INVESTIGADORES
FABRIS Mariano David
congresos y reuniones científicas
Título:
La Iglesia Católica y el retorno democrático. Un análisis del conflicto político- eclesiástico en relación a la sanción del divorcio vincular en Argentina
Autor/es:
FABRIS, MARIANO
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Simposio; II Simposio Internacional sobre Religiosidad, Cultura y Poder; 2008
Institución organizadora:
GERE: Grupo de Estudios sobre Religiosidad y Evangelización
Resumen:
En el siguiente trabajo se pretende comprender de que forma la Conferencia Episcopal Argentina (en adelantre CEA) se relacionó con el poder político en el primer tramo del gobierno de Raúl Alfonsin. El supuesto que justifica la importancia de esta investigación es que la Iglesia católica es un actor de peso en el sistema político argentino, más que una institución meramente religiosa. Por ello, sus posiciones frente a los diferentes gobiernos han tenido una marcada influencia en la sociedad, ya sea legitimándolos o erosionando su base de apoyo social. En los primeros cuatro años del gobierno de Raúl Alfonsín y dentro de un contexto de vinculaciones cambiantes entre la élite eclesiástica y el poder político, hubo un tema que condensó tales vaivenes poniendo de manifiesto no sólo el carácter conflictivo que podían asumir las relaciones sino también la dificultad de la Iglesia para insertarse en el esquema democrático. Nos referimos específicamente a la discusión sobre la posibilidad de legislar el divorcio en nuestro país, que comenzó apenas instalado el nuevo gobierno. Como observamos en esta aproximación, el rechazo unánime al divorcio por parte de los obispos tuvo diferentes acentos, conllevó diversos posicionamientos individuales e institucionales que expusieron a la sociedad las disidencias episcopales. La cuestión del divorcio constituyó un punto neurálgico donde se constituyeron interrelaciones específicas entre poder político y poder eclesiástico. Pero más aún, sirve para entender de que forma, una institución que había actuado corporativamente presionando al Estado, se posicionaba en el nuevo contexto democrático poniendo en juego la apariencia de unidad lograda en los años de la última dictadura. La CEA ocupó un lugar central en el proceso de tránsito entre una configuración dominada por las FFAA y otra, consagrada en las elecciones de octubre de 1983, donde eran los partidos políticos los nuevos depositarios de un poder que, sin embargo, debían reconquistar para darle sustento a la nueva democracia. La CEA buscó generar acuerdos entre las autoridades militares y las civiles para asegurar un tránsito no traumático. Tal forma de transición sería funcional al mantenimiento de influencia política y el resguardo institucional del que había gozado en los oscuros años de la dictadura. Frente a la incertidumbre que generaron los limitados compromisos alcanzados por civiles y militares, la CEA comenzó a asumir una posición defensiva frente a la nueva democracia que tuvo como eje la cuestión del divorcio ( también el destape, la pornografía etc). Ya en los primeros meses de 1984 quedó claro que esta sería una de las cuestiones centrales en la articulación de las relaciones entre el poder político y la Iglesia. Entre 1984 y 1986, la campaña de la Iglesia frente al divorcio siguió dos caminos complementarios. Por un lado, las intervenciones de los obispos intentaros clarificar los principios doctrinales del catolicismo sobre tan discutido tema. Por otro lado, se produjo una reacción más enérgica, de confrontación política, cuyo coordinador fue el obispo de Mercedes Emilio Ogñenovich. En nuestra aproximación, no le damos a sus intervenciones un significado meramente individual, ya que se trataba del presidente del Secretariado Permanente para la Familia. La centralidad institucional de este órgano se acrecentó con la discusión del divorcio y fluctuó según el éxito o el fracaso de las políticas puestas en marcha La complementariedad entre estos dos caminos, vista en perspectiva, nos puede hablar de una tensión existente en la forma en que la élite católica se insertó en la democracia. En este sentido, el año 86 es paradigmático ya que coincidiendo con el tratamiento parlamentario del divorcio, dentro de la estrategia institucional de la CEA se acentuaron las intervenciones de Ogñenovich. O sea las prácticas políticas tradicionales de la CEA que le permitían acceder y ejercer influencia sobre los gobiernos, como ser las reuniones reservadas, cartas, visitas a funcionarios gubernamentales fueron complementadas con una campaña que llevó a la CEA al terreno de la competencia política en la forma, apenas maquillada, de la presión corporativa. Como veremos, tal proyección sacudió los cimientos del ordenamiento interno del Episcopado. El evento principal de la campaña lanzada fue una serie de manifestaciones públicas que incluía una en la Plaza de Mayo que contaría, por segunda vez en tres siglos, con la imagen de la Virgen de Lujan trasladada en una procesión desde la Basílica. Esta última actividad fue propuesta por Ogñenovich. La campaña de manifestaciones públicas dio visibilidad al posicionamiento de la Iglesia y fue acompañada por una serie de acciones dirigidas a presionar a los legisladores con el objetivo de hacer pesar las consideraciones de la Iglesia en la discusión y evitar que la normativa se sancionara antes de la llegada del Papa. Son estas prácticas sedimentadas  en el modo en que la Iglesia se relaciona con el poder político las que dan cuenta de cierta continuidad respecto al pasado poniendo de manifiesto las dificultades de la institución eclesiástica para adaptarse a los tiempos democráticos. Si los obispos insistieron en ellas, fue porque en anteriores períodos democráticos -y más aún dictatoriales- garantizaron una vía de acceso al poder político de turno y de influencia sobre las políticas que estos desarrollaban