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Desde fines de la década de 1960 y comienzos de los años 70, un grupo de teóricas nucleadas en torno a la revista francesa Questions Féministes desarrolló diversas investigaciones sobre la categoría de sexo. Ellas vincularon de modo creativo la teoría marxista (el materialismo histórico) y el feminismo de la época para construir un prisma de análisis original, que denominaron inicialmente feminismo radical y luego feminismo materialista. Sus principales artífices fueron Nicole-Claude Mathieu, Christine Delphy, Colette Guillaumin, Monique Wittig y Paola Tabet. Un interés común guiaba sus indagaciones: la necesidad de mostrar el carácter económico y material de la opresión de las mujeres. ¿Por qué existe una asignación diferencial de las personas que toma como base ciertos rasgos somáticos o anatómicos, contingentes, para derivar desde allí toda una serie de trabajos, roles, expectativas y destinos? ¿De qué forma se construyen subjetividades sexuadas, es decir, individuos percibidos como varones o como mujeres? ¿Qué intereses subyacen a esta singular partición de lo humano? ¿Qué beneficios otorga y, por el contrario, qué opresiones instala? Se trataba, en definitiva, de examinar el funcionamiento de la opresión sexista a partir de sus bases materiales, más precisamente, la apropiación del trabajo y la construcción de los cuerpos para cumplir con diferentes mandatos y finalidades sociales. El objetivo era claro: analizar la economía política del sexo, comprender sus mecanismos, para encarar su transformación. Este libro, derivado de mi tesis doctoral y publicado gracias a la Asociación Argentina para la Investigación en Historia de las Mujeres y Estudios de Género (AAIHMEG), intenta contibuir al estudio de una corriente que, a pesar de sus aportes pioneros al campo de las teorías feministas, todavía es escasamente reconocida.

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