DETRÁS DE ESCENA DE LA CIENCIA
Carlos Morzilli: el hombre que desarrolló la primera pintura antigrafiti del país
Es Personal de Apoyo (CPA) del CONICET desde hace 35 años en el Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnología de Pinturas de la ciudad de La Plata.
Carlos Morzilli ingresó en 1980 a la Carrera del Personal de Apoyo (CPA) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en el Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnología de Pinturas (CIDEPINT, CONICET CCT La Plata-CICPBA). Sus inicios en el Centro con tan sólo 26 años fueron como ayudante de laboratorio preparando probetas y aplicando la pintura para luego realizar los ensayos de laboratorio para evaluar la calidad del producto y el comportamiento del sistema de protección en servicio.
En los años transcurridos y gracias a la sapiencia transmitida por sus colegas más experimentados y el esfuerzo personal realizado, llegó a ser responsable del Área Asistencia Técnica al Sector Productivo del CIDEPINT.
Un año y medio atrás, Morzilli creó la primera pintura antigrafiti del país, un producto ecológico que permite proteger las paredes de concreto, piedra o chapa pensado sobre todo para edificios públicos que suelen grafitearse. En las mesadas del laboratorio donde surgió el invento, hay frascos de pintura, papeles con pintura blanca, microscopios, y varios equipos: un medidor de resistencia a la abrasión, un péndulo para medir la dureza de las pinturas, un colorímetro. Y además de objetos, hay olor a pintura.
Pinta tu aldea
Hasta que surgió el CIDEPINT, en materia de pinturas, Argentina utilizaba mayormente desarrollos importados, que debían ser adaptados al uso local. Ubicado geográficamente en la ciudad de La Plata, en av. 52 entre 121 y 122, este Centro nació por la necesidad de promover la competitividad de los productos argentinos en materia de recubrimientos en el mercado nacional e internacional. Para eliminar paulatinamente la dependencia existente con intereses foráneos, se pensó en desarrollar tecnología de elaboración propia: la Argentina tenía condiciones óptimas -tanto científico-tecnológicas como de producción- para ingresar con éxito en los exigentes mercados mundiales. En 1976, entonces, la inauguración del CIDEPINT –el único Centro de pinturas del país, con un staff de cincuenta personas, entre administrativos, investigadores y técnicos- permitió apuntar a la creciente industria en el tema de los recubrimientos, caracterizando y desarrollando pinturas.
Roberto Romagnoli es investigador principal del CONICET y director del CIDEPINT desde 2011, y explica que el Centro se dedica tanto a la investigación y al desarrollo, como a la transferencia en tecnología, servicios y asesoramiento. Esa también es una particularidad del establecimiento: desarrolla junto a empresas privadas líneas de productos. En el Centro se hicieron recubrimientos para aceros galvanizados, pinturas retardadoras de fuego, protectoras de la corrosión metálica, pinturas antiincrustantes, higiénicas, etc. Hubo productos “estrella”, como la pintura “antipegatina”, la pintura para combatir la vinchuca, o aquella para detección del celo vacuno. El CIDEPINT, además especificó los sistemas de pintado actuales de la Casa Rosada, hizo los ensayos de color y el posterior control de calidad de la pintura y de la obra. “Pero la pintura antigrafiti que desarrolló Morzilli –apunta Romagnoli- es de esos desarrollos del Centro que nos llenan de orgullo”.
Orgullo nacional
De manera fortuita: así nació el desarrollo de la pintura antigrafiti. La Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata había establecido un convenio con el Congreso de la Nación para la restauración del edificio público. Y en materia de pintado, la Facultad le pidió asesoramiento al CIDEPINT; es decir que la consulta recayó en el Área Asistencia Técnica al Sector Productivo que en ese entonces estaba a cargo del Ing. Alberto Aznar, profesional principal del CONICET actualmente retirado y del profesional principal Carlos Morzilli.
Los integrantes del equipo trabajaron durante un año entero desarrollando el producto, tomando como ejemplo formulaciones extranjeras. Desarrollaron cada componente en el laboratorio. “Hubo momentos en los que creímos que no se iba a poder, las cosas se atrasaban más de lo previsto. Si se hubieran usado solventes todo hubiese sido más sencillo; pero se quería fabricar un producto amigable con el medio ambiente. Se hicieron decenas de pruebas y ensayos y obviamente se cometieron errores. Pintamos paredes, ladrillos, bloques, todo lo que teníamos a mano”, recuerda Morzilli. Finalmente lograron el objetivo: desarrollar una pintura que no altere la superficie en la que se aplica.
La pintura antigrafiti es una película transparente a base de poliuretano, que se aplica fácilmente una vez pintada una pared. El secado tarda cuatro días. Una vez completada esa etapa, cuando alguien grafitea sobre la pared, la película que protege el muro permite que, mojando la pared con una hidrolavadora, la pintura del grafiti salga fácilmente.
Tal como explica Morzilli, la pintura antigrafiti es un desarrollo orientado a edificios históricos porque es un producto costoso. Sería aplicada en el Congreso de la Nación. Ahora, con el objetivo cumplido, el técnico tiene más proyectos: se está encargando, por ejemplo, de desarrollar un producto para eliminar grafitis sin solventes, “para no contaminar”.
Multifacético
La tarea de Morzilli no termina allí: también hace inspecciones de obra. Tarea que define como compleja y que definitivamente no es para cualquiera. Te encontrás entre el interesado –el que pide la inspección- y el que pintó, y cada uno defiende lo suyo. En ese rubro vivió experiencias extremas: tuvo que hacer control de calidad de la pintura en destilerías, centrales termoeléctricas, y hasta en la Central Nuclear Atucha I. En otra oportunidad tuvo que embarcarse en el río Paraná para controlar el estado de la pintura aplicada en un barco carguero.
Además, en el CIDEPINT Morzilli realiza asesoramientos sobre pinturas a empresas u organismos públicos o privados: aconseja sobre cómo se debe preparar una superficie para pintar, qué tipo de producto aplicar y cómo hacerlo. Tiene una gran demanda en estos rubros porque el CIDEPINT es uno de los laboratorios del país más prestigiosos, que se dedica a investigar y prestar servicios en el tema pinturas.
No sólo eso: cuando alguien en el CIDEPINT tiene que pintar su casa, además, la referencia obligada siempre es la misma: Morzilli. “Me preguntan cualquier problema que tienen –confiesa Morzilli entre risas- y yo los aconsejo. De esas cosas sencillas también se aprende mucho acá”.
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