Hablar por hablar. Caza de la lengua, resistencia de la poesía

GABRIELA MILONE

Ontologías, Éticas y Políticas contemporáneas: pensar, crear, resistir

Universidad Nacional de Río Cuarto

Lugar: Río Cuarto, Córdoba; Año: 2013; p. 206 - 212

Nemrod y Chandos. Por un lado, el gigante cazador que se alzó frente a Dios para construir la torre de Babel, y el castigo, que acaso no fue tal, de la confusión de las lenguas. Por el otro lado, el Lord que se sacaba de la boca los hongos podridos de las palabras, exponiendo la importancia de una cierta experiencia muda: que sólo hablando del mutismo puede darse cuenta del mutismo. ¿Hay experiencia sin lenguaje? O al revés ¿hay lenguaje sin experiencia? Hay diversas, múltiples respuestas. Por un lado, aquella que afirma que hay experiencia del lenguaje, ya sea que se afirme que hay experiencia porque hay lenguaje (Heidegger), o que hay experiencia en el límite material del lenguaje (Agamben), o que hay lenguaje en la experiencia en la cesura que la poesía abre en la espesura de las palabras (Lacoue-Labarthe). Sin embargo, agreguemos una pregunta más ?que formulamos con Agamben y respondemos con Nancy? que al parecer no se desprende de las anteriores, aunque guarda una secreta relación con ellas: ?¿por qué nos importa la poesía??, dice Agamben, pregunta que vuelve a traer el ?¿para qué poetas?? de Hölderlin que Lacoue-Labarthe a su vez reformula para Celan. Pero escuchemos bien la pregunta: ¿por qué nos importa la poesía? Si la poesía es prescindible en tanto se puede vivir sin ella (sostiene Nancy ), ¿a qué responde esta importancia? O como dice también Nancy, ?¿por qué nos es necesaria??. Si su carácter de prescindible no anula su necesidad ¿a qué responde entonces la pregunta por la poesía: al arte, a la vida, a esa unión posible-imposible de ambas? Quizá su importancia radique en la necesidad de dejar suspendida la pregunta, irradiando así sus posibles sentidos múltiples.