El CONICET lamenta el fallecimiento de José Carlos Chiaramonte
Fue Investigador Superior del CONICET y director del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” (CONICET-UBA). Reconocido como uno de los más importantes historiadores de Argentina y de América Latina.
La comunidad del Instituto Ravignani -investigadores, becarios, personal de apoyo y administrativo- destacan el valor de su obra, su trayectoria científica, calidez humana y lo recuerdan con la siguientes palabras:
Con enorme tristeza informamos el fallecimiento de José Carlos Chiaramonte, investigador de nuestro Instituto y Director del mismo entre 1986 y 2012.
El profesor Chiaramonte era Investigador Superior Ad honorem del CONICET y Profesor Honorario de la Universidad de Buenos Aires. Fue además Doctor Honoris causa de la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, de la Universidad Nacional de Salta, de la Universidad de Concepción del Uruguay, de la Universidad Nacional de Misiones, de la Universidad Nacional de Jujuy y de la Universidad Nacional de Rosario. Fue también Director de la colección de Historia Argentina y Americana de la Editorial Sudamericana. En 2005 recibió el Premio Bernardo Houssay a la Investigación Científica y Tecnológica en la categoría Trayectoria Científica, Área de Ciencias Sociales y Humanidades. Invitado en numerosas oportunidades para dictar cursos de grado y posgrado en el extranjero, también fue Investigador Nacional en el Sistema Nacional de Investigadores, Secretaría de Educación Pública de los Estados Unidos Mexicanos.
Su obra historiográfica abarcó con inteligencia y profundidad diversos temas de la historia argentina y americana. Su trabajo renovó completamente las interpretaciones sobre la construcción de los Estados nacionales en Hispanoamérica, revisando los debates sobre la cuestión federal, el liberalismo y los fundamentos intelectuales de las independencias iberoamericanas.
Investigadores, becarios, personal de apoyo y administrativos del Instituto recordaremos su calidad intelectual, su calidez humana y su agudo sentido del humor.
El investigador del CONICET y tesista del Dr. Chiaramonte, Fabio Wasserman, destaca el impacto, valor y trascendencia de su labor científica y su obra, y detalla sobre las diversas dimensiones de su personalidad; en este sentido, comparte las siguientes palabras:
José Carlos Chiaramonte nació en Arroyo Seco, Santa Fe, el 3 de diciembre de 1931 y falleció el 1 de marzo de 2024 en Buenos Aires, ciudad en la que vivió tras su regreso del exilio en México en 1986. Desde entonces y hasta 2012 dirigió el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr Emilio Ravignani”, al que con un gran esfuerzo personal logró convertir en un destacado centro de formación e investigación que constituye una referencia para la historiografía argentina y americana.
Sus investigaciones sobre el pasado rioplatense le valieron ser distinguido por sus pares como uno de los más importantes historiadores de Argentina y de América Latina no sólo porque aportó nuevos conocimientos sino más bien porque promovió una profunda renovación de la historia argentina del siglo XIX. En ese sentido se destaca su revisión y reinterpretación de temas tradicionales en campos tan diversos como la historia económica, política, institucional y de las ideas. Es el caso de la relación entre la Ilustración y la Revolución de Mayo, la centralidad del capital comercial en la estructuración de la economía colonial y postcolonial, el origen y la naturaleza del federalismo argentino, o el papel que tuvo el Derecho Natural y de Gentes en la sociedad americana pre y postrevolucionaria. Pero sin duda su aporte más influyente fue su indagación sobre el origen de la Nación Argentina y el rol jugado en ese proceso por las ciudades y las provincias durante la primera mitad del siglo XIX.
En las últimas tres décadas su obra se convirtió en un insumo fundamental para la formación de historiadores y profesores de historia. Pero también logró trascender la disciplina y el ámbito académico, tal como se puede advertir en los manuales escolares, en los diseños curriculares, en los guiones de museos, y en numerosas producciones escritas y audiovisuales ficcionales o documentales. Con relación a esto último, debe señalarse que nunca creyó que la labor científica debiera aislarse del debate público y de los problemas de la sociedad, por lo que también fue autor de numerosos textos que intervenían en discusiones suscitadas por temas de interés del presente ya sean políticos o académicos.
Tanto sus trabajos de investigación como sus intervenciones públicas se caracterizaron por el rigor, la erudición, la claridad y la precisión, rasgos que cultivó desde su formación durante la década de 1950 como Profesor de Filosofía en la Universidad Nacional del Litoral. Estas cualidades también se evidenciaban en sus intervenciones orales en las que afloraba con mayor vigor su vena polémica que utilizaba para sostener con pasión sus posiciones y puntos de vista.
Quienes tuvimos la suerte de trabajar con él pudimos acceder a otras dimensiones de su personalidad que permiten entender mejor la riqueza de su obra y la excepcionalidad de su persona, comenzando por sus dotes como conversador y su gran curiosidad por las cosas del mundo que excedía largamente lo específicamente intelectual. Un diálogo con José Carlos, que además podía entablar con cualquiera que tuviera interés en sostenerla, podía comenzar por la obra de un filósofo europeo del siglo XVIII para pasar a una anécdota sobre un caudillo provincial rioplatense del siglo XIX y de ahí saltar a una formación de su querido Newell’s Old Boys para terminar discutiendo sobre la forma de condimentar un plato o las virtudes de una cepa. En esas conversaciones, que casi indefectiblemente incluían a la literatura y algún chisme, mostraba siempre el mismo entusiasmo y sus ganas de compartir sus hallazgos o conocimientos sobre los más diversos e inesperados temas.
Sus trabajos nos van a seguir acompañando pero difícilmente logren que dejemos de extrañar su conversación y su curiosidad compartida.