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Entre la segunda mitad del siglo III y la primera del II a.C. la Confederación aquea experimentó una notable expansión por el Peloponeso, la cual la llevó a unificar dicha península bajo su estructura federal. Escribiendo poco después del 167 a.C., Polibio puso el acento en su libro II en una identidad entre ésta y el espacio geográfico-político del Peloponeso. Pero es posible que esta afirmación no fuera parte de un discurso propio del historiador aqueo, sino una muestra de un discurso que circulaba al interior de algunos sectores de la elite política aquea. En los términos planteados por Polibio, con todo, esta identificación se pretendía establecer en el pasado federal más remoto, adoptando un sentido teleológico desde la conformación de la Confederación hacia el 281/0 a.C. Generalmente se ha sugerido, desde otra perspectiva, que esta identificación geográfico-política formaba parte de un discurso político de territorialización que se remontaría a Arato y su nueva política federal que superaba los límites étnico-geográficos estrictamente ?aqueos?. En ese trabajo nos interesa, en cambio, entender esta identificación entre el espacio geográfico del Peloponeso y el espacio político de la Confederación como un tópico central de la construcción de la identidad aquea que resultaba útil dentro de ciertos sectores de la elite política aquea. Desde esta perspectiva, se busca desligar este discurso de unidad de Polibio, entendiendo su opinión sólo como una puerta de entrada más para conocer la estrategia de identificación y territorialización con respecto al Peloponeso. A través de otros testimonios literarios presentes en Pausanias, Plutarco y Tito Livio se puede acceder a la historicidad de un discurso que, lejos de ser original, fue un constructo histórico de varias décadas que comenzó a adoptar sus características centrales entre fines del siglo III y comienzos del II a.C.

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