BECAS
HERNÁNDEZ AndrÉs Eduardo
congresos y reuniones científicas
Título:
Activando la caravana. Problematizando el derecho al ocio y las experiencias de sociabilidad de/con lxs jóvenes en espacios públicos de la ciudad de Oncativo.
Autor/es:
MAGGI, FLORENCIA; HERNÁNDEZ, ANDRÉS E.; MELANIE GUARRERA; VALENTINA AYEN; MICAELA LOZA; PILAR ULACCO; SOFÍA BOIERO; FLORENCIA CHÁVEZ
Lugar:
Villa María
Reunión:
Encuentro; 1º Encuentro Latinoamericano de Infancias, Juventudes y Territorios ?Diálogos entre investigaciones situadas y experiencias de participación?; 2022
Institución organizadora:
UNVM
Resumen:
Este trabajo se inscribe en un proyecto de extensión que venimos desarrollando en la ciudad de Oncativo, el cual se propone generar instancias de participación, debate, organización y autogestión, junto con el desarrollo de experiencias de intervención artística, en pos de mejorar las condiciones de acceso al derecho al ocio de los y las jóvenes que habitan la ciudad. Sostenemos que al facilitar y acompañar la construcción de los espacios de sociabilidad juvenil locales, es posible contribuir a resignificar los proyectos de vida, incorporando una dimensión colectiva que muchas veces es dejada de lado, como efecto de miradas acotadas y adultocentradas acerca de la realidad juvenil en las que inciden fuertemente las lógicas excluyentes y privatistas del mercado. Para ello, venimos desarrollando una serie de talleres con el objeto de reflexionar colectivamente y construir un diagnóstico acerca de los modos de ser y hacer de las juventudes que habitan la ciudad. En este sentido, el proyecto se propone acompañar y generar las condiciones que permitan amplificar la voz de las juventudes, poniendo en diálogo y articulando las fuerzas vivas locales a modo de compensar las asimetrías sociales. Como resultado se espera el desarrollo de un evento que permita llevar justamente estas voces al espacio público, a través de una intervención que habilite formas de apropiación cultural del espacio público local y revinculación al nivel intra- e intergenercional.Lxs integrantes de este proyecto de extensión venimos indagando, en el marco del proyecto de investigación “Expectativas y redes de sociabilidad juvenil” (radicado en el IAPCS-UNVM), acerca de la relevancia que tienen los momentos de ocio para les jóvenes y cómo estos facilitan instancias de sociabilidad cotidiana en las que se comparten alegrías, preocupaciones y proyectos de vida entre pares. Los proyectos de vida de las juventudes adoptan diferentes prácticas y multiplicidad de sentidos, en los cuales las proyecciones laborales, familiares y educativas cobran centralidad, aunque no de modo totalizante. Imaginar(se) en un futuro en donde se han establecido redes de amistad y se han construido colectivamente los sentidos de pertenencia, forma parte de los proyectos que trazan las jóvenes generaciones. Al respecto, es importante tener en cuenta que la juventud es considerada como un “espacio social de experimentación individual prolongado” (Ortega Nuere et al., 2015, p.71) en el que lxs jóvenes atraviesan una multiplicidad de experiencias que les permiten comenzar a pensar, desde una perspectiva más o menos autónoma, sus propios proyectos de vida.Recuperamos la categoría de proyecto de vida a partir de la necesidad de encontrar conceptos que den cuenta de la compleja articulación entre procesos sociales e individuales, ya que estas experiencias, a pesar de transcurrir en el orden de lo “personal”, necesariamente se encuentran ancladas, y mediadas, por un contexto sociocultural específico. De acuerdo a Hernández (2000), el proyecto de vida articula la identidad personal-social centrándose en las perspectivas y posibilidad de desarrollo a futuro. Le asigna un lugar esencial en la vida del individuo ya que su forma de relacionarse con el mundo y consigo mismo comienza a estar mediada por ese modelo ideal de lo que la persona quiere o desea ser y hacer en un futuro próximo. En este sentido, es importante notar que, como todo proceso relacionado a la construcción identitaria de los sujetos, la elaboración de un proyecto de vida es continua y se encuentra en permanente transformación, no agotándose una vez alcanzada la adultez. Ponemos el foco sobre lxs jóvenes porque consideramos que están en el momento en que este proyecto comienza a tomar forma y, por ende, cuenta con mayor potencialidad para ser transformado. Además, resulta necesario destacar que, a pesar de lo que muchas veces se cree, la construcción de estos proyectos de vida no se resuelve en soledad. Las aspiraciones y deseos de lxs jóvenes están mediados por sus condiciones y posibilidades materiales así como por la forma en que ven y se relacionan con el mundo. Por ende, la juventud no es sólo una etapa de experimentación individual, sino que es una experiencia compartida.En esta línea de análisis, podemos notar que junto con los cambios acontecidos en materia económica, cultural, política y social durante los últimos 30 años, se ha generado un contexto de inseguridad e incertidumbre para las juventudes, haciendo cada vez más difícil las proyecciones a futuro. En este sentido, notamos cómo las relaciones afectivas y el tiempo de ocio se resignifican como elementos de gran valor para lxs jóvenes (Ortega Nuere et al., 2015). Así, los espacios de sociabilidad compartidos con pares cobran gran relevancia, ya que allí se consolida una complicidad grupal que permite interpretar de manera colectiva las vivencias, dando lugar a la formación de gustos y referencias comunes, que en la dimensión de lo público les permite a los sujetos integrarse, o bien, construir dinámicas con cierto grado de cohesión social. En estos espacios, lxs jóvenes construyen su identidad personal y social, lo que les permite desarrollar un relativo grado de autonomía. De acuerdo con Rizo García (2006) la sociabilidad es el principio mediante el cual las personas crean vínculos y relaciones entre sí. Las tramas de significados resultantes de las interacciones les permiten definir al mundo y definirse a sí mismos y a los otrxs. Por lo cual los espacios de sociabilidad de lxs jóvenes se nos presentan como procesos múltiples, a partir de relaciones, intercambios y significaciones acerca del estar juntxs y convivir, donde lxs jóvenes son sujetxs activos en dichos procesos.En el marco de la multiplicidad de procesos que habitualmente han sido asociados a espacios y dinámicas de sociabilidad (tanto intra como intergeneracional), podemos reconocer cómo la pandemia provocada por el Coronavirus (COVID-19), ha transformado profundamente las prácticas y cotidianeidad de las sociedades contemporáneas. En el caso de las juventudes, parece haber afectado en particular las maneras en que lxs sujetxs se vinculan y organizan, lo que implicó nuevas formas de sociabilidad, augurando otros modos de encontrarse con otrxs, diferentes maneras de combinar los afectos, las ideas y otros espacios para la interacción, la solidaridad y las sensibilidades. Según el informe de Vázquez y et.al (2021) el uso de nuevas tecnologías y de redes sociales supuso un incremento en el uso de esas formas de comunicación, que permitió que lxs jóvenes estén conectadxs entre ellxs, en un contexto donde las medidas implementadas por los gobiernos locales, nacionales y provinciales estuvieron abocadas a la obligatoriedad de mantener la distancia física y social para evitar que se propague el virus. La sociabilidad en los espacios públicos -plazas, clubes, parques, escuelas, boliches, etc - se vieron transformados en nuevos territorios virtuales por los que circularon lxs jóvenes, dando cuenta de nuevos espacios de sociabilidad y nuevos horizontes en la construcción de la subjetividad juvenil. En este sentido, consideramos que el derecho al ocio se nos presenta como una oportunidad para acceder a otros aspectos de la sociabilidad que conectan con los proyectos de vida. La relevancia de estas instancias. desde la perspectiva juvenil, exige avanzar en la desmoralización del ocio al disputar el sentido hegemónico que se le atribuye cuando se lo define como ‘tiempo perdido’ e ‘improductivo’. En este sentido, creemos que resulta necesario cuestionar el imaginario social adultocéntrico desde el cual se construyen los proyectos de vida juveniles. Con este término identificamos que estos procesos individuales están inmersos en un sistema de dominación según clases de edad, que se articula con otras formas de dominación y desigualdad (Duarte Quapper, 2015: 11). De esta manera, consideramos que es posible reinterpretar las diversas experiencias socioculturales de lxs jóvenes a través de develar ciertos mecanismos materiales y simbólicos específicos por medio de los cuales se reproduce un sistema de relaciones sociales, políticas y económicas que tiene a las generaciones y grupos de edad como elementos que contribuyen en la configuración de esas dinámicas de dominación y desigualdad. Nos interesa resignificar la categoría joven para apostar por alternativas epistémicas respecto de los modos de construcción de sentidos a los que subyace una visión hegemónica de un “sujeto universal” que se corresponde con el estereotipo de joven de sectores medios o medios-altos (Chaves, 2005: 37). En el mismo sentido, y de acuerdo a Sandoval Rodríguez (2009), hablamos del derecho al ocio teniendo en cuenta el contexto actual, caracterizado como sociedad de consumo. Esto se evidencia en función de los cambios registrados respecto de las tendencias de ocio a partir de la disminución en las oportunidades de participación en actividades conocidas comúnmente como “culturales”, y frente al aumento considerable de aquellas que se derivan del consumo asociado al ocio gastronómico o el ocio comercial. Dentro de este carácter mercantil se va performando, regulando y produciendo un ideal de ocio, en este caso joven, en el que se pone en escena el equilibrio siempre en tensión y disputa entre lo público y lo privado. En este sentido, puede observarse el predominio del ámbito privado en la oferta de ocio, en la medida en que se reducen las instalaciones y servicios públicos disponibles y proporcionados gratuitamente a la población. De esta manera, tal premisa nos lleva a concebir ciertas actividades como un ocio exclusivo (Hernandez Prados, 2017) un elemento, en ciertos momentos, accesible para aquellos que reúnen capitales económicos, sociales o culturales. Esta situación denota su carácter excluyente en tanto limita el acceso a las posibilidades del ocio de la población comprendida por sectores trabajadores con ingresos bajos y medios. La mercantilización del ocio aleja a la sociedad del modelo de igualdad de oportunidades como una experiencia de vida que ha de ser accesible para todxs, puesto que establece determinados costos, obstaculizando el acceso a servicios tan básicos como el cultural, que resultan propicios para el desarrollo humano en general. Apostamos a un proyecto que democratice el ocio porque entendemos que esta problemática no solo tiene que ver con el precio o la gratuidad del “bien” en cuestión, sino que atendemos fundamentalmente a la necesidad de poner en discusión el contenido y la posibilidad de autogestión de un derecho humano fuera de las lógicas de consumo y/o productividad económica.Propiciar el acceso del derecho al ocio de forma democrática y participativa se traduce en una apropiación del espacio público y del sentido de pertenencia a la comunidad de origen. Asumir el debate de forma colectiva en busca de respuestas innovadoras que respondan a las necesidades juveniles supone disputar las lógicas mercantiles que privilegian no sólo la búsqueda de ganancias sino también muchas veces la estandarización de las prácticas culturales. Encarar un proyecto de esta índole implica entonces la posibilidad de imaginar, crear y proyectar escenarios presentes y futuros en donde se gesten y problematicen los proyectos de vida de lxs jóvenes, desde sus propios interrogantes y búsquedas (inter)subjetivas.