CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

“Nuestra relación con el cielo nos cautiva”

Néstor Camino, investigador del CONICET, cuenta cuáles son los desafíos de enseñar Astronomía y analiza el vínculo entre esta ciencia, la sociedad y la educación.


Néstor Camino es investigador independiente del CONICET en el Departamento de Didácticas Específicas de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de la Patagonia ‘San Juan Bosco’, en Esquel, Chubut. Porque además de ser astrónomo y profesor de Física, es Doctor en Ciencias de la Educación y, desde esta mirada, estudia el lazo entre la sociedad y el cielo.

Durante su charla ‘La enseñanza de la Astronomía, nuestro vínculo con la gente’ – en la 60º Reunión Anual de la Asociación Argentina de Astronomía, realizada en el Observatorio Pierre Auger en Malargüe, Mendoza – analizó cómo los conocimientos que se generan en esta disciplina llegan e impactan en la sociedad.

“El cielo, independientemente del acercamiento a través de la Astronomía, siempre motiva, impacta, hace pensar y emociona. A lo largo de la historia de la humanidad eso canalizó de muchas maneras diferentes: podés hacer arte, literatura o, en la búsqueda por saber más, hacerte preguntas y transformar eso en una disciplina científica”, aseguró.

 

¿Existe un interés de la sociedad en las ciencias astronómicas?

Me parece que a las personas nos cautiva la relación – histórica y actual – que tenemos con el cielo. De cierta forma la Astronomía es una especialización que desarrollamos los seres humanos para entender algunas preguntas que nos hacemos. Pero creo que lo que nos motiva va más allá: la disciplina científica aparece por el impacto que el cielo tiene sobre las personas.

 

Desde la educación, ¿es fácil trabajar estos temas?

Considero que el vínculo entre los astrónomos y la sociedad debe ser un continuo, un dialogo entre ambas partes. A veces la Astronomía, como disciplina, ha establecido una especie de burbuja que perdió relación con la gente, del mismo modo que la sociedad perdió la relación con el cielo por vivir en las ciudades y al ritmo actual. Creo que el interés y la motivación surgen según se planteen las cosas. Cuando uno habla de agujeros negros se dispara la fantasía y es un tema muy atractivo; pero también interesa si vos planteás bien porqué las sombras de las cosas van cambiando instante tras instante o porqué la luna se ve distinta noche tras noche. Y ahí entran en escena la enseñanza y didáctica de la Astronomía.

 

¿Qué herramientas son útiles a la hora de enseñar?

Yo trabajo en general sobre la observación a ojo desnudo, cómo vivenciar y revincularse con el cielo. Eso no quiere decir no usar tecnología, sino recuperar miradas que se fueron perdiendo. No hay duda que los astrónomos son los que construyen conocimiento científico pero, ¿cómo hacés para que la gente salga a mirar el cielo con las herramientas que da la Astronomía para las preguntas que nos hacemos en la actualidad? Los chicos que nacen hoy ya están insertos en una sociedad que tiene a través de la Astronomía una mirada particular sobre el cielo: la escuela, los medios y la familia deberían acompañar el crecimiento de estos chicos de modo que cuando miren el Sol no piensen que está hecho de fuego, o que cuando miren las estrellas no crean que son solo puntitos luminosos. Se busca que tengan una visión que incorpore elementos del conocimiento científico actual, ya no con ideas y concepciones de otras épocas o de otras culturas, que no nos son propias. En este sentido, es muy importante conocer de qué manera evolucionaron otras culturas, quizás en otras épocas, e incluso la misma Astronomía para ver cómo se construyeron miradas sobre el Universo a través de la historia.

 

¿Cómo es este pasaje de conocimientos anteriores a los actuales? ¿Cómo se conjugan?

A mi me gustaría que los más jóvenes vean el cielo con ojos actuales, pero que también conozcan las miradas que existían antes. Hoy miramos las estrellas, reconocemos que tienen diferentes colores y tenemos una explicación física que nos satisface: esa es nuestra mirada actual. Hace 150 años también se sabía que las estrellas tenían color, porque se veía, pero no había una explicación satisfactoria. Y hace miles de años obviamente el color de las estrellas también estaba ahí pero tenía quizás otra connotación, incluso mitológica o simbólica. Entonces el punto es mirar para atrás sabiendo que las anteriores eran explicaciones adecuadas a las necesidades y a las preguntas que se hacía la gente en ese momento, y que de acá a 50, 100 o 200 años quizás muchas de las cosas que consideramos vigentes o importantes no lo van a ser. Eso también ayuda mucho a trabajar la forma en que hacemos ciencia, es decir, entender que se trata de un proceso social, de búsqueda para dar respuesta a las preguntas de hoy, no a preguntas universales y eternas, que no existen.

Por Ana Belluscio.