El CONICET lamenta el fallecimiento de Daniel Mariano Pérez Filgueira



Fue investigador del CONICET en el Instituto de Virología e Innovaciones Tecnológicas (IVIT, INTA-CONICET), donde tuvo un rol central en la creación del Instituto y desarrolló una destacada trayectoria científica, con aportes significativos al control de la fiebre aftosa.

El investigador del CONICET y colega del IVIT Ariel Vagnozzi lo despide con las siguientes palabras:

Se me ha encomendado la tarea de realizar la semblanza del Dr. (Daniel) Mariano Pérez Filgueira. La tarea no es sencilla. Debo hablar en pasado de alguien que aún está muy presente en mí.

Conocí a Mariano en Lincoln, Nebraska (EEUU) en 2001 y de inmediato entendí que era una persona singular. Comenzamos una relación de amistad que ha sido un camino de conocimiento mutuo. En este recorrido fui valorando dos cosas en él, su capacidad como investigador y su dimensión humana que he podido apreciar de primera mano como amigo.

Como investigador el Dr. Pérez Filgueira tuvo un desarrollo notable que comenzó al poco tiempo de graduarse en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). En esa etapa, el entonces flamante licenciado obtuvo una beca de posgrado para realizar su doctorado. Su trabajo de tesis, centrado en la respuesta inmune en fiebre aftosa, lo llevó a cabo en el Instituto de Virología del INTA, institución que con el tiempo se convertiría en un eje central de su vida profesional. Su etapa posdoctoral transcurrió en el exterior: primero en los Estados Unidos, en la Universidad de Nebraska, y luego en España, en el INIA. En ambos sitios trabajó en la expresión de proteínas virales en distintos sistemas biológicos para usarlas como inmunógenos.

Su desempeño fuera del país era muy prometedor; sin embargo, decidió regresar a la Argentina para volcar lo aprendido durante esos años al desarrollo de la investigación nacional. De vuelta en el país, su regreso fue en el INTA (Instituto de Virología), donde se dedicó al estudio de la respuesta inmune anti-aftosa, convirtiéndose en un referente nacional e internacional en dicho tema. En el ámbito del Instituto de Virología, tuvo una participación central en la formación de recursos humanos altamente calificados y desempeñó un papel fundamental en la creación del Instituto de Virología e Innovación Tecnológica (IVIT), Unidad Ejecutora del CONICET con sede en el Centro de Investigación en Ciencias Veterinarias y Agronómicas (CICVyA) del INTA.

Desde lo humano, Mariano me enseñó que no es necesario estar cerca para ser amigo, ni coincidir en ideas políticas (que en él siempre fueron firmes) para construir un vínculo genuino. Sabíamos dejar de lado las diferencias y compartir los momentos sin perder la esencia de lo que cada uno era. Y esa era la clave: eran muchas más las cosas que nos unían. Nos unía el gusto por la música y la literatura, y la pasión por el deporte, que era motivo tanto de coincidencias (el tenis) como de algunas pocas diferencias (el fútbol). Todos ellos temas a los que dedicábamos largas conversaciones, y que ciertamente no eran otra cosa que excusas para compartir tiempo juntos.

Mariano hacia un culto de la amistad y disfrutaba de incluir a todos los que tuvimos el privilegio de ser sus amigos. El convocaba a reuniones donde todos nos sentíamos igualmente cercanos. Era parte de su calidad humana.

Entre los numerosos rasgos personales que quienes lo conocieron valoran de Mariano, y que me permito mencionar aquí, quisiera señalar su particular sentido del humor, que a menudo se manifestaba en su capacidad de encontrar un comentario de cierre, a menudo jocoso, incluso en contextos serios o complejos. Esa cualidad le permitía aliviar situaciones difíciles y humanizar el intercambio cotidiano. Aun hoy, persiste en mí la sensación de que en cualquier momento llegará un mensaje con uno de esos comentarios tan característicos.

En lo profesional, el Dr. Pérez Filgueira nos ha dejado un legado. Está en nosotros darle valor: atesorarlo, pero también continuarlo y hacerlo fructificar. Ese sería, sin dudas, el mejor homenaje posible.

En lo humano, te vamos a extrañar enormemente, Mariano.