Ciencias Exactas y Naturales

Detrás de las estrellas

La comunidad astronómica realiza observaciones en el Complejo Astronómico “El Leoncito”. Para garantizar este servicio, profesionales de apoyo del CONICET los asisten en diversas tareas.


A más de 2.552 metros sobre el nivel del mar, se elevan entre los cerros del Parque Nacional El Leoncito, en el Departamento de Calingasta, San Juan, las instalaciones del Complejo Astronómico “El Leoncito” (CASLEO, CONICET-UNLP-UNC-UNSJ). Este tiene tres objetivos: poner instrumental a disposición de los astrónomos para puedan hacer su trabajo, facilitar la investigación que desarrollan los científicos que pertenecen al Instituto y realizar actividades de difusión y divulgación de la astronomía.

Detrás de todas estas funciones, un equipo de profesionales y técnicos de apoyo a la investigación brindan apoyatura técnica calificada a distintos científicos. Para que un astrónomo en el Complejo o de modo remoto en otro lugar del país o del mundo pueda estudiar una estrella en el cielo nocturno sanjuanino, personal administrativo, de mantenimiento, y técnicos mecánicos y electrónicos, entre otros, coordinan sus tareas para que todo salga a la perfección.

El trabajo en CASLEO es arduo y comienza cuando Luis Carrizo, técnico principal del CONICET en el Instituto y miembro del Grupo de Movilidad pasa a buscar casa por casa al personal –cocineras, encargadas de las visitas guiadas, técnicos en computación, operadores, entre otros- que trabajan en el observatorio de alta montaña. Allí, los turnos son de ocho días con seis días hábiles de descanso consecutivos. Con cada recambio de personal, ingresan al complejo entre diez y diecisiete trabajadores de distintos rubros.

Los grupos de trabajo son rotativos y hay un responsable por área de trabajo: computación, electrónica, mecánica, mantenimiento y el personal de maestranza y cocina, y jefe técnico que es el coordinador general de todo el personal, el director en la montaña y pertenece a un área.

“Cada uno sube con una planilla de tareas asignadas para la semana y aparte cubre lo que pueda surgir. Si hay algún inconveniente con el equipamiento, todo el grupo hace su aporte, acá subimos como equipo. Cuando hay problemas, son mayúsculos. Por ejemplo el clima rompe caminos y acá es como una pequeña ciudad, nos tenemos que asegurar que todos los servicios funcionen. Si nos quedamos sin gas, nos congelamos. No hay muchas opciones de fallar. Algunas cosas acá son complicadas y sin la colaboración del otro serían imposibles de hacer, muchas veces abandonamos las tareas específicas para ayudar a un compañero”, explica Juan Pinto, profesional principal del CONICET en el CASLEO y Jefe Técnico.

Pinto agrega que ofrecen tres servicios de observación: la que realizan los operadores del telescopio y luego mandan los datos al astrónomo; la observación remota a través de herramientas informáticas como Skype, en la que el astrónomo sin estar in situ en el Complejo toma control sobre el telescopio; y finalmente la observación en el sitio, que es cuando el astrónomo se instala en el Complejo y el operador lo asiste en su tarea.

El CASLEO está completamente equipado para brindar a los profesionales las condiciones técnicas y las comodidades diarias necesarias para su estadía. Tiene una capacidad de alojamiento para 50 personas y las instalaciones incluyen comedor, sala de reuniones, de recreación para el personal, Internet, televisión y 28 habitaciones dobles con baño privado. En estas últimas también pueden alojarse los turistas que visitan el Complejo.

Dentro de las actividades de difusión y divulgación de la astronomía, se encuentran las visitas guiadas. Las hay de dos tipos: la diurna que se hace durante el día y la nocturna que se puede hacer incluso pernoctando en las instalaciones del observatorio. Por año, llegan a CASLEO entre 5 y 6 mil personas para visitar el Complejo, provenientes de colegios, asociaciones de jubilados, grupos turísticos que vienen del exterior y estudiantes de astronomía de las universidades argentinas que son asistidos por Yamila Gamero, quien desde hace 5 años es la encargada de explicar cuáles son los instrumentos con los que cuentan, cómo es su mantenimiento y para qué sirven.

El CASLEO tiene el telescopio más importante de la Argentina que toma su nombre de en honor a un investigador del CONICET, Jorge Sahade, quien hizo mucho para que el telescopio funcionara en el Parque Nacional El Leoncito. El telescopio es de tipo reflector, tiene un espejo principal que mide 2.15 m de diámetro y pesa en total 40 toneladas. Este instrumental se encuentra en servicio desde 1987 y desde hace un año es cuidado y reparado por Gustavo Roldán, técnico asociado del CONICET y miembro del Grupo de Electromecánica Instrumental de CASLEO que trabaja modernizando los equipos desde hace varios años bajo las ordenes de Héctor Molina, profesional principal del Consejo.

“Reparamos tanto las piezas del telescopio como de otros proyectos. Arreglamos las cámaras, los soportes, etc. Hay muchas equipos y dispositivos que están hechos pero los vamos mejorando y adaptando para reducir tiempo y esfuerzo. Como estamos en contacto continuo con los profesionales, podemos detectar las fallas y buscar soluciones más rápidas. Acá se agudiza mucho el ingenio”, advierte Roldán.

Los horarios de trabajo dependen de las noches que cambian de invierno a verano. En invierno, el horario de observación ronda las 12 horas, mientras que en verano se acorta. Para que las observaciones sean óptimas, tiene que haber un operador como Roberto Jakowczyk, técnico principal del CONICET que desde las 18 horas chequea que funcionen óptimamente los instrumentos – espectrógrafo, fotómetro, entre otros- que se le adicionan al telescopio ‘Jorge Sahade’ según los requerimientos de los estudios del investigador que esté realizando la observación.

Para acceder a los instrumentos de CASLEO los astrónomos tienen que presentar un proyecto de observación a un comité científico que lo analiza y decide si le asignan un turno y en qué momento. Los operadores cuentan con un cronograma semestral de trabajo.

“Este lugar es para turistas especiales, no es Mar del Plata o Córdoba. Acá lo que prima es el silencio y la penumbra. Cada uno de nosotros viene con una carga importante de desapego, por eso es fundamental que funcione el equipo para ofrecer el mejor servicio”, concluye Pinto.