INVESTIGADORES
ABADI Florencia Dora
congresos y reuniones científicas
Título:
Mimesis y contagio
Autor/es:
ABADI, FLORENCIA
Lugar:
Santiago
Reunión:
Conferencia; Cátedra de Filosofía Jorge Eugenio Dotti; 2023
Institución organizadora:
Instituto de Filosofía, Universidad Diego Portales
Resumen:
el tratamiento filosófico sobre la mímesis se encuentra atravesado, desde sus orígenes griegos, por una tensión entre un polo representacional y otro material-corpóreo. La concepción que podemos llamar “representacionista” de la mímesis –sin duda la dominante– tiene su primera elaboración sistemática en la Poética de Aristóteles. Allí el término sirve fundamentalmente para distinguir las artes mecánicas (carpintería, arquitectura, medicina, etc.) de las artes no mecánicas o “inútiles”. La poesía, la pintura, la música, la escultura, la danza son artes “miméticas”: sus productos imitan o representan la realidad. En tanto arte mimética, la poesía no se define por el metro –también puede haber obras de medicina o de física escritas en verso, como por ejemplo los textos de Empédocles–, sino porque produce una representación. En este mismo sentido, el actor de la tragedia no es Edipo, sino que lo imita, lo representa, hace como si fuera Edipo. La mímesis delimita ese espacio de la ficción. De aquí se nutrirá el concepto clasicista de “verosimilitud” –en oposición al de verdad–, de Boileau-Despréaux a Charles Batteux, en una insistente reivindicación de Aristóteles. Esa concepción ha estado ligada a una visión normativa –es decir, que establece ciertas normas para una buena representación–, y tiende a definir la imitación como un proceso voluntario y consciente. En el siglo XX, Erich Auerbach, Hans-Georg Gadamer y Paul Ricoeur, entre otros, han trabajado la noción de mímesis al interior de este paradigma. Por su parte, la referencia a lo material-corpóreo en el proceso mimético impregna fuertemente el tratamiento platónico en República, en relación con cierta idea de contagio. En efecto, Platón despliega una concepción de la mímesis como una suerte de virus, un veneno que explota la fragilidad del hombre, su carácter influenciable, amenazando con derribar todo control racional sobre la esfera emocional. La imitación produce efectos fuera del ámbito de la ficción [de ahí que no pueda desentenderse de la política]: si empezamos por imitar los gestos de lamento, de amor, o los sonidos de los animales, nuestro cuerpo acabará por hacerlos suyos de manera involuntaria. En este sentido, el cuerpo y su gestualidad tienen una presencia mucho mayor en la elaboración platónica, que retoma así el uso primigenio del término en el ámbito de la danza y de la mímica. Esta concepción contagiosa de la mímesis ha pervivido como una matriz subterránea y relegada en las aproximaciones al concepto. En el siglo XX, Walter Benjamin, Roger Caillois y René Girard (así como Theodor Adorno y Aby Warburg, entre otros) han revitalizado el concepto de mímesis en esta dirección.