INVESTIGADORES
FABRIS Mariano David
congresos y reuniones científicas
Título:
La jerarquía católica y la construcción de una memoria de la dictadura en los años 80
Autor/es:
FABRIS, MARIANO
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Simposio; III Simposio Internacional sobre Religiosidad, Cultura y Poder; 2010
Institución organizadora:
GERE Grupo de Estudios sobre Religiosidad y Evangelización
Resumen:
En lLas páginas que siguen intentaremos comprender de qué forma la jerarquía católica reconstruyó el traumático capítulo de la historia del que nuestro país comenzaba a salir en 1983. Numerosas interpretaciones del pasado reciente se disputaron un rol hegemónico en la constitución de una memoria social que no sólo ofrecía una visión de ese pasado, sino sobre todo una representación del presente y del lugar que en él ocupaba cada actor. Como señala Vezzetti, el espacio de la memoria social ?es un campo de lucha en el que los actores reconocidos (o que pugnan por serlo) buscan producir e imponer ciertas visiones en una formación que incluye más ampliamente una representación del presente?.[1] En el proyecto político liderado por Raúl Alfonsín, una lectura particular del pasado reciente con sus recuerdos y también con sus olvidos, constituyó un recurso de primer orden en el intento por dar forma a la nueva democracia. El primer paso fue una crítica sobre los años previos que no sólo se enfocaba en la represión desatada por los militares, sino también en la radicalización de los grupos guerrilleros y el caos que acompañó al último gobierno peronista; luego la revisión se extendía hasta incluir toda la cultura política cargada de autoritarismo, presiones corporativas, violencia y en general, desprecio por las reglas de juego democrático que recorría como una constante los últimos cincuenta años. En lo que estrictamente tiene que ver con el pasado reciente, esa relectura se terminó de conformar en torno a lo que popularmente se llamó la ?teoría de los dos demonios?.[2] La posición de cada actor en la nueva configuración política comenzó a definirse primeramente, por la suerte que le tocaba en esa historia reconstruida, que era y seguiría siendo desde entonces ? de ahí su carácter nunca acabado- resultado de las disputas entre las memorias divergentes que fueron asomando apenas el régimen militar mostró signos de descomposición. Por ello, entendemos que las lecturas que la Iglesia hizo de la última dictadura constituyeron herramientas vitales en su proyección política con posterioridad a la retirada militar. Nuestro trabajo abarca el período 1981-1987. El punto de partida es el documento Iglesia y Comunidad Nacional (IyCN), en el que la jerarquía católica elaboró una interpretación de la experiencia dictatorial que fue dominante en el discurso institucional. El estudio se prolonga hasta el levantamiento carapintada de 1987 y la posterior sanción de la Ley de obediencia debida que cierra, de alguna forma, una primera etapa en la revisión del pasado hegemonizada por el alfonsinismo. El análisis se sustenta en los documentos del Episcopado y en las intervenciones de los obispos aparecidas en la prensa y  se desarrolla en dos niveles, el institucional y el individual. Ya que el primero no alcanza a dar cuenta de la diversidad de posiciones existentes dentro del Episcopado y el segundo no es suficiente para comprender las lógicas institucionales, realizamos un abordaje que los contenga en diálogo permanente. Frente a la represión, la interpretación ofrecida por los documentos episcopales, giró en torno a la crítica de los métodos represivos aunque reconociendo el fin último de derrotar a la ?subversión?. El proverbial anticomunismo de los obispos conducía al reconocimiento de la labor represiva desarrollada por los militares,  no sólo frente a las organizaciones guerrilleras. Como no se discutían los fines, el discurso castrense sobre la subversión, como categoría que se dilatada hasta alcanzar cualquier signo de disidencia, fue tomado y utilizado como marco para abordar los hechos. En la imagen del ?subversivo?, el objeto de una represión que se entiende legitima, se comprueba la coincidencia en torno a visiones de la sociedad organicistas que pivotean sobre un orden reglado por un conjunto de valores trascendentes. Así mismo, sin la necesidad de encontrar el sustrato democrático que diera sustento al nuevo tiempo político, los obispos realizaron una evaluación que, afín con la idea de estar atravesando un momento de profunda crisis, situó el núcleo del problema en la sociedad misma. De esta manera, tomó forma una idea central en la interpretación episcopal,  en la cuál se sostenía que todos, en cierta manera, habían sido culpables del desencuentro entre los argentinos. Si las culpas eran compartidas y si, como repitieron los prelados, ?el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra?, no debía estar lejano el momento en el que fuera necesario ?dar vuelta la página?. Como sostiene Hugo Vezzetti,  el tema de la responsabilidad colectiva  resulta sumamente compleja y ha sido utilizada por los actores de diversas formas. Una de esas formas fue incluirla como fundamento de pedidos de reconciliación, que al decir ?todos somos culpables? refería más bien a un ?no hay responsables?.[3] Una vez instalada la nueva democracia, fue prioritario para el Episcopado destacar el rol jugado por los obispos en el pasado reciente,  ya que revertir la imagen de la Iglesia como cómplice  de la dictadura constituyó la principal preocupación en el contexto de una configuración política en transición. La democracia, escasamente valorada hasta hacía poco tiempo, se convirtió no sólo en el horizonte compartido por los actores políticos y la mayoría de la sociedad, sino que fue también ?incluso en contra de lo anterior- el objeto de disputas hegemónicas que intentaron construirle una historia, con sus héroes, mártires y referentes legítimos. Entre estos últimos, no hubo espacio para una Iglesia cuyos vínculos con el régimen militar resultaban demasiado fluidos, sin contar la abierta complacencia y legitimación de varios obispos. Los hombres de la Iglesia no se entregaron mansamente a esta lectura e intentaron contraponerle una que definía las causas de la crisis, los papeles jugados por cada actor y que subrayaba el trascendente rol de la Iglesia en el proceso de recuperación democrática. ¿Cuán exitosa fue esta lectura alternativa? Poco, ya que la idea de una ?Iglesia cómplice? se afianzó y en ello tuvo que ver no sólo la crítica de los militantes de izquierda, los vinculados a los organismos de derechos humanos o los sectores más progresistas dentro de los partidos mayoritarios, sino que fueron algunos obispos quienes la alimentaron con la defensa militante de la dictadura. [1] Vezzetti, Hugo, 2002, Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina. Buenos Aires, Siglo XIX, p. 193. [2] Novaro, Marcos y Palermo, Vicente, 2003, La Dictadura militar (1976-1983).  Buenos Aires, Paidós, p. 497. [3] Vezzetti, Hugo, 2002, Pasado y presente. Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina. Buenos Aires, Siglo XIX, p. 40.