“Mujeres blancas buscando salvar a las mujeres color café de los hombres color café.” O reflexiones sobre desigualdad y colonialidad desde el feminismo poscolonial”

KARINA BIDASECA

Cultura, poder y desigualdad

CLACSO

Lugar: BS AS; Año: 2009; p. 1 - 25

Me referiré a un caso extremadamente sensible, polémico y muy discutido en la sociedad salteña entre 2005 y 2006 que, repentinamente, lo selló (y posiblemente como explica Toni Morrison,  haya “olvidado como una pesadilla”). Remite a un fallo de la Corte de Salta sobre el procesamiento dictado a un hombre wichí de 28 años, hijo del chaman, en la comunidad wichí Lapacho Mocho- ubicada a 18 kilómetros de la ciudad de Tartagal, al norte de la provincia de Salta. Fue acusado de haber violado a la hija de su concubina, una niña de “alrededor de 10 años” (pues no se sabe con certeza su edad), quien se convirtió en madre. Hablaré entonces de un colonialismo discursivo, cuando las voces “bajas” (Guha, 2002)  de las mujeres, ese instrumento del cuerpo que puede emitir sonidos (grito) o palabras (política) (Aristóteles; Ranciére), sencillamente no aparecen, son fagocitadas o representadas o traducidas, o cuando lo hacen deben pedir permiso. Entiendo sus voces como instrumento político del sujeto, ensayando, en los pliegues que presenta el caso, desplegar  lo que llamo una “teoría de las voces”[ desde la conceptualización de Anibal Quijano (2000) de su “colonialidad del poder” que incluye el tratamiento de la política de la subjetivación en curso.