CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

El desafío de integrar creencias, cultos y prácticas en la Argentina

Investigadores del CONICET estudian la presencia y convivencia de distintas representaciones religiosas en el país.


Pastores en la televisión, grupos de meditación al aire libre, santuarios del Gauchito Gil en las rutas son tan sólo algunos signos de una diversidad religiosa que se visibiliza en los medios y espacios públicos. ¿Es este un fenómeno nuevo?, ¿es igual la presencia de distintos cultos en todas las provincias?, ¿la Argentina es un país respetuoso con las distintas representaciones de lo sagrado?

Estas y otras preguntas encuentran respuesta en el libro “Experiencias plurales de lo sagrado. La diversidad religiosa argentina”, recientemente compilado por Fabián Flores, investigador adjunto del CONICET en la Universidad Nacional de Luján (UNLu) y Paula Seiguer, investigadora asistente del CONICET en el en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” (IHAYA, CONICET-UBA).

En esta entrevista Flores explica la complejidad del campo religioso argentino y sus matices históricos y geográficos.

 

¿La religión es importante para los argentinos?

Es muy importante porque no sólo nos explica lo religioso en sí mismo sino también la dinámica social. Creo que transitamos un momento y una coyuntura bastante particular que ha hecho que la temática de las religiones se posicione nuevamente en la escena y en la atención académica por las características nuevas que surgieron a partir de formas de religiosidad que aparecen como novedosas. Además, todo esto se incrementó partir de la elección del Papa argentino y cómo repercutió. Hay una efervescencia de los estudios de la religión a partir de todo el “efecto Francisco”.

 

¿Por qué estudiar la diversidad religiosa?

Venimos estudiando el fenómeno religioso con mucha fuerza en las últimas décadas y eso habla de que es trascendente no sólo para explicar nuestra realidad cotidiana sino también para entender muchas cuestiones de funcionamiento del mundo. La religión explica la organización de los estados, los conflictos internos que surgen, etc. No es algo que está simplemente vinculado a lo individual y a la creencia particular sino que tiene un carácter y una relevancia social. Como científicos sociales, no podemos dejar de ver ese aspecto religioso que nos ayuda entender el funcionamiento de la sociedad como un todo. No debemos separarlo en un aspecto extirpado de lo social sino organizando, articulando y ayudándonos a entender la realidad.

 

¿Cuál fue el objetivo del libro?

La religión, lejos de ser algo que está desapareciendo y que no tiene que ver con la vida de las personas, está mucho más presente con formas y dinámicas nuevas. La idea era retomar las diferentes maneras en las que la religión se manifiesta en la cotidianidad. El libro pretende mostrar a través de diferentes estudios de campo en distintos momentos históricos y escenarios geográficos cómo aparecen ciertas manifestaciones religiosas que, de acuerdo a nuestra mirada, ocupan una posición subalterna dentro de un campo religioso en constante dinamismo y reinvención. Intentamos trabajar acerca de cuatro puntos principales la cuestión del fenómeno religioso en Argentina para plasmar la diversidad religiosa.

 

¿Cuáles son esos cuatro aspectos?

La primera idea es que la diversidad religiosa es un fenómeno que no es nuevo sino que tiene densidad y profundidad histórica. Muchos de los casos reflejados en el libro hacen alusión a la presencia de esta diversidad aun cuando todavía no estaba conformado el Estado argentino. La otra cuestión es que los grupos religiosos que se fueron instituyendo y organizando, deben pensarse en tiempo, espacios y contextos específicos para poder entender como funcionan. El tercer punto tiene que ver con las identidades religiosas de esos grupos y los sujetos que los integran. No vienen dadas sino que son producidas y resignificadas todo el tiempo. El último aspecto es cómo se va construyendo el liderazgo religioso: los puntos de tensión y de conflicto de acuerdo a cómo el grupo experimenta situaciones particulares. Esto da cuenta de que el campo religioso es muy dinámico, se va transformando constantemente y la mirada tiene que ser puesta en estos líderes pero también en como ellos se posicionan con respecto a los otros grupos religiosos.

 

¿Cuáles son los principales casos que se analizan?

El libro muestra una amplia heterogeneidad de estudios empíricos, once trabajos en total, en un marco temporal muy grande que va desde comienzos del siglo XIX hasta la actualidad, más de 200 años de diversidad religiosa. Se agruparon en cuatro bloques que los nuclean de acuerdo a las particularidades de las temáticas que toman y al período. Hay un primer grupo sobre misiones cristianas. Un segundo bloque diverso sobre los vínculos entre religión e inmigración. El tercer grupo analiza cómo lo religioso articula un viaje y el último trabaja las cuestiones de las religiones y las prácticas más actuales que nos obligan a pensar la relación entre religión, cuerpo y espiritualidad. Nos encontramos con una diversidad muy amplia situada en momentos históricos muy diferentes, sin embargo en todas se trata la idea de que esos grupos intentan posicionarse frente a un campo religioso que está muy en tensión.

 

¿De qué se trata el capítulo que escribió?

Estoy trabajando en un proyecto de CONICET sobre diferentes experiencias peregrinas en la ciudad de Luján y específicamente analicé un caso novedoso: la entronización de Mamã Muxima. Luján es el principal centro de peregrinaje del país, en el año 2014 se organizó la primera peregrinación de angoleños para entronizar a su patrona, Mamã Muxima. Era la primera virgen africana que se iba a entronizar en la basílica donde está la mayor parte de las devociones marianas del mundo y no había ninguna de ese continente, con lo cual introduce una nueva forma de aceptar otra diversidad interna que es la propia de la iglesia católica. En el trabajo, estudio qué discursos articularon este modelo de peregrinación y cómo aparecen miradas que tratan de reinventar toda la tradición local con una idea de que lo africano ya estaba presente desde el origen mismo de la devoción a través de la figura del negro Manuel. Estos procesos llevaban a que la práctica peregrina encuentre puntos de anclaje con la actual forma de religiosidad.

 

Teniendo en cuenta estos casos, ¿se podría decir que la Argentina es un país que acepta la diversidad religiosa?

La diversidad religiosa se ve en el hecho de que existan distintos cultos y prácticas que se modifican y consolidan, otra cosa es el pluralismo que es la idea de que valoremos positivamente esa diversidad religiosa. Me parece que todavía falta para llegar a eso. Desde los ámbitos estatales, se han logrado algunos avances este último tiempo pero falta, desde la mirada de la sociedad y desde las relaciones que establece para entender a ese otro, hay que hacer aun más. Está muy metida la matriz católicocentrica en la que nos formamos, todo aquello que no encaje en esa mirada se transforma en un peligro, un conflicto o no se acepta. Los medios de comunicación actúan reproduciendo estos estereotipos y prejuicios. Hay que entender que no solamente es importante la diversidad sino también lograr la pluralidad, valorar positivamente la existencia de religiones y a partir de eso pensar la igualdad.

Fabián Flores es doctor en Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nacional de Luján (UNLu) e investigador adjunto del CONICET en la misma universidad. Además, es miembro fundador del GIEPRA (Grupo interdisciplinario de Estudios sobre el Pluralismo Religioso en la Argentina) donde co-dirige el Proyecto “Diversidad, pluralidad y minorías religiosas. Un estudio interdisciplinario en la argentina contemporánea”.

  • Por Cecilia Leone