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Desde 2003 desarrollamos investigaciones arqueológicas en el valle inferior del no Manso y su afluente Foyel (suroeste de la provincia de Río Negro) donde hemos ubicado veintidós sitios con arte rupestre. Realizamos su relevamiento completo, el análisis técnico y estiiístico de los motivos y su interpretación en el marco de los objetivos del proyecto que busca conocer las características de la ocupación humana del ambiente boscoso cordillerano. De este modo hemos creado un cuerpo de información relevante a los intereses científicos que todo equipo de investigación arqueológica se propone cumplimentar. Pero, en la definición de los objetivos de investigación interviene otra dimensión de las manifestaciones rupestres que hemos tomado en cuenta desde el inicio, que es la patrimonial. No son sólo sitios arqueológicos que remiten al pasado regional, sino que están instalados en este presente donde los arqueólogos son un colectivo más entre tantos otros que tienen distintas visiones de esas materialidades que nosotros consideramos patrimonio y que proponemos conservar, cuidar, proteger. Algunas de las preguntas que nos hemos planteado son: testas intenciones son compartidas por todos los grupos o individuos que tienen algún tipo de interés en los sitios? ¿cuáles son las interpretaciones, vivencias, intereses que cada uno de ellos despliega frente a los sitios? Plantear estas y otras preguntas nos ha servido para escuchar las voces de las diferentes personas que se relacionan con ese patrimonio y estar atentos a los cambios que se fueron produciendo a partir de nuestro trabajo en el área. Entre estas personas se incluyen los pobladores locales cuyas actitudes hacia estos sitios varían desde una ligera indiferencia a un profundo interés por su valor como patrimonio cultural y/o como una fuente potencial de ingresos, dos actitudes que abarcan un amplio abanico de posibilidades. Las amplias y complejas temáticas que subyacen a los usos que se les da a los sitios con arte rupestre en distintos contextos no pueden abordarse sin mantener un diálogo fluido entre comunidades locales y arqueólogos, diálogo que colabora a la hora de diseñar planes de manejo de los sitios con arte rupestre, que induyan tareas de conservación y apertura al uso público. Acá presentaremos el proceso que siguió este intercambio y las transformaciones a las que dio pié, destacando la experiencia que tuvimos en dos de los sitios de la región, en el que la activación del patrimonio resultó en dos modos de apropiación completamente diferentes.

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