones económicas atravesados por el tamiz de esta rama de la sociología. Entre esos trabajos, por ejemplo, hay uno que analiza las reparaciones a víctimas de terrorismo de Estado, en donde se habla de la complejidad que conlleva ponerle valor a una vida humana. Las preguntas que rondn ese trabajo son ¿cuánto dinero es necesario para expresar una idea de justicia?, ¿cuánto les corresponde por sufrir atropellos del Estado? “El dinero debe expresar, en ese caso, una idea de justicia, en asociación al valor monetario”, explica Wilkis. En otro capítulo, se aborda el tema de cómo ponerle el precio a una sesión de terapia desde la perspectiva de la sociología del dinero. “Era el capítulo que todos queríamos escribir: todos fuimos e hicimos terapia –dice el investigador-. En él quisimos abordar todas las dificultades que hay en torno a cuál es el valor de un servicio de asistencia psicológica y cuáles son las formas en la que se expresa ese momento de pago”.

Ahora, Wilkis está preparando una nueva publicación junto a la socióloga investigadora del CONICET Mariana Luzzi, que saldrá por Editorial Crítica, y recreará el periplo que hizo el dólar para convertirse en una moneda culturalmente tan popular como lo es en Argentina. La investigación comienza en los años 30, con el primer control de cambios, y hace pie en los 50, momento en el que el dólar se conecta con la vida de las personas de manera más masiva. “Es la moneda central de la economía global y en Argentina en esos años se producen las primeras inestabilidades fuertes e inflaciones que producen que el dólar empiece a expandirse a través de la prensa, la literatura, la publicidad y se convierta en una moneda que necesita de estas mediaciones culturales para tener relevancia e importancia para amplios sectores de la sociedad”. Otras experiencias de dolarizaciones que recrean se sitúan en África, en Cuba, en el final de la Unión Soviética y en otros países de Europa. Pero fundamentalmente se centran en el caso de Argentina, intentando explicar las razones por las que aquí el dólar es una moneda que es más que un refugio, que permite a los ciudadanos resguardarse frente a las inestabilidades crónicas de la economía argentina. “La relación que tienen los argentinos con el dólar es política y tiene varias dimensiones: el mercado cambiario argentino es como una institución política. La relación de los argentinos con el dólar permite cierto grado de autonomía respecto al Estado. Permite ir más allá de la regulación del Estado y gran parte de la persistencia de esa situación es esa manera autónoma de vincularnos con el Estado”, asegura Wilkis.

Se podría suponer que la propia economía de Wilkis es peculiar, teniendo en cuenta que vive analizando cuestiones en relación con el dinero, pero él lo desmiente: “Más allá de mi rol académico, con la plata yo sigo siendo igual de desastroso que siempre”, admite. “Si te invito un café, se produce una relación de poder. Si pago de más o de menos, eso también dice algo.  El problema con quienes investigamos en esta rama es que todo el tiempo estamos pensando en nuestro objeto de estudio: el dinero está en todo”.