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El desarrollo económico argentino durante la primera globalización (1870-1914), basado en la exportación de productos agropecuarios, tuvo como derivación una serie de transformaciones en las estructuras productivas de diversas regiones. El aumento de la población generó una amplia demanda de bienes de consumo, lo que representó un aliciente para diversos clusters de alimentos que, con el creciente enlace en el transporte y las comunicaciones entre las principales plazas de abasto y consumo, lograron distribuir su producción en el mercado doméstico en expansión. La agroindustria azucarera de Tucumán -en el noroeste del país- ofrece un ejemplo en este sentido. Su modernización en el último cuarto del siglo XIX y el consiguiente incremento de la producción de azúcar y aguardiente, modificó sustancialmente la matriz comercial y empresarial de la provincia, al precisar de una nueva logística para el transporte de los productos a las mayores plazas comerciales del centro del país, proceso en el que fueron indispensables nuevos agentes especializados en el comercio y la intermediación a gran escala, quienes desempeñaron un rol clave como market makers. Este proceso implicó la convivencia, por un período de tiempo, de viejos y nuevos actores empresariales en la estructura comercial, hasta la consolidación de una fisonomía del sector donde se destacó un segmento mercantil mayorista importador/exportador de capitales locales y extrarregionales. El abordaje sugerido busca examinar, bajo las nuevas conceptualizaciones sobre la intermediación, el papel de las empresas mercantiles en la construcción y consolidación de los flujos de intercambios y el desarrollo de los canales de comercialización, con el fin de aportar nueva evidencia que permita explicar la conformación de mercados integrados de alimentos en la Argentina de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.

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