CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD
Ciencia y Turismo en la Patagonia, un vínculo cada vez más estrecho
Científicos del CENPAT realizan tareas de transferencia con el objetivo de poner en valor y conservar los recursos naturales de la región.
Según cifras de la Secretaría de Turismo Municipal de Puerto Madryn, provincia del Chubut, a la ciudad ingresan alrededor de 200 mil turistas por año atraídos, en su mayoría, por la riqueza de su fauna acuática. Esto, amén de generar ingresos económicos y de constituir una fuente de empleo, produce inevitablemente modificaciones ambientales cuyo impacto los investigadores del CONICET en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET) buscan disminuir a través del trabajo con diferentes organismos públicos y privados.
Conservación, valor agregado y sustentabilidad es el trípode a partir del cual los científicos del CENPAT definen su relación con el turismo. Si un recurso natural es mal utilizado por falta de conocimiento no sólo se lo está desaprovechando y poniendo en peligro, sino que también hace que a la larga el negocio no resulte sustentable.
Las formas más comunes de transferencia desde la ciencia al turismo son las capacitaciones anuales de guías y de guardaparques, el diseño de folletería o la preparación de material didáctico y las conferencias abiertas al público. También los investigadores del CENPAT suelen participar del diseño de los planes de manejo para las áreas protegidas y han colaborado, por ejemplo, en el establecimiento de un marco regulativo para el buceo con lobos o la actividad de los kayaks.
“Un plan de manejo establece cuáles son los objetivos de una reserva, qué actividades se pueden hacer y cómo hay que hacerlas” explica Silvana Dans, investigadora independiente del CONICET que trabaja en el organismo patagónico.
Dans centra su actividad científica en la medición del impacto de actividades humanas como la pesca y el turismo sobre las poblaciones de delfines en la Patagonia. “En una primera etapa de investigación trabajé sobre la captura accidental de delfines en la pesquería de altura de merluza y de langostino en todo el litoral patagónico; y en el último tiempo me dediqué más a lo que es la interacción con el turismo en el avistaje embarcado de manadas de delfines en la zona de Península de Valdés”, cuenta.
De acuerdo a la investigadora la pregunta que la ciencia debe plantearse no es si el turismo tiene un impacto negativo sobre el medio ambiente, sino cómo se puede minimizar el daño sin necesidad de prohibir la actividad.
Marcelo Bertellotti, investigador independiente del CONICET en el CENPAT, tiene entre sus tareas la medición del impacto de la actividad humana sobre la salud de los pingüinos: “Mi trabajo es valorar los posibles impactos del turismo comparando escenarios visitados con aquellos que no lo fueron, a través de análisis sanguíneos y otros indicadores fisiológicos para medir los niveles de estrés. Esto lo hacemos para, en caso de encontrar signos preocupantes, proponer recomendaciones de manejo para mitigar estos efectos, las que pueden incluir desde el control de ingreso de personas a la reserva, hasta sugerir cerrar temporalmente algún tramo de un circuito y abrir otro”.
Para algunas de las tareas de relevamiento con fines ecológicos, Bertellotti considera la posibilidad de incorporar turistas: “Podrían colaborar a través de tres o cuatro días de campo con nosotros, para que nos ayuden a tomar datos. Hay algunos datos que son simples observaciones o control de nidos. No lo hemos hecho de manera organizada, aunque hemos tenido alguna colaboración ocasional, pero existe una proyecto en el CENPAT para generar un pool de colaboradores que tiene el objetivo de promover una especie de salida turística también”.
Luis Bala, profesional principal del CONICET en el CENPAT y especialista en la evaluación de lugares donde se detienen aves playeras que migran anualmente entre el hemisferio norte y Tierra el Fuego, relata que desde hace algunos años su actividad como científico se ha direccionado hacia tareas de transferencia. “Nos dimos cuenta que para poder colaborar en la protección de una especie en peligro de extinción era necesario socializar la problemática y transmitir el conocimiento científico hacia la comunidad. Así, los últimos años de nuestra vida científica estuvieron dedicados al dictado de cursos y talleres a los actores involucrados desde diferentes perspectivas: políticos, ONGs, guardafaunas, guardaparques, agentes de conservación, población rural, guías de turismo y docentes. Por otra parte, también se realizaron actividades en escuelas para niños de distintas edades y público en general. Esto fue acompañado con el desarrollo de materiales didácticos y edición de libros de distribución gratuita, entre otras actividades”, cuenta.
El grupo de investigación que integra Bala, junto a la Secretaría de Turismo y Áreas Protegidas del Chubut, lograron catalogar ciertos humedales en los que paran las aves migratorias ubicados en la provincia como sitios Ramsar, lo cual justamente establece ciertas regulaciones para su uso turístico. Hoy el grupo de investigación participa en el diseño del plan de manejo de estos sitios, a los que Bala describe como extraordinarios y extremadamente frágiles.
En la Patagonia, la práctica científica y la turística se han movido siempre en torno a los mismos recursos naturales. Pero ha sido en los últimos años que los científicos han decido emplear una mayor cantidad de su tiempo y energías en tareas de transferencia hacia el sector turístico, deseosos de compartir su conocimiento académico con el resto de la comunidad y conscientes de que sólo así será posible conservar los ecosistema que hacen de la región en un sitio privilegiado.
Proyecto “Turismo, Ciencia y Educación para la Inclusión”. Oficina de Vinculación Tecnológica, CENPAT-CONICET.
En el marco de la búsqueda del CONICET por generar acercamientos entre ciencia y sociedad, tanto a través de la transferencia tecnológica como de la divulgación científica, desde el Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET) han surgido en los últimos años diferentes iniciativas para poner en vinculación la práctica científica con las actividades turísticas que tienen lugar en la región. En septiembre de 2014 comenzó a desarrollarse en su Oficina de Vinculación Tecnológica (OVT) un proyecto titulado, “Turismo, Ciencia y Educación para la Inclusión” que tiene como objetivo fomentar una cultura turística, científica y educativo-ambiental que ponga en valor el origen, las costumbres y la identidad de la región.
“¿Por qué la investigación en turismo y educación ambiental? Sencillamente porque el turismo y la educación ambiental son disciplinas multidisciplinarias por excelencia en donde la ciencia se inserta e integra naturalmente y aporta desde sus diferentes especialidades. Así, el turismo se nutre y gana en calidad y la ciencia se inserta y se sociabiliza exponencialmente”, explica Diego González Cevallos, director del proyecto.
Por Miguel Faigón