Transformación, fragmentación y lucha en la Universidad de Buenos Aires entre 1956 y 1957 El interregno de Alejandro Ceballos

JUAN SEBASTIÁN CALIFA

Bariloche

Jornada; XII Jornadas Interescuelas Departamento de Historia; 2009

Universidad de Comahue

Tras el golpe de Estado de 1955 las universidades iniciaron un proceso de transformaciones en el que los estudiantes reformistas ocuparon un lugar central. En particular, en la Universidad de Buenos Aires fueron éstos quienes decidieron que José Luis Romero se convierta en el nuevo rector interventor. El proceso estuvo, entonces, marcado por la impronta que los mismos pretendieron imponerle. Para éstos no se trataba de retornar a la Universidad profesionalista previa a 1943 sino, por el contrario, de iniciar un proceso inédito de transformaciones que la modernizara. Este proyecto era compartido por el nuevo rector y un grupo considerable de graduados y profesores. No obstante, los detractores entre los últimos, partidarios de lo primero, no eran menos. Todo el proceso se complejizaría el 23 de diciembre cuando el Ejecutivo emita un decreto-ley, el 6403, que entre otros polémicos artículos incluía uno, el 28, que permitía a las universidades privadas expedir títulos habilitantes para el ejercicio de profesiones liberales, hasta aquí una potestad reservada a las instituciones públicas. El decreto sería fervientemente combativo por el espectro reformista y en particular por los estudiantes. A esta polémica se sumaba la que establecía otro de sus artículos que ratificaba la responsabilidad directiva del claustro docente en la Universidad que iba en contra del anhelo reformista de establecer una representación tripartita y paritaria en éstas. Para los estudiantes contar con esta representación era una garantía de que la anhelada renovación llegaría a buen puerto. En mayo de 1956 las protestas de los estudiantes, tanto universitarios como secundarios, se harían incontenibles. Un ascendente proceso de tomas, que posteriormente incluiría otras modalidades de lucha como marchas y actos, derivaría en un conflicto institucional en el que el presidente de facto debería tomar cartas. Frente a él, la decisión gubernamental sería salomónica: aceptaría las renuncias tanto del católico ministro de Educación promotor del polémico decreto-ley, Atilio Dell´ Oro Maini, como del rector porteño, figura del reformismo expresamente opositor al discutido artículo. Su lugar, sería ocupado por el médico Alejandro Ceballos, representante del sector académico-profesionalista, cuya anuencia oficialista era inversamente proporcional al rechazo que cosechaba en el joven reformismo.