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La tradición de investigación científica, que ha sido reconocida en Argentina con tres premios Nobel en disciplinas científicas, hoy enfrenta desafíos derivados tanto de las mutaciones de la propia práctica científica como de nuestra realidad nacional. El CENPAT no es ajeno a este cambio. Desde su etapa fundacional a la actualidad han transcurrido sólo 40 años, que pueden parecer escasos para la Historia pero que son suficientes para evaluar un cambio de paradigma. La institución científica es creada para investigar lo que se daba en el amplio laboratorio natural del Sistema Geográfico Valdés. En la actualidad nuestras áreas de investigación abarcan toda la costa patagónica, y se extienden a problemáticas que trascienden la Patagonia con el único fin de crear un abundante conocimiento que permita administrar en forma responsable nuestra atmósfera, el agua, la tierra y en definitiva el rol del hombre en este complejo sistema. Sin desdibujar las particularidades de la ciencia, el lineamiento político nacional actual esta basado en dos pilares fundamentales: la formación de RRHH de alto nivel, y la vinculación con sectores no estrictamente científicos de la sociedad. Es bajo estas premisas que se desenvuelve un plantel científico del CENPAT integrado por 66 investigadores que durante los últimos 3 años han dirigido 20 tesis doctorales y han mantenido rigurosos estándares de publicación científica internacional. Existen actualmente 83 proyectos en ejecución, y el 34 % de ellos corresponde a investigación aplicada o tiene transferencia inmediata. Por otro lado, se ha generado una infraestructura para ofrecer a la sociedad un servicio o la asesoría en tópicos de gestión y manejo de recursos que requieren un conocimiento acabado de los sistemas naturales. La oficina de Vinculación Tecnológica tiene como función organizar la oferta de nuestro principal producto, el conocimiento, e integrar demandas que hasta el presente eran dispersas y en ocasiones articuladas en forma individual por cada investigador. El carácter institucional no sólo genera para el investigador beneficios económicos y académicos en el sistema de evaluación actual, sino que le da respaldo institucional a la actividad de transferencia científico-tecnológica. La proyección de los últimos tres años indica que, sobre una producción anual promedio de 190 documentos (artículos científicos, libros, o capítulos de libros), sólo el 5% fueron informes técnicos. Este es un cociente que deberá ser revertido si entendemos que la ciencia es la principal fuerza productiva de nuestra época. Pero este objetivo debe perseguirse partiendo de una trama que involucra también al apoyo gubernamental así como una fuerte alianza con los sectores productivos y el resto de la sociedad. Es necesario considerar entonces estas nuevas dimensiones para promover el desarrollo de la cultura científica en nuestro país, como fundamento y promotor del desarrollo económico y social de nuestra comunidad.

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