CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

Anarquistas en Argentina

A 18 años de la muerte de Soledad Rosas, militante anarquista de origen argentino, Fernando Aiziczon repasa la historia de esta corriente en el país.


En marzo de 1998, María Soledad Rosas, una joven argentina de 24 años, fue apresada en Italia junto a su novio y un amigo, acusados de actos de eco-terrorismo. Eran parte del movimiento squatter que estaba creciendo en Europa y proponía la autogestión a partir de la ocupación de edificios públicos abandonados, con una forma de organización horizontal y un fuerte cuestionamiento al consumismo.

Soledad y sus compañeros se definían como anarquistas y fueron acusados por hechos que nunca se demostraron. La pareja de Soledad, Edoardo ‘Baleno’ Massari apareció ahorcado en su celda. Tres meses después, el 11 de julio mientras cumplía prisión domiciliaria, ella también fue encontrada sin vida. Desde ese momento Sole –que significa ‘sol’ en italiano- y Baleno –que quiere decir ‘rayo’- se convirtieron en un símbolo de las reivindicaciones anarquistas de Italia.

Mientras tanto, ese invierno en Argentina, las tapas de los diarios pasaban de la visita de los Rolling Stones a la euforia mundialista de Francia ‘98. ¿Es que en esta punta del mundo y a fines de la década del ‘90, no había anarquistas o squatters? ¿O sólo era ignorado por la prensa? A 16 años de la muerte de Soledad, Fernando Aiziczon, investigador asistente del CONICET en el Instituto de Humanidades (IDH, CONICET-UNC) hace un recorrido de la historia del anarquismo en Argentina.

 

¿Qué es el anarquismo?

Anarquismo significa sin autoridad ni poder, principios que dieron origen a un movimiento político de izquierda. Nace en Europa, a mediados de siglo XIX, y sus máximos referentes teóricos son Bakunin y Proudhon. Combate al capitalismo y las estructuras jerárquicas y sociales de poder, de allí su lema más famoso: “sin Dios, ni patria, ni amo”. Su crítica a toda forma de opresión y su sesgo anti organizativo chocan no sólo con la derecha sino también con el marxismo, que si bien propone una transformación radical del sistema capitalista, busca durante un período llevarlo a cabo dentro de la forma de organización estatal.

 

¿Cuál era la órbita de intervención de los anarquistas, si no era el Estado?

El anarquismo tuvo una fuerte inserción en el movimiento obrero argentino de principios de siglo XX, y se caracterizó por sus acciones directas: huelgas generales, ocupación de establecimientos, enfrentamiento con los rompehuelgas, la policía y el ejército, entre otras. También denunciaban la explotación laboral de la mujer, estaban en contra de la convención del matrimonio y luchaban por la igualdad de género.

 

¿Cómo imaginaban un cambio tan radical?

Mediante la huelga general insurreccional. Sus reivindicaciones eran totales: destrucción del sistema capitalista y sus estructuras jerárquicas Esos eran los fines, los modos variaban. A grandes rasgos había quienes creían en la acción individual –‘anti organizadores’- y otros que buscaban construir una intervención colectiva organizada; algunos reivindicaban métodos directos como el arrojar bombas a determinados personajes del régimen, mientras que otros priorizaban la esfera organizativa y de acumulación de poder.

 

¿Cómo fue el comienzo de estos movimientos en Argentina?

Entre fines del siglo XIX y comienzos del XX llegaron con la inmigración masiva los primeros activistas. Lograron una aceptación muy grande en el proletariado porque además desarrollaban una intensa vida política con inserción territorial. Fundaban bibliotecas populares y teatros, realizaban actividades para niños y para el poco tiempo de ocio que las jornadas laborales permitían, daban conferencias, editaban libros y periódicos obreros en varios idiomas -como La protesta Humana o La voz de la mujer-. Es decir, en términos culturales el anarquismo no tuvo rivales.

 

¿Y esa aceptación se dio también por parte de los trabajadores?

La corriente anarquista fue hegemónica dentro del movimiento obrero, en términos ideológicos y políticos. Eran sumamente combativos y conmemoraban los primeros de mayo como una jornada de lucha. Su inserción en sindicatos propició que en 1901 se funde la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), que fue el antecedente de la CGT que apareció en los años 30 y con una ideología totalmente distinta.

 

¿Qué repercusiones tenían estas acciones en la esfera pública?

Tenían mucho impacto. Su importancia en la vida política de nuestro país era tal que, por ejemplo, el primer centenario de la revolución de Mayo, en 1910, se celebró bajo estado de sitio para contener la combatividad de la clase obrera influida por el anarquismo

 

¿Hasta cuándo duró este lugar hegemónico?

A mediados de la década de 1910 comienza a decaer y para 1930 prácticamente el anarquismo había dejado de existir. Las principales causas fueron las leyes de Defensa y de Residencia, la fuerte represión estatal y la competencia por parte de otras corrientes de izquierda que sí cultivaban aspiraciones parlamentarias -como el Partido Socialista, o el Partido Comunista-, que son contemporáneos al nuevo escenario que surge a partir de la Ley Sáenz Peña. Finalmente, influyeron ciertos avances del yrigoyenismo en materia de derechos laborales.

 

¿Qué eran las leyes de Residencia y de Defensa Social?

En líneas generales, establecían que cualquier persona que realizara actividades peligrosas o que atentara contra el orden debía ser apresada o deportada sin juicio previo. En la práctica fue una herramienta de persecución y eliminación efectiva de militantes anarquistas. A esto había que sumarle la feroz represión policial, los fusilamientos y la acción de grupos de derecha, como la Liga Patriótica que surgió de las elites dominantes y a partir de la década del ‘20 comenzó a funcionar como fuerza paraestatal que perseguía y asesinaba sistemáticamente a militantes anarquistas.

 

¿Qué acciones eran consideradas peligrosas?

Un movimiento que pretende derribar el sistema reinante era visto como un riesgo, principalmente por las clases dominantes. Además los anarquistas decían que no tenían patria, y para una nación como Argentina que se está conformando, un sujeto que niega la identidad nacional es un peligro. Además, había un sector de estos militantes que vengaba los asesinatos y torturas policiales a trabajadores por vía de acciones directas violentas, como por ejemplo el atentado donde muere el jefe de policía Ramón Falcón perpetrado por Simón Radowitzky, quien pretendía vengar a los huelguistas que sufrieron la brutal represión durante la semana roja de 1909.

 

¿Cómo impactó la Ley Sáenz Peña?

Ésta fue aprobada en 1912 y permitió que en 1916 Yrigoyen sea elegido presidente. Estipulaba el voto obligatorio y universal –para argentinos varones mayores de 18 años-, lo que era percibido como una concesión de poder de las elites que habían gobernado hasta entonces -aunque un sector reformista de ellas sabía que cumplía la función de descomprimir tensiones sociales-. Esto implicó que los anarquistas perdieran su prédica ya que no concebían la posibilidad de integrarse a ese sistema mientras que los socialistas y los comunistas sí formaron partidos y se presentaron a elecciones para realizar modificaciones desde el parlamento. El anarquismo no, queda completamente afuera de ese esquema.

 

Entonces, la represión, la deportación y el encarcelamiento de militantes anarquistas, sumados a los avances en materia laboral, cierta apertura política y a la competencia de otros movimientos de izquierda, terminaron con el anarquismo en Argentina…

Como movimiento hegemónico sí. Después de los años ‘30 quedan pequeños grupos marginales, pero no vuelve a ocupar una posición dominante en la vida política del país. Después, el anarquismo se convirtió en una corriente casi simbólica, que tiene mucho que ver con la imagen que se construyó desde la literatura y que quizás involuntariamente contribuyó a generar una idea épica del militante anarquista.

 

Y en los años ´90, mientras en Italia tenía lugar la persecución de militantes anarquistas, como el caso de María Soledad Rosas, ¿qué pasaba en Argentina?

Si bien emergieron novedosos movimientos de resistencia al neoliberalismo de la época, como los piqueteros, el anarquismo no tuvo intervención alguna. Sí existieron militantes dispersos en los ’90 pero que conformaron micro-experiencias para hacer frente a un sistema con el que no acordaban, pero sin intentar derribarlo. No tienen una estrategia de intervención respecto del movimiento obrero, lo cual marca una diferencia taxativa respecto la corriente clásica, aunque conservan el concepto de autogestión o cultivan un difuso autonomismo, muy de moda a fines de los ‘90. Lo curioso de esta época es que a pesar de haberse perdido como corriente política el anarquismo comienza a ser muy ponderado como objeto de estudio académico, y valorado como corpus de ideas pedagógico.

 

 

Fernando Aiziczon es historiador e investigador asistente del CONICET. Ha publicado libros sobre autogestión obrera y numerosos artículos que abordan temáticas relacionadas con la acción colectiva, la protesta social y el rol de los militantes en las mismas en la historia argentina de las últimas 2 décadas. En la actualidad desempeña sus actividades científicas en el Instituto de Humanidades (IDH, CONICET-UNC) y es docente en el Departamento de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba.

Por Mariela López Cordero