INVESTIGADORES
SCIORTINO Maria Silvana
congresos y reuniones científicas
Título:
Una mirada etnográfica sobre el cuidado comunitario
Autor/es:
SILVANA SCIORTINO
Lugar:
La Plata
Reunión:
Jornada; XII Jornadas de Investigación, Docencia, Extensión y Ejercicio Profesional: Transformaciones sociales, políticas públicas y conflictos emergentes en la sociedad argentina contemporánea; 2021
Institución organizadora:
Facultad de Trabajo Social UNLP
Resumen:
Una mirada etnográfica sobre el cuidado comunitarioEn 2014 inicié mi trabajo en territorio en el marco de proyectos de extensión e investigación en el barrio Las Quintas (La Plata). En tanto integrante del proyecto, me propuse acompañar los procesos de organización colectiva, los espacios de reunión recreativos y formativos que se fueran generando. Estas instancias me permitieron conocer el barrio y a sus habitantes desde otras tramas: los afectos, la familia, el trabajo, el cuidado, la lucha, la organización colectiva, los conflictos...en fin, la vida cotidiana. Entramándome en lo cotidiano observé prácticas colectivas que identifiqué como formas de cuidado comunitaria, como un modo de ?sostener la vida? (Pérez Orozco, 2015, p.3-4). En este caso, me refiero a modalidades en las cuales sus habitantes cuidan de sí, de otras/es y de todas/es, como una forma de afrontar la violencia, la pobreza y la vulnerabilidad cotidiana: poniendo el cuidado de ?la vida en el centro? en tanto que sostenimiento de las condiciones de posibilidad de vidas dignas de ser vividas (Pérez Orozco, 2015,p.3). En el caso que traigo, las prácticas registradas fueron marcando una cartografía de cuidados colectivos donde la vida se resguardó comunitariamente.1Cuando llegué por primera vez al barrio ingresé por una calle de tierra que, como aprendí tiempo después, no divide al barrio en dos sino que lo atraviesa. Ni bien llegamos a la esquina de la misma, donde inicia la entrada principal al barrio, un grupo de niñas/es se acercó corriendo, llamándonos ?seños? y preguntándonos qué haríamos ese día en el salón comunitario (lugar de reuniones y actividades grupales). En esa calle suelen jugar las/es niñas/es acompañadas/es de los animales de las familias: perros, gallinas, gansos, gatos. Quienes transitan por allí pueden ser observadas/es desde las casas donde las/es vecinas/es, que están en sus patios (suele haber un espacio abierto delante de la vivienda), nos saludan. Por lo general, mientras una camina por allí puede escuchar la música a alto volumen que sale de algunas de la casas. Aunque es una calle contemplada dentro de la numeración de la ciudad, es la 700, en la misma no circulan autos. Tal vez el vehículo de alguno de los pocos vecinos que tiene uno y lo conduce para entrarlo hasta su vivienda. Es una calle que no tiene salida, termina en la casa de una de las familias. Ingresar al barrio por la calle 700 implica atravesar un espacio intensamente transitado por sus habitantes. Especialmente es un camino de entrada al barrio, un ?pasillo?, como nos dijo una de las mujeres. Significativamente este trayecto es vivido de una manera diferencial al resto de las calles que rodean el barrio. La misma es un trayecto de ingreso al barrio, la entrada principal. Esta se conecta a caminos secundarios desde los cuales se puede acceder a las casas que están por detrás. Estos caminos permiten comunicar viviendas que únicamente tendrían acceso por las calles que circundan el barrio (dicho de otra manera ?dando vuelta la manzana?). Esta ?calle-pasillo? facilita la comunicación y circulación de las/es integrantes del barrio. Al moverse por estos caminos se hace difícil distinguir los espacios que una llamaría privados y públicos, sobre todo para quienes vivimos en barrios donde esos límites están fuertemente demarcados. Los patios de las viviendas son parte de estos caminos, por lo cual estos trayectos internos los recorremos acompañadas por gente del barrio o habilitadas por la confianza de años de conocernos. En una entrevista2, una de las mujeres nos cuenta sobre su vivienda, nos explica que en el último tiempo consiguió ampliar su terreno comprando otro lindante al de ella. De esta manera, nos detalló, su terreno ?ahora? tiene una salida ?a la calle?. Llamativamente cuando una se detiene a observar el espacio donde vive junto a su familia, es posible contemplar que el terreno original (antes de ampliarlo) tenía salida a la calle 700, la calle de tierra que describimos renglones arriba. Por la forma en que nos relata la nueva adquisición resulta significativo considerar que recién ahora, con salida a la calle 699, ella considera tener una salida a ?la calle?. Esta última fue asfaltada hace unos años junto a otras que rodean el barrio, significativamente la ?calle-pasillo?, la 700, permaneció de tierra.Las actividades que acontecen en esta calle son diversas pero por lo general podemos referir a este lugar como de encuentro de vecinas/es que llegan, salen, permanecen en la misma. La idea de pasillo, en el sentido de lugar de tránsito interno, que aparece en algunas de las conversaciones se complementa con una serie de observaciones que muestran a la misma como una especie de ?patio común?, en especial, ?donde los chicos juegan?. En reiteradas oportunidades pudimos corroborar que las/es adultas/es que están en sus patios delanteros o puertas de entrada, mientras están ocupados en alguna tarea, permanecen atentas/es a lo que sucede en esa calle. Esto es notable en relación al cuidado de las/es niñas/es. Las/es adultas/es observan-cuidan a las/es pequeñas/es que comparten este espacio abierto, jugando, corriendo, acompañando a quien va transitándolo. El inicio de la ?calle-pasillo?, es decir, el espacio que conforma la esquina de la 700 y la A, suele estar habitada de niñas/es y jóvenes. Desde esa esquina se observa la plaza que está afuera de los límites de las manzanas que conforman el barrio, para llegar se debe cruzar una calle. En un par de oportunidades pude comprobar que esas jovencitas estaban conversando entre ellas pero no era casual el lugar que habían elegido para hacerlo, al mismo tiempo observaban a sus hermanas/es, primas/es más pequeños que corrían por la vereda y cruzaban por momentos a la plaza. Desde esa esquina de 700 y A, podían observar-cuidar además de compartir con otras jóvenes. La 700 es una calle del trazado urbano pero en el barrio es un espacio cotidiano donde trascurren actividades que poco tienen que ver con la circulación de vehículos. En una oportunidad, en el contexto de un conflicto de una de las familias con un joven de otro barrio, este último rompió el vidrio del auto de uno de nuestros compañeros del equipo de extensión mientras se estaba llevando adelante una de las actividades en el salón comunitario. Por lo general, los autos quedan estacionados en las calles que circundan las manzanas del barrio. A la semana siguiente algunos de los vecinos nos sugirieron que para evitar una situación similar, en el caso de que este joven regresara, ?entráramos? el auto al barrio es decir estacionáramos en la ?calle-pasillo?. Esto fue algo que no pudimos hacer, entrar por allí nos generaba incomodidad y una sensación de ruptura de lo cotidiano. Preferimos no ingresar el auto. Gracioso resulta observar que de haberlo entrado hubiera resultado difícil sacarlo. Esta es una calle sin salida, como dijimos termina en la casa de una familia. Cabe destacar la propuesta de ?entrar? al barrio, que nos hicieron las/es vecinas/es ante aquel conflicto, para proteger el auto, para protegernos a nosotras/es de un ataque. La ?calle-pasillo? adquiría nuevamente una función de cuidado, como nos aseguraron, allí ?no le pasará nada? al auto. En el caso de que la agresión se repitiese, algo sería diferente estando el auto ?adentro?. El agresor debería ?entrar? al barrio, ante la mirada de las/es habitantes de las viviendas que lindan esa calle y avanzar por un camino sin salida. La adscripción étnica es señalada como aspecto que da especificidad al barrio y a quienes habitan allí. Muchas/es de ellas/es vivieron en comunidades qom en Chaco, Rosario, Bernal, Derqui y entienden también a este barrio como comunidad indígena. En la actualidad, las/es vecinas/es se refieren en mayor medida a su barrio como ?Las Quintas? demarcando las dos manzanas a las que venimos haciendo referencia. En realidad, geográficamente el barrio Las Quintas es más amplio y supera ampliamente esas dos manzanas; sin embargo la adscripción étnica genera un recorte espacial y simbólico (en términos identitarios) que redefine el área más amplia que conforma el barrio Las Quintas. Reconocerse qom o vinculado a la historia de ese pueblo, las trayectorias migratorias, las historias de vida compartidas, los vínculos familiares, funcionan como límites simbólicos que se materializan en la determinación de una serie de calles como circundantes de un espacio ?propio?. Este barrio es un lugar de llegada luego de un recorrido por diversas provincias, ciudades y barrios. En varias oportunidades, nos han contado que en una de las cuadras que funciona como circunvalación se vendieron gran parte de los terrenos a familias no chaqueñas, las cuales no son reconocidas dentro del ?todos nosotros?, aunque estén ocupando las viviendas que sí solían ser consideradas parte del barrio cuando las habitaban familiares chaqueños. La configuración espacial del barrio se amolda a las historias compartidas y a las pertenencias comunes. Aparece en las conversaciones una distinción entre un nosotros ?provincianos? y un afuera ?criollos?, en una forma de identificación que mixtura la pertenencia qom y el origen chaqueño. Amanda cuenta que ?En la cooperativa yo digo soy toba, vengo del norte y soy toba?. La pertenencia qom se enuncia con mayor fuerza al momento de presentarse frente a ?los de afuera?.Por lo tanto, venir del Chaco, ser ?provinciano? y qom genera una distinción frente a los ?criollos?. En el censo realizado contestaron sentirse protegidos dentro del barrio. Al pedir que se explayen refieren a que en el barrio ?todos se conocen? y dicen estar ?alertas por si entra alguien que no es del barrio?. Sandra explica al respecto que ?todos nos conocemos. Sé que si pasa algo con alguien de afuera van a tratar de socorrer?. Cuando preguntamos sobre quienes serían ?los de afuera? ella nos aclara los ?criollos?. La referencia a ?los criollos? aparece en las expresiones de varias/es vecinas/es, parece ser una forma de referir a personas que no son del barrio, no son qom. Aunque Sandra dijo encontrarse ?tranquila? en el barrio, en el último tiempo se sintió preocupada por sus hijas/es pequeñas/es. Nos cuenta que hace un tiempo ?quisieron entrar?, se refería a entrar al barrio, por un conflicto con un joven de una de las familias. Nos cuenta que algunas veces han entrado, esto implica que gente que no es del barrio ingresa por la calle 700: ?Se meten, por ahí buscan pegar, buscan a alguien?mucho tiene que ver el alcohol.? Ella nos cuenta que en ?esa calle juegan los chicos? y por eso ahora le asusta que estén allí, por si quieren volver a entrar. Preguntamos qué hacen en el barrio cuando pasa esto, ante lo cual Sandra cuenta que ?salen los hombres y tratan de apaciguar?. Ante esta situación la respuesta es comunitaria, más allá de que el conflicto sea puntual con algún integrante o familia, el barrio interviene para restablecer la ?tranquilidad?, ?apaciguar? en palabras de Sandra. Como escuchamos a Sandra en su preocupación ante el ingreso de personas ?de afuera?, también otras/es vecinas/es compartieron la misma inquietud. En varias oportunidades nos describieron que ?el barrio es tranquilo, los vecinos también?, ?Nos conocemos todos?; ?Somos todos provincianos?. Pareciera que, como en el relato de Sandra, el conflicto que genera más preocupación es el que ?entra? de afuera. Nos cuentan que a veces hay pibes de otros barrios que ?quieren meterse a robar?. Este tipo de conflictos asociados a ?los robos?, que se ?te metan? en tu casa, o las agresiones físicas, encuentran sanción al interior del barrio: ?respetamos el barrio? ?hay códigos?, entre otras cosas esto implica no molestar a la gente del barrio, explica Luciano: ?Cada uno con su familia nos respetamos?. Sin embargo, cuando algo sucede y se genera tensión, el viaje es una forma de cuidar a un miembro de la familia. Cuando un conflicto atraviesa a un familiar, sus allegados consideran que debe apartarse por un tiempo se lo envía al Chaco, a vivir un tiempo con parientes de la provincia. Esto apacigua, distiende el conflicto, lo que permite cuidar a la persona que fue enviada al Chaco como al resto de los integrantes del barrio con los cuales la tensión se ha generado. En el barrio, sus habitantes, construyen cuidados a partir del establecimiento de límites materiales y simbólicos que contienen un ?nosotros?, un afuera/adentro, una identidad como provinciano, chaqueño. La ?calle-pasillo? es un engranaje clave en esta forma de cuidado comunitario. Quienes la transitan están siendo observadas/es por familiares directos o vecinas/es. Al mismo tiempo, a través de esta acceden a distintos caminos que les permite comunicarse, ?socorrerse? con mayor facilidad; en especial cuando alguien ?de afuera? ingresa al barrio. En este barrio de la ciudad de La Plata, lo provinciano, lo qom-toba, lo comunitario es construido a partir de estas claves identitarias que contienen al grupo, les permite sentirse ?tranquilos?, saber que ante algún inconveniente ?alguien saldrá a socorrer?.Desde la economía feminista, retomo la propuesta de ?la sostenibilidad de la vida en el centro?, ?del cuidado de la vida?, ?del mantenimiento de la vida? (Carrasco Bengoa, 2016; Pérez Orozco, 2015). Desde esta perspectiva, observé las modalidades de cuidado que se apoyaron en la indagación de las tramas familiares, migratorias y comunitarias. Prácticas que exponen la voluntad colectiva de sostener ?vidas dignas de ser vividas? batallando cotidianamente con la pobreza estructural que las atraviesa.Hace varios años que en la cátedra en la cual soy docente compartimos con las/es estudiantes un capítulo de Edmund Leach, con el fin de conversar sobre la construcción simbólica de los límites temporales y espaciales. El autor subraya que todo proceso de fragmentar el mundo exterior en categoría de nombres, y después organizar las categorías para adaptarlas a nuestra conveniencia social, depende del hecho de que, nuestra capacidad de modificar el medio ambiente exterior es muy limitada, tenemos una capacidad virtualmente sin límites de jugar con la versión interiorizada del medio ambiente que llevamos en nuestras cabezas (Leach, 1978, p.49).En este sentido, este barrio es más que un espacio físico, es un espacio social material y simbólico, construido y compartido colectivamente. Como tal, las tramas y límites que lo configuran se tensan y reacomodan. Algunos conflictos generan rupturas y divisiones entre sus habitantes pero, también estos, suelen ser abordados desde el sentirse un barrio de ?provincianos?; ?vecinos?, ?gente del barrio?, ?familia?. Adentro/afuera, provinciano/criollo, calle/pasillo, cuidado/peligro...límites establecidos para cuidar un nosotras/es comunitario.BibliografíaCarrasco Bengoa, C. (2016). Sostenibilidad de la vida y ceguera patriarcal. Una reflexión necesaria. Atlánticas. Revista Internacional de Estudios Feministas, 1(1),34-57. Leach, E. (1978). Cultura y comunicación: la lógica de la conexión de los símbolos. Cap. 7, pp. 45- 49. Madrid: Siglo XXI.Pérez Orozco, A. (2015). La sostenibilidad de la vida en el centro...¿y eso qué significa?. Recuperado en (PDF) La sostenibilidad de la vida en el centro... ¿y eso qué significa? (researchgate.net)