INVESTIGADORES
VARGAS GIL Silvina
congresos y reuniones científicas
Título:
Glomus intraradices como protector del daño oxidativo causado por Macrophomina phaseolina y Fusarium virguliforme en soja.
Autor/es:
CELINA LUNA; SILVINA VARGAS GIL; MARINA BRESSANO; MARIELA CURETTI; GUILLERMO BENITEZ; DANIEL DUCASSE; GUILLERMO MARCH
Lugar:
Rosario
Reunión:
Congreso; Mercosoja; 2006
Resumen:
Las micorrizas vesiculo-arbusculares (MVA) son asociaciones simbióticas entre un amplio rango de especies vegetales, que incluyen angiospermas, gimnospermas, pteridófitas, y algunas briófitas, con un limitado rango de hongos pertenecientes al orden Glomales (Harrison, 1999). Estudios previos han demostrado que la interacción planta/micorrizas aumenta la tolerancia a diversos factores de estrés biótico y abiótico y entre los mecanismos involucrados se mencionan la mayor capacidad de las plantas micorrizadas para incorporar nutrientes minerales y agua, junto con un estímulo en el metabolismo fotosintético (Auge 2001). Algunas investigaciones señalan la participación de las MVA en el alivio del efecto del  estrés hídrico y por metales pesados (Ruiz Lozano, 2003; Schützendübel and Polle, 2002) sin embargo, se conoce menos sobre los mecanismos involucrados en la tolerancia de plantas micorrizadas a hongos patógenos.                         Entre las enfermedades desarrolladas por hongos patógenos del suelo que afectan al cultivo de soja se destaca la “podredumbre carbonosa del tallo”, causada por Macrophomina. phaseolina. El síntoma diagnóstico de la enfermedad es el aspecto gris acerado de la parte basal del tallo y la parte superior de las raíces, lo cual puede apreciarse mediante cortes longitudinales de las plantas afectadas. Las mismas pueden marchitarse y morir prematuramente, con la consecuente disminución en la producción de semilla. Ésta enfermedad causa pérdidas importantes en el cultivo de soja que oscilan entre el 30 y el 100% (Cabrera et al., 2001). Otro hongo patógeno que ataca al cultivo de soja es Fusarium virguliforme, el cual promueve el “Síndrome de la Muerte Súbita” de la soja y que en ataques severos puede producir mermas de rendimiento que varían entre el 20 y el 80 %, dependiendo del cultivar y del momento de infección. El hongo se encuentra en el suelo o en restos de raíces. La infección de las plantas se produce a través de las raíces y causa podredumbre radicular, pero también puede manifestarse en el follaje. Los síntomas foliares aparecen generalmente después de floración y consisten en manchas cloróticas internervales que pueden necrosarse y coalescer en áreas cloróticas mayores que luego se necrosan. Las hojas quedan de color marrón, a excepción de las nervaduras que permanecen verdes y es frecuente observar la caída de los folíolos pero no de los pecíolos. Entre la escasa información que correlaciona a las micorrizas con M. phaseolina se encuentra la obtenida por Zambolin y Schenck (1983) quienes observan que al incorporar Glomus moseae a suelos infectados por M. phaseolina la respuesta de la planta y el peso de los granos fueron comparables al control no infectado. Sin embargo G. moseae no alteró significativamente el porcentaje de raíces infectadas o el número de esclerocios producidos por M. phaseolina por gramo de suelo. Los resultados mostrarían que la presencia de G. intraradicesaliviaría el daño oxidativo. Tal efecto  se ve acompañado por un mejor estado fisiológico de la planta, comparado con las plantas sin micorrizar y en presencia de los hongos patógenos, según lo muestran las fotos 1 y 2 tomadas hacia el final del experimento (luego de 12 semanas de tratamiento): Las plantas de soja micorrizadas de acuerdo a lo esperado, mostraron evidencias de aumentos en la biomasa comparada con el control sin micorrizar (Fotos 1 y 2, tratamientos 1 y 2). Estos resultados concuerdan con AbdelFattah (1997) quien sostiene que la presencia de MVA en plantas de soja incrementó su peso freso y seco, contenido de P, N y número de nódulos, en comparación con plantas no micorrizadas. Además y como dato a destacar, las plantas micorrizadas e inoculadas con ambos hongos patógenos, presentaron mejor apariencia en cuanto a biomasa vegetal, que las plantas no micorrizadas sometidas a dicho estrés biótico (Fotos 1 y 2, tratamientos 3 y 4). Este efecto fue más evidente en soja+G. intrarradices+M.phaseolina que en F.virguliforme. Los resultados muestran que G. intraradices si bien no impide la infección por M. phaseolina  y  F. virguliforme, alivia el daño oxidativo y mejora la calidad de las plantas de soja.