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Como es conocido, el terrorismo de Estado durante la dictadura militar (1976-1983) combinó de parte del régimen una estrategia pública de negación de los crímenes, a la par que la maquinaria represiva se ejercía clandestinamente. Este sistema ubicó a los medios de comunicación, particularmente a la prensa diaria independiente y los periodistas que trabajaban en los medios, en un rol singular, debido a su potencial capacidad de legitimar o deslegitimar la estrategia de ocultamiento. En este marco, el periodismo escrito, que ya desde los años anteriores al golpe de 1976 se había convertido en una profesión en asedio permanente, tuvo que lidiar con las nuevas condiciones que impusieron los efectos de la represión ilegal y, a su vez, con los fuertes condicionamientos que las empresas periodísticas aplicaron ante esta nueva realidad. Ello no supuso actitudes homogéneas de parte de los periodistas, sino que se registró un abanico de posicionamientos que fueron desde la resistencia hasta la complacencia hacia el régimen militar, pasando por la autocensura como regla general de la época. Desde ya, tales actitudes fueron transformándose según las coyunturas políticas que atravesó el régimen y su comprensión depende de una multiplicidad de variables (desde la adscripción ideológica de cada periodista, su rol en la estructura jerárquica del medio en cuestión, su vinculación con la militancia política, el derrotero del régimen militar, la política de las empresas periodísticas ante la dictadura, entre otras).En resumen, el objetivo de este trabajo es repasar brevemente las condiciones del ejercicio del periodismo escrito durante los primeros años de la dictadura militar y revisar cuál fue la situación de los periodistas, sus principales actitudes y posicionamientos, con el fin de realizar un primer acercamiento a la cuestión para futuras investigaciones que profundicen en la temática.

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