PROGRAMA VOCAR – PAÍS CIENCIA
“Así como una pintura tiene múltiples interpretaciones, las charlas de País Ciencia generan miles de preguntas distintas”
Como divulgador en escuelas el doctor en Física Omar Fojón –también amante del arte- deslumbra explicando la conducta de los átomos en la vida cotidiana.
Gira, hace ruido, prende su luz: todos sabemos cómo funciona un microondas. O no. Conocemos cómo se utiliza pero ¿cuánto sabemos de los mecanismos internos que permiten calentarnos un plato de comida? De ese enigma se encarga el doctor en Física Omar Fojón en las charlas que da para la Plataforma País Ciencia en escuelas secundarias del interior del país. Porque, aunque usted no lo crea, el funcionamiento de un aparato así de útil en la vida cotidiana puede disparar las preguntas científicas más inquietantes.
Fojón es Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) e Investigador Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Instituto de Física Rosario. Todo lo que tenga que ver con el mundo de átomos y moléculas lo atrae desde muy chico: desde que cuando tenía 7 años y la carrera espacial estaba de moda. La llegada del hombre a la Luna, dice él, lo marcó de por vida. Y una frase de Einstein (quizás mal traducida): “Lo más bello que podemos experimentar es el lado misterioso de la vida; es el sentimiento profundo que se encuentra en la cuna del arte y de la ciencia verdadera.”.
Todas las mañanas, cuando se despertaba en el barrio donde habitaban muchos ferroviarios de Rosario -Barrio Belgrano-, la pantalla en blanco y negro de la televisión proyectaba “Telescuela Técnica”. Fojón veía eso y se fascinaba. Pasaba horas experimentando con un pequeño juego de química que le habían comprado sus familiares. Y leía ciencia en revistas como Anteojito y Billiken, hasta que sus padres le regalaron un libro fundamental en su historia que todavía tiene en un lugar especial de su biblioteca: “Atomos. El corazón de la materia”.
En su recorrido escolar, para cursar el secundario ingresó al Politécnico, un colegio que depende de la UNR. Allí, mientras se inmiscuía lentamente en el ámbito científico y técnico, desde entonces, Fojón cultivó también el gusto por el arte. Estudió siete años de pintura en una academia de Barrio Belgrano; también probó con la música. En el penúltimo año de la secundaria, un profesor que vio su interés por entender la estructura de una molécula le sugirió estudiar Física. Fojón le hizo caso, y en paralelo, además, cursó un año de filosofía (que le resulta hoy de utilidad para comprender algunas interpretaciones de la Mecánica Cuántica). “Mi área de trabajo, desde entonces, es la Física atómica y molecular”, dice, “utilizando la Mecánica Cuántica necesaria para entender el mundo de átomos y moléculas”.
Durante sus años de facultad, Fojón se dedicó a dar clases particulares y se dio cuenta que la docencia le gustaba. Pero no solo eso: “También soñaba con producir conocimiento nuevo”. Entonces, el CONICET se presentó como una opción obvia; aunque nunca dejó de lado la divulgación de la ciencia. “Ahí empezó un poco mi pasión por poner en palabras elementales cuestiones complejas”.
Fojón hoy hace ciencia básica: produce conocimiento que puede servir para que otros lo tomen y lo apliquen, como los estudios de deposición de energía en materia biológica que se realizan en el Grupo de Colisiones Atómicas donde trabaja. Ahora se está inmiscuyendo en el mundo de la “attofísica”, un área de la Física que intenta “tomar fotos” a las moléculas en un tiempo brevísimo, “attosegundos” -la trillonésima parte de segundo-, para conocer, por ejemplo, cómo se mueven los electrones.
La labor científica, para el investigador, es relativamente solitaria: en su caso pasa varias horas de su día en su oficina en el Instituto de Física de Rosario (IFIR), entre sus pósters de Pink Floyd, reproducciones de Lucio Fontana y fotos de Einstein. Por eso le gusta tener becarios a cargo con quienes discutir y dar las charlas de País Ciencia: porque le permiten estar en contacto con gente más joven. “Así como un cuadro puede suscitar 20 interpretaciones distintas, las charlas de País Ciencia generan 20 preguntas distintas en los alumnos, eso me fascina. Otra cosa que me gusta de la plataforma es que no es ir a dar la charla y listo, es llegar a todo tipo de escuelas barriales y localidades, es hablar con los docentes para que se multiplique el mensaje.”.
La charla sobre cómo el microondas cocina una barra de chocolate se le ocurrió un día en el que había leído la noticia (posiblemente apócrifa) de un periódico francés que decía que una señora había metido a su mascota -recién bañada- en el microondas para secarla. Porque “a veces usamos la tecnología sin conocerla demasiado, por lo tanto es necesaria la alfabetización tecnológica”. Entonces, Fojón se preguntó: “¿cómo funciona el microondas?, vi que el microondas no calienta de forma homogénea, sino que aparecen picos de intensidad de las ondas, y así se fue armando la charla”. Antes de comenzar con la intervención en cada escuela, Fojón introduce mínimamente el mundo de las moléculas y la Física para entender por qué el chocolate se derrite en el interior del microondas y de yapa… estimar la velocidad de la luz. Una vez concluida la charla -señala Fojón- está la parte más placentera: “Repartimos el chocolate entre los chicos”.