SERIE DIDÁCTICAS

Abordar la lengua desde la literatura

El investigador José María Gil analiza cómo se abordan estas disciplinas en el aula.


“Una enseñanza de la lengua sostenida por la literatura no busca formar una sociedad de autores literarios, sino a lectores y hablantes competentes”, asegura José María Gil, doctor en Filosofía, docente e investigador independiente del Consejo en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP). La comprensión de textos literarios favorece la habilidad lectora y el desarrollo de la capacidad de comunicación, que permite expresarse correctamente y ser entendido por otras personas integrando una buena lectura, escritura y habla. La habilidad lectora es necesaria y está relacionada a la habilidad comunicativa. “Cuando una persona comprende y mejor aún, disfruta los textos será una lectora competente porque la comprensión de textos involucra procesos cognitivos mediante los cuales se pueden comprender textos poco complejos”, explica. La lectura no es un proceso pasivo. En ella intervienen diferentes áreas del cerebro formando un proceso neurocognitivo en el que intervienen el área de lectura y de comprensión y producción del habla.

¿Cómo trabajar en el aula?

El investigador destaca la importancia de desarrollar una planificación amplia y detallada de los textos que van a poder tratar los niños y los adolescentes en cada uno de los años de la escuela primaria y secundaria. Esta planificación debe involucrar listas de lecturas, cronogramas específicos, ejemplos de pruebas verosímiles y criterios de evaluación. Es necesario apuntar al desarrollo de las capacidades y habilidades fundamentales del aprendizaje de la lengua como capacidad lectora y de producción de textos coherentes. La planificación y los recursos didácticos complementarios ayudan a sostener lo que parece seguir siendo un método muy eficaz para enseñar lengua a partir de la literatura: leer el texto en el aula con los alumnos para después comentarlo, analizarlo y disfrutarlo.

Experiencia en el aula. El año pasado, desarrollaron una experiencia en sexto grado sobre la enseñanza del Martin Fierro de José Hernández. Para trabajar la lengua a partir de este libro, elaboraron actividades y recursos audiovisuales, algo que por lo general sirve como disparador para los chicos. En este caso, se prepararon dos videos sobre los pasajes más significativos de la obra con escenas de la película Martín Fierro (ver aquí y aquí). Estos videos fueron hechos por el investigador para utilizar en las clases.

Los recursos que pueden usarse para enseñar lengua son numerosos y variados. “Más allá de los recursos concretos que se desplieguen es fundamental tener en cuenta que la lectura y el análisis de los textos literarios deberían ser significativos”, resalta Gil y agrega: “Un aporte grandioso de los textos literarios es que no nos exponen no sólo ante la multiplicidad del significado sino ante nuestro descomunal potencial creativo”.

Los múltiples y variados significados que pueden tener los textos no se reduce a una parte del mismo o a un texto breve sino en el significado del texto en general. El Martín Fierro puede interpretarse como una narración, es decir, como una historia, pero también como una argumentación.

Captar el interés de los estudiantes:

Como bien explica el investigador, para la gran mayoría de los niños y adolescentes, la escuela será la principal y tal vez la única instancia en la que puedan involucrarse directa y sistemáticamente con la literatura. Si no se los desafía con diferentes textos literarios, es muy posible que nunca lleguen a siquiera considerar si la literatura les gusta o no.

“Desde mi experiencia, la dificultad para atraer el interés de los estudiantes a la hora de trabajar literarios guarda relación, entre otras cosas, con la edad de los chicos”, comenta José María y agrega: “En líneas generales, los niños pequeños manifiestan entusiasmo por casi todo aquello que se les propone leer. Por cuestiones propias del desarrollo biológico y cultural, los adolescentes suelen manifestar una aversión o indiferencia contraria al entusiasmo de los chicos”. Aunque aclara que no hay dos grupos o personas iguales, sugiere que los alumnos de secundaria son los más difíciles a la hora de generarles interés.

El soneto de Góngora. El investigador toma como ejemplo el soneto “Mientras por competir con tu cabello” de José Luís Góngora. Luego de leerlo por primera o segunda vez, los adolescentes suelen no comprenderlo o sentir rechazo, espanto o indiferencia. Esto provoca que haya más dificultades para enseñar poesía. Esto se debe a que los estudiantes no valoran los textos del mismo modo que los docentes. “El soneto de Góngora conmueve, entusiasma o simplemente le gusta al docente que, por vocación o pasión, enseña poesía. Sin embargo, a los docentes nos cuesta hallar estrategias que les permitan a los alumnos entender de qué se trata este poema” explica y añade: “Muchas veces también nos cuesta hacerles ver por qué creemos que este texto merece algún tipo especial valoración, tal vez del mismo modo o superior a la de la letra de una canción de Maluma o a los mensajes de las celebrities que se replican en Twitter e Instagram”. El texto de Góngora le puede mostrar a los adolescentes que el intento de conquistar a la persona amada o deseada no es algo nuevo que ellos hayan descubierto. Si los adolescentes se dan cuenta de esto, el texto puede llegar a gustarles.

Para Gil, el mayor desafío del docente de lengua y literatura es cómo llegar a un punto de equilibrio entre las obligaciones curriculares y el placer del texto.

Por Camila Hroncich

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