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Cada sociedad encuentra en distintos momentos históricos, diferentes formas de regular el cuerpo, el placer, las ideas. No intentará este trabajo realizar una genealogía de las relaciones vinculares afectivas (desde ahora, RVA). En su lugar, se propondrá tomar notas sobre el plano del control social y sus resistencias en el discurso de sujetos de la Buenos Aires actual, inmersos en relaciones de poder que los fabrican y recrean constantemente. Estudiaremos en qué medida las prácticas afectivas contribuyen, hoy en día, a la construcción de nuevos sentidos que enfrentan el vacío y la incertidumbre. Creemos que no sería adecuado remitir el análisis únicamente a la esfera íntima, ignorando la importancia que estos vínculos tienen en el intercambio con los otros, vale decir, en el salto del uno hacia la construcción de un nosotros. Si bien las RVA pueden ser definidas como los lazos primarios de un sujeto, no quedan circunscritas a la intimidad de la casa, de la familia o de la pareja. El juego de la relación entre estas dos esferas, el adentro y el afuera, la visibilidad y el ocultamiento, cruza transversalmente nuestro objeto de análisis. Ante la caída de la concepción moderna de progreso y temporalidad lineal, la vivencia de los sujetos con respecto al tiempo resulta un elemento clave a la hora de hacer posible la construcción de un relato propio. El narrarse a sí mismo supone una dinámica que permite, a partir de la reapropiación del pasado como memoria y experiencia acumulada, actuar sobre el presente y sostener un horizonte de expectativas hacia el futuro. Hoy resulta dificultoso construir un relato en el que la resignificación del pasado y la orientación hacia un horizonte de expectativas definido permitan la vivencia de un presente inteligible. Las RVA, entendidas como una instancia indispensable para la construcción de la vida narrada, se desarrollan en este contexto

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