INVESTIGADORES
ABADI Florencia Dora
congresos y reuniones científicas
Título:
La noción de doctrina en la recepción benjaminiana de Kant
Autor/es:
ABADI, FLORENCIA
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Congreso; XV Congreso Nacional de Filosofía de la Asociación Filosófica Argentina; 2010
Institución organizadora:
AFRA
Resumen:
En una carta de octubre 1917 Benjamin expresa a Scholem su voluntad de escribir su tesis de doctorado acerca de los escritos de Kant sobre la historia, que aún no ha leído, pero en los que espera encontrar la clave para desarrollar la filosofía del porvenir. Si bien el proyecto fue luego abandonado, pueden encontrarse en la obra de Benjamin algunas referencias que dan cuenta de la dirección de este interés. Entre ellas, es recurrente la alusión a la noción de doctrina, cuyo parentesco con la filosofía se pondría de relieve en la filosofía de la historia. Desde el punto de vista de la teoría del propio Benjamin, lo que cree percibir en la filosofía de Kant, según lo que afirma en esta carta, es precisamente la posibilidad de comprender la filosofía como "doctrina" [Lehre]. Durante ese periodo, Benjamin recurre a aquel concepto con frecuencia, con el objetivo de concebir la filosofía misma, o el camino que esta debe seguir. Si bien a veces la filosofía se identifica con la doctrina, otras se indica que consiste sólo en una parte de esta. El sentido de ese término, que el presente trabajo intenta delinear, tendría sus bases en el pensamiento kantiano: "La más profunda típica (Typik)del pensamiento de la doctrina la comprendí siempre en sus palabras y pensamientos".¿Qué quiere decir esto?, ¿tiene razón Vicente Jarque cuando dice que, en consideración del carácter religioso que el concepto de doctrina conserva en Benjamin, buscarlo en el marco kantiano era "poco propicio". En efecto, con el término ?doctrina? Benjamin propone una articulación entre la filosofía y la doctrina religiosa, entre la ciencia y la experiencia mística. En este punto estaría en las antípodas de Kant, que habría cercado a la religión en el ámbito de la fe. Sin embargo, como se sabe, la razón en Kant es una sola, y en su uso práctico abre caminos que para el teórico se habían cerrado. Hace falta entonces reponer el sentido de la noción de doctrina en Benjamin, y comprender los motivos por los cuales creyó encontrar en Kant un antecedente de su proyecto. Las mejores fuentes disponibles para examinar la concepción benjaminiana de la doctrina son, por un lado, el diálogo con Scholem (tanto en el epistolario, como los relatos de sus conversaciones orales en, y por otro, un escrito bastante posterior a los años que nos ocupan, que es el frecuentado Erkenntniskritische Vorrede del libro sobre el Trauerspiel(1928), cuyo título alude al neokantismo. En ambos casos, la doctrina aparece ligada a la ?enseñanza?, y se destaca su relación con la tradición y la autoridad. En el diálogo con Scholem, la religión cobra una importancia mayor, con alusiones concretas al judaísmo: allí la Escritura de la Torah es la encarnación de la doctrina, y la tradición es precisamente la Kabbalah, como desarrollo de aquella. Benjamin recurre incluso a un pasaje del Talmud para dar cuenta del significado de la doctrina, en que se la representa como las olas del mar, cuya secuencia coincide con la que guardan entre sí las generaciones a través de las cuales se transmite la tradición. La cuestión de la enseñanza es concebida como "instrucción" [Unterricht], y se contrapone a la enseñanza mediante el ejemplo: la instrucción es "educación por medio de la doctrina en un sentido auténtico", y tiene un carácter simbólico que no puede absorber el empirismo que busca ostensivamente sus puntos de apoyo. En el libro sobre el Trauerspiel, en cambio, el judaísmo tiene un papel secundario, y el término sirve para caracterizar el modo de exposición [Darstellung] adecuado para la filosofía, la "ley de su forma". La doctrina queda allí identificada con el tratado medieval, como un modo discontinuo de exposición que Benjamin define como rodeo [Umweg], como un volver al objeto en cada frase, un "tomar aliento". También utiliza para caracterizar este paradójico "método" (en tanto rodeo contrasta con cualquier "camino", y se convierte en una suerte de "anti-método"), la figura del mosaico, cuyos fragmentos aislados y heterogéneos son comparados a los fragmentos de pensamiento. La cita de autoridad opera en este contexto como modo de prueba más auténtico que la deducción, que representa la voluntad de atrapar la verdad en una cadena continua (la inducción empirista también es atacada más adelante en el texto). Y la enseñanza de la doctrina aparece contrapuesta a un didactismo que pretende transmitir el conocimiento sin atender al modo de exposición, y toma su contenido como independiente de su forma, cuando en realidad la verdad ?no tiene paráfrasis posible?. Más allá de todos estos elementos presentes en el concepto benjaminiano de doctrina, querríamos sostener aquí que el objetivo esencial que Benjamin persigue con esta noción es la concepción del conocimiento como una totalidad, como una unidad. Scholem dice: "ese concepto lo entendía en el sentido de la originaria acepción de la Torah hebrea, como enseñanza, no solamente acerca de del verdadero estado del hombre y su camino en el mundo, sino sobre el conjunto transcausal de todas las cosas y su religación en Dios?;[e]n ocasiones hacía indistintos los términos sistema y doctrina" Está implícita la recusación de la especialización, de la división del conocimiento en disciplinas particulares (en el tono del idealismo alemán). Pero la cuestión adquiere profundidad, y nos adentramos en la lectura benjaminiana de Kant, si atendemos a un aspecto particular de esta unidad: su carácter virtual. La unidad no se manifiesta en el mundo empírico, sino que pertenece al mundo de las ideas, de acuerdo con la terminología del Vorrede. Su virtualidad es su pertenencia al mundo redimido. Los fragmentos del mosaico, que determinan la necesidad de un modo discontinuo de exposición, manifiestan "el alcance trascendente, ya de la imagen sagrada, ya de la verdad" En el mundo empírico encontramos las partes, pero éstas remiten a una unidad. Del mismo modo, Benjamin establece en su filosofía del lenguaje un lenguaje puro, nominativo, al que compara con un jarro que se ha quebrado: las lenguas existentes son como los fragmentos del jarro, que en su mutua relación indican la existencia de aquel lenguaje puro en que el nombre revela una unidad virtual, latente.