La aventura negativa

CARLOS SURGHI

Nube negra

Lugar: Rosario; Año: 2021 p. 364

978-987-46651-8-8

Como señalara Hegel, una permanencia en lo negativo se vuelve potencia para el espíritu; y es que acaso el movimiento mismo de la dialéctica no es más que ese instante en el cual lo visible, lo que podríamos escuchar del mundo aun con su retiro y resistencia, comienza a desplegarse, emprende su aventura, extiende por fin las alas como un pájaro que marcha hacia la noche. Bataille ?que en el llamado de lo negativo divisó el comienzo de un regreso hacia lo continuo? situó su permanencia ante lo negativo en la experiencia de lo intransmisible. Voluptuosidades, sacrificios, raptos de la inteligencia son el resultado de sus indagaciones. La pregunta entonces sería ¿cómo mirar de frente a lo negativo? ¿Qué forma desplegar para recibir su alumbramiento y permanecer en ese resplandor que se vuelve una aventura? Si nuestras experiencias con el mundo son el resultado de la negación de lo dado, de la transformación de la exterioridad vuelta inquietud para el pensamiento, o de la separación de las cosas al exceder su finitud, es obvio entonces que dichas experiencias no son más que un pobre resultado de la violencia del lenguaje manifestándose ante el silencio. He aquí una razón por la cual al escribir llamemos a lo negativo; he aquí también tal vez un motivo por el cual la escritura sea ese lugar para una aventura negativa. Jean-Luc Nancy afirma que toda aprehensión de lo infinito se manifiesta en Hegel como un temblor, ?no sólo ante lo que tiene que pensar el pensamiento, sino en sí mismo, por ser en sí el desprendimiento de sí?; lo paradójico es que, para esta instancia de lo negativo, el autor de la Estética no encontró concepto alguno. Temblor de la madre en la afección que despierta al niño como sustancia por fuera de sí-misma; temblor ante la muerte que hace vacilar la fijeza a la que creemos aferrarnos en vano cuando lo próximo se oscurece; temblor ante lo que amamos al ser afectados por ello, al vibrar un cuerpo y al inquietarse una sustancia, son acaso imágenes propuestas por la lectura de Nancy para temblar también con la proximidad de la filosofía. Pensemos entonces si el temblor correspondiente a la caída de Montaigne de su caballo en 1567 no enciende en él el reparo de una aventura del egotismo, o si el aprecio del niño Baudelaire por unos inaccesibles juguetes no despierta un temblor de la belleza que es la aventura moral más fabulosa de la literatura; quién podría negar entonces que la vida de Kierkegaard, Lukács, Benjamin o Adorno ?vidas que en el silencio van en busca del concepto? no fue un temblar ante la proximidad de una aventura negativa expuesta a una escritura que es revelación sensible en su forma verdadera. Por eso, más que un rigor del método he encontrado en el titulo para estelibro un impulso metafórico que justifica ciertas continuidades: la vida, la literatura, la filosofía; o por qué no, como señala Cesar Aira en una de estas páginas, ?la gema rara que brillaba en mediode la ganga trivial de lo claro y sabido?.Otro libro de ensayos es acaso un nuevo comienzo para ensayar bajo otros nombres las insistencias que en uno ya han permanecido como potencias. Sólo me resta decir que la última parte ?irónica en su nombre, cuando no por demás señal de un vínculo personal con sus objetos? se ha originado en algunos casos por el extraño afecto a unas cuantas ideas unidas a esos nombres, y en otros, por la simple insistencia de volver a escribir sobre algonuevo, pero ya conocido.