PERSONAL DE APOYO
GOMITOLO Mercedes SofÍa
congresos y reuniones científicas
Título:
Una cartografía basada en conflictos: sentidos, usos y propiedad del Delta Entrerriano y Santafesino (1990 ? 2017). Supuestos, preguntas y recorridos en el proceso de investigación
Autor/es:
GOMITOLO, MERCEDES
Lugar:
Paraná
Reunión:
Jornada; I Jornadas de Investigación en Ciencias Sociales UNER-CONICET. Principales resultados y líneas de trabajo; 2017
Institución organizadora:
CITER - UNER CONICET
Resumen:
En la siguiente ponencia vamos a presentar las principales aristas de nuestro objeto de conocimiento. Para ello haremos una breve referencia al proceso de producción con sus vaivenes. Partimos, hace dos años ya, en un rumbo imaginado e imaginario, eminentemente teórico que se originó a partir de una línea de investigación que se proponía desentrañar las relaciones entre las áreas naturales protegidas y las poblaciones locales en Entre Ríos, así como también las articulaciones entre los modelos de conservación y desarrollo. En la medida que fuimos transitando, las preguntas iniciales fueron metamorfoséandose al ritmo de las palabras de los actores. En aquel momento originario la cuestión se centraba en los estilos de desarrollo . Notamos entonces cómo ciertas categorías conceptuales barajadas a priori no encajaban en los relatos, o los procesos relatados no encajaban en las categorías propuestas, o las categorías no resultaban suficientemente explicativas para abordar los discursos y las prácticas que comenzábamos a observar. Fuimos recorriendo entonces diferentes marcos conceptuales de referencia. La pregunta latente era ¿cómo comprender las transformaciones territoriales en el Delta del Río Paraná? ¿Cómo contener ?en esa comprensión- la complejidad que resulta del dinamismo ambiental, propio de un territorio insular cambiante, la multiplicidad de actores y actrices en la heterogeneidad de los discursos, las lógicas en apariencia contrapuestas de conservación ambiental e intensificación productiva? A la vez nos preocupaba ¿cómo hacer para que en la comprensión no se diluyera la heterogeneidad de territorios emergentes en ese territorio?***Constatamos que los procesos de valorización, ocupación y puesta en valor de nuevas tierras para diferentes usos, aunque muy especialmente para la producción agropecuaria, la minería y el turismo asociado al ambiente, que comenzaron a manifestarse promediando los 90 del Siglo pasado en el territorio nacional (Silli y Soulomon, 2011) , eran también observables en la porción superior de islas y riberas del delta del Río Paraná, a través de los relatos de funcionarios y técnicos de gobierno. No obstante, justamente por la singularidad, nos encontramos con un vacío informativo al respecto, ya sea por toparnos con la negativa para acceder a la información , ya sea porque efectivamente no se había producido información estadística o sistematizada sobre los usos de las islas, sobre la producción y valorización en las islas como, por ejemplo, para desentrañar la estructura agraria. Entre tanto, si bien no disponíamos de información estadística que nos permitiera analizar la dinámica productiva sobre las islas, advertimos que resultaba necesario considerar otras variables relevantes como los pulsos de crecida del río Paraná, con la consecuencia del riesgo hídrico. Podíamos avanzar en indagar en las dimensiones y preguntas constitutivas al análisis de la estructura agraria siguiendo una estrategia cualitativa para acercarnos a los cambios en los usos de las tierras y a su propiedad.Nos encontramos con estudios que ponen la mirada en el sujeto ?isleño? (Malvarez, Boivin y Rosato, 2008), en el abandono de las islas como lugar de residencia y trabajo pero destacando una territorialidad múltiple en la continuidad entre la vivienda familiar situada en la ribera y la isla como espacio de trabajo, así como también estudios que presentan panoramas diagnósticos sobre la situación del Delta entrerriano en términos de sus recursos ambientales, legislaciones vigentes, usos productivos, conflictos, elaborados por la ONG Wetlands (2010, 2013). Dichos estudios nos sirvieron de puertas de ingreso a la temática, evidenciando la relevancia y oportunidad de este estudio.En la porción del Delta en la que posamos la mirada, zona de jurisdicción compartida por las provincias de Santa Fe y Entre Ríos , hallamos la superposición de diversas territorialidades o territorialidades múltiples y/o superpuestas (Haesbaert, 2011; Mançano Fernandez, 2011; Agnew y Oslender, 2010). No sólo en función de la delimitación gubernamental-administrativa, sino al considerar los procesos de ocupación y construcción de sentido territorial, con sus respectivas lógicas. Paralelos a procesos de pampeanización del territorio insular, actores estatales y privados impulsaron procesos de ambientalización del Delta trazados con las declaraciones de diversas figuras de conservación ambiental entre las que destacamos al Parque Nacional Pre- Delta (1994), Parque Nacional Islas de Santa Fe (2010), Sitio Ramsar Delta del Paraná (2016), Reserva Múltiple de Victoria . Sobre estos nuevos territorios y territorialidades nos interesa preguntarnos ¿Qué procesos territoriales formaron parte de la configuración del Delta entrerriano y santafesino? ¿Quiénes son los actores que disputan sus usos, formas de valorización y apropiación? ¿Cómo se entablan las relaciones entre los diferentes actores y actrices con dichas áreas? ¿Cómo se despliegan y singularizan las prácticas estatales? ¿Cómo cambian las prácticas de los habitantes al ser transformados sus territorios de vida? ¿Qué ocurre en la superposición de lógicas territoriales? ¿Cuáles son las lógicas globales, con sus modos de articulación política y económica, que vienen transformando estos territorios? ¿Cuáles son los conflictos subyacentes en los procesos de territorialización? En síntesis, ¿cómo las relaciones sociales singulares y contextualizadas en las escalas que van de lo local a lo global generan territorialidades y territorios? A la vez que nos preguntamos ¿cómo esos territorios promueven, potencian y condicionan determinadas relaciones de vida y reproducción?De acuerdo a lo que venimos diciendo, nos animamos a enunciar de modo hipotético que las diferentes agencias del Estado y actores productivos de capital concentrado, impulsan procesos de ocupación y control del territorio, construyendo una nueva cartografía doble, en la que confluyen dinámicas de conservación ambiental y de intensificación productiva sobre ese mismo ambiente. Estas lógicas constituyen también las bases para la emergencia de conflictos por los usos, propiedad y sentidos de la tierra que tienden a expulsar a los actores de menos recursos.Aquí cabe entonces ingresar en el terreno conceptual del territorio . Entendemos a los territorios como materializaciones de las relaciones sociales y, a la vez, como sustento identitario de los sujetos que los habitan (Nates Cruz, 2011; Calvillo Velazco, 2012). Desde esta perspectiva se torna visible el carácter de doble condicionamiento de la relación, cuyo componente constitutivo son las relaciones de poder en sentido amplio, destacando junto con Haesbaert dos dimensiones de esa interacción entre las relaciones y el control espacial: una más concreta, a la que se la puede denominar como dominación y otra más simbólica a la que podemos identificar como apropiación (Haesbaert, 2007, 194). De acuerdo a lo dicho, convenimos que ?no existe un territorio en sí, sólo existe un territorio para alguien que puede ser un actor social, tanto individual como colectivo, que lo incluye desde la planeación y el ordenamiento territorial, hasta el decoro del hogar o el acceso a los recursos? (Nates Cruz, 2011, 211- 212). En este sentido, son las prácticas y significaciones de los sujetos en contexto las que nos interesan para dar cuenta de la construcción espacial.Para continuar dándole sustento a la idea de territorio con la cuál trabajamos, nos hacemos eco de la propuesta de Rogerio Haesbaert al destacar dos dimensiones analíticas: una de carácter ontológico y otra de carácter epistemológico, refiriéndose sucesivamente a modos de ser, hacer y vivir territorios y a modos de pensarlos y comprenderlos.En ese sentido, trabajamos también a partir de una hipótesis de carácter heurístico y es que el estudio de los conflictos por la tierra (abarcando las siguientes dimensiones: usos, sentidos, propiedad) nos posibilita divisar la trama de las relaciones de poder que configuran el territorio, en este caso, del Delta Superior Entrerriano y Santafesino.Esta idea requiere traer algunas de las precisiones conceptuales sobre las cuáles nos apoyamos para abordar la conflictividad territorial. Partimos de la tipología propuesta por Mançano Fernandez, quien define lo territorial ?como una relación de poder caracterizada por una conflictividad permanente. Los conflictos son componentes de ella, pero también está constituida por la disputa entre diferentes modelos de desarrollo. La conflictividad es un proceso constante, retroalimentado por las contradicciones y desigualdades del capitalismo? (2012, 2) El trasfondo que propone el autor es el de la hegemonía capitalista, brindándonos el marco macrosocial para pensar estos procesos que resultan multiescalares. En su clasificación distingue tres territorios. El primer territorio es el definido por la gobernanza Estatal en sus diferentes niveles de actuación. El segundo, se delimita en función de la propiedad territorial y el tercero por los usos, por las formas de uso, reconociendo específicamente en esa dimensión al ámbito de la conflictividad. Nos resulta de interés retomar la noción de propiedad concebida ?como espacio de vida, que puede ser privada o comunitaria. Todos los sistemas políticos crean propiedades con diferentes formas de organización del espacio. Las propiedades se pueden definir por su valor de uso y/o por su valor de cambio? (2012, 4) A la vez, profundizando en aspectos metodológicos argumenta que ?A través de las formas de uso de los territorios es que podemos mapearlos dentro del primer territorio a fin de tener más detalles sobre la conflictividad. Cuando se confunde un territorio propiedad privada con un territorio espacio de gobernanza se pierde la precisión del análisis y se deducen generalidades? (2012, 4-5).Si bien incorpora una perspectiva marxista en sus análisis, coincide con la perspectiva enunciada al principio al reconocer que ?los sujetos producen sus propios territorios y la destrucción de estos territorios significa el fin de esos sujetos. La desposesión también destruye sujetos, identidades, grupos sociales y clases sociales (?) Sujetos, grupos sociales, clases sociales no existen sin sus territorios. Tal es el sentido supremo de la lucha por el territorio de los pueblos campesinos e indígenas. El capitalismo siempre se apropió y/o subordinó las otras relaciones sociales y sus territorios. La desposesión significa la intensificación de la destrucción de los territorios no subordinados y es justamente en este punto donde se destacan las formas de resistencia que emergen en los campos y en las zonas rurales, mucho más que en las ciudades?En línea con este último aspecto, la investigación de Fernanda Figurelli ubica la mirada en lo que podríamos llamar las tramas vitales de los conflictos por la tierra en el Brasil de los Sin Tierra. ?La etnografía ?escribió- revela un conflicto que se extiende más allá de un espacio y tiempo concretos, que ve sus límites deshacerse en el cotidiano y en las historias personales. El conflicto deja de ser una contienda entre dos partes enfrentadas, una contienda posible de ser separada de las demás relaciones, pero no por eso deja de existir. Por el contrario, sólo deja de ser sustancia y se expande superando las demarcaciones acostumbradas para pensarlo? (2012, 184). Al priorizar las perspectivas de los actores involucrados antes que la cronología de acontecimientos en pos de la construcción de una narración verdadera del conflicto, se revelan las disímiles narrativas y así las relaciones sociales que entretejen los conflictos con lo cuál ?los registros (?) se tornan inseparables de las interacciones constitutivas de las ocupaciones. Se tornan así dinámicos y subordinados a las relaciones sociales a partir de las cuáles se hacen y rehacen? (2012, 187). Este enfoque como oportuna bisagra, nos abre el camino para indagar desde los puntos de vista y narrativas de los sujetos.Para cerrar ?provisoriamente- las discusiones en torno a los enfoques teóricos y metodológicos sobre el análisis de los conflictos territoriales, nos resulta interesante traer la propuesta que desarrolla Gabriela Merlinsky (2013). Si bien su objeto de conocimiento se recorta en función de los conflictos ambientales, consideramos que éste es un aspecto de los conflictos territoriales. De su propuesta nos interesa considerar las dimensiones que utiliza a la hora de analizarlos y narrarlos: la escala, la inscripción territorial, las controversias sociotécnicas, el perfil de los actores participantes en la controversia, los patrones de acción colectiva, la juridificación, la inscripción institucional de las demandas. No obstante su interés central está puesto en divisar la emergencia de la cuestión ambiental en la arena política en sus diferentes escalas y los modos de construcción de las acciones colectivas en torno a los conflictos. Consideramos que estas características tomadas a priori, no resultan apropiadas para los conflictos territoriales que hemos divisado en la zona de nuestro interés, ya sea porque no necesariamente han tomado público conocimiento o se han convertido en motivo y motor de acciones colectivas. Un breve recorrido por los conflictos observados, nos sitúan por una parte, en la fundación del Parque Nacional islas de Santa Fe y en la exigencia institucional de desplazar y ?relocalizar? las familias que habitan las islas y que quedaron incluidas fronteras adentro del área protegida. Un segundo conflicto, nos posiciona en el Departamento de Victoria, Entre Ríos, a raíz de los endicamientos y terraplenes construidos en islas por parte de actores no-locales de capital concentrado, con el fin de adaptar el territorio insular en pos de la producción. La contienda allí se articula tanto con el Estado municipal como con habitantes y pequeños productores que viven de y en la zona y que se ven impedidos de circular en los arroyos, entre otras consecuencias. Consideramos que estas no son las únicas disputas que emergen en el Delta del Paraná, en el área de nuestro interés y que mediante el trabajo de campo iremos visibilizando otras que aún permanecen solapadas.Ahora bien, en este entramado nos queda dar cuenta de por qué apuntamos a elaborar una cartografía. Los mapas son una tecnología, una estrategia narrativa (Ares y Risler, 2015), son discursos, textos, objetos de estudio y producción del campo de la geografía. La producción de mapas es una práctica instauradora de poder, marca, evidencia y ocupa. Como nos enseña Harley: ?El poder viene del mapa y atraviesa la forma en que están hechos los mapas. La clave de este poder interno es, entonces, el proceso cartográfico. Con esto me refiero a cómo está compilados los mapas y a cómo se eligen las categorías de información; la manera en que se generalizan, el conjunto de normas para la abstracción del paisaje; cómo los elementos del paisaje se forman en jerarquías, y como los diferentes estilos retóricos, que a su vez reproducen el poder, son empleados para representar el paisaje. Clasificar el mundo es apropiarse de él de tal manera que todos estos procesos técnicos representan actos de control sobre sus imagen, que se extiende más allá de los supuestos usos de la cartografía? (2005, 202). Sobre el Delta del Río Paraná entrerriano y santafesino encontramos mapas variados pero principalmente dedicados a la geografía física, a la ecología, a la biodiversidad ambiental, a los mosaicos ambientales y algunos otros recortes pero siempre en ese sentido. Por medio de fotografías aéreas un equipo de científicos con el apoyo de una organización no gubernamental con fondos holandeses construyeron mapas que muestras los endicamientos (Blanco, 2010). Con excepción de ese tipo de intervención humana en las islas, observamos la ausencia de una cartografía social que nos permita evidenciar, mostrar y marcar el territorio a partir de sus conflictos, para leer, a fin de cuentas, las relaciones de poder en los territorios.