CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES
El balance de masa de los glaciares del Monte Tronador
Conocer cómo estas masas de hielo varían su volumen en el tiempo es vital para entender su relación con el clima.
Por Lucas Ruiz*
La mayoría de los glaciares, en especial los de clima templado como los del Monte Tronador (3475m), un extinto estratovolcán ubicado en la frontera entre Argentina y Chile, son muy sensibles a los cambios climáticos. Pueden avanzar o retroceder (agrandarse o achicarse) para ajustar su forma y así lograr un equilibrio en el intercambio de masa con el medio. Esté intercambio se conoce como balance de masa, y se puede medir a partir de la diferencia entre la ganancia de masa, asociada principalmente, a la acumulación de nieve durante el otoño e invierno, y la pérdida de masa, asociada al derretimiento de hielo y nieve durante la primavera y el verano.
Conocer esté balance y los procesos que lo controlan es vital para entender la relación de los glaciares con el clima. Por ejemplo, si el clima cambia hacia condiciones más frías o con más nevadas, la acumulación de nieve será mayor a la pérdida de hielo y nieve por derretimiento (condiciones de balance de masa positivo) entonces los glaciares van a aumentar su tamaño para poder alcanzar una elevación más baja y así debido a que ahora llegan a una zona de mayor temperatura, se derriten más y vuelven así a encontrar una nueva condición de equilibrio.
En cambio, si se produce un aumento de la temperatura o una disminución en la precipitación, la cantidad de hielo y nieve derretida será mayor a la acumulación de nieve (condiciones de balance de masa negativo) y los glaciares van disminuir su tamaño retrayéndose hacia zonas más elevadas o hacia laderas más sombrías donde la temperatura y la radiación solar son menores y así lograr una nueva condición de equilibrio.
Los glaciares del Monte Tronador
Por la espectacularidad de sus glaciares, el Monte Tronador es uno de los atractivos turísticos más importantes de los parques nacionales Nahuel Huapi en Argentina y Vicente Pérez Rosales en Chile. En forma general pueden clasificarse en dos tipos: los glaciares de valle, aquellos que desciende desde la parte alta de la montaña hasta el inferior de los valles y los glaciares de montaña los cuales se encuentran solo en la parte alta. En total, la superficie cubierta por ellos es de alrededor de 60 km2, lo que lo convierte en una de las zonas con mayor concentración de hielo de los Andes del Norte de la Patagonia.
Al igual que la mayoría de los glaciares del mundo, los del Monte Tronador se han achicado en las últimas décadas. Sin embargo, gracias un reciente estudio que realizamos junto a otros investigadores del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA-CONICET-Provincia de Mendoza-UNCu) y la Universidad de Toulosse en Francia del balance de masa de todos los glaciares del Monte Tronador, entre el año 2000 y el 2012, descubrimos que no todos están perdiendo masa.
Si bien hay sectores como la lengua cubierta del glaciar Manso (también conocido como Ventisquero Negro) en Argentina o la lengua cubierta del glaciar Casa Pangue en Chile en los que medimos pérdidas de espesor de hielo de más de 80 metros. Fue muy llamativo, que gran parte de los glaciares se encontraron muy cerca del equilibrio entre el 2000 y el 2012. Por ejemplo, la pérdida de espesor promedio de hielo en el Monte Tronador fue de un poco más de 2 metros de espesor. Un valor sensiblemente menor a los medidos en los Andes Centrales o Campo de Hielo Patagónico Sur, casi 10 metros y más 20 metros, respectivamente.
Por otro lado, también observamos una gran diferencia en el balance de masa de los distintos glaciares del Monte Tronador. Para comprender a que se debe estas diferencias, es necesario tener en cuenta las variaciones climáticas recientes a nivel regional y las particularidades de cada glaciar. Los registros climáticos indican que, además de la alta variabilidad interanual que caracteriza el clima de esta región, existe un cambio muy marcado a partir del año 1976 sobretodo en la temperatura de verano, que controla en gran parte la pérdida de masa.
El periodo anterior a 1976, sobre todo entre 1960 y 1975 se caracteriza por ser predominantemente más frío y levemente más húmedo que con posterioridad de 1976, en donde predominan temperaturas más elevadas y condiciones de déficit de precipitaciones.
Las condiciones previas a 1976 generaron un avance de los glaciares de Monte Tronador hacia finales de la década del ’70. El cambio abrupto y la instalación de nuevas condiciones climáticas posteriores generaron un fuerte retroceso de los glaciares durante la décadas del ‘80 y ’90, que buscaban ajustarse a las nuevas condiciones. El descenso en la tasa de retroceso y el balance de masa casi neutro de los pequeños (entre 1 y 5 km2) glaciares de montaña supone que estos están más cerca del equilibrio con las condiciones climáticas actuales. Es decir, ya retrocedieron lo necesario durante las décadas previas para ajustar su forma a las nuevas condiciones climáticas.
Por otro lado, los grandes (6 a 11 km2) glaciares de valle todavía tienen tasas de retroceso altas y son los que están perdiendo más masa, por lo tanto todavía les falta retroceder para alcanzar el equilibro. Según nuestro trabajo, es esperable que este tipo de glaciares como el Manso en Argentina o el Casa Pangue en Chile continúen perdiendo masa en los próximos años. Por otro lado, los pequeños como el Alerce o Castaño Overa seguirán conservando su forma, si es que las condiciones climáticas se mantienen.
El trabajo recientemente publicado en la revista The Cryosphere fue realizado por los Dres. Lucas Ruiz, Pierre Pitte, Mariano Masiokas y Maximiliano Viale del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA-CONICET-Provincia de Mendoza-UNCu) y el Dr. Etienne Berthier de la Universidad de Toulosse, Francia. Este estudio es parte de los trabajos que el IANIGLA realiza en el marco del proyecto del Inventario Nacional de Glaciares.
*Lucas Ruiz es Doctor en Ciencias Geológicas en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador asistente del CONICET en el IANIGLA.