La infancia también es un abismo

NOELIA BILLI

Buenos Aires

Jornada; VI Jornadas Internacionales Nietzsche y II Jornadas Internacionales Derrida; 2012

Miembros del PIIP-CONICET 2056, Miembros del UBACYT F 193, maestría en Estudios Interdisciplinarios de la subjetividad (FFyL, UBA), Sociedad Iberoamericana Nietzsche.

El pensamiento occidental ha encontrado en la figura de la infancia un operador privilegiado que habilita la postulación de cierto estado de ´anterioridad´, ligada a la pureza. Desde el propio nombre, la infancia parece hacer alusión a esa falta radical de habla que identificamos con el comienzo, el nacimiento, y luego con la inocencia, la indiferenciación genérica, idiomática. Asociada así con el concepto de origen (como inicio prístino e inmaculado, o bien como estado de indiferenciación), la infancia ha podido ser a la vez aquello que debe preceder a los sistemas de signos vigentes (a los lenguajes y a los códigos) y lo que irremediablemente debe morir cuando estos se instalan y funcionan. Inspirada en ciertas notas del tratamiento nietzscheano del niño, en esta comunicación quisiera referirme a un modo de concebir la infancia que desplaza e interrumpe este ´funcionamiento´ tan bien aceitado en nuestra tradición. Siguiendo a M. Blanchot, quien juega con la figura del infante cuya muerte no es condición de posibilidad de la persona viva sino una dimensión impersonal irrevocable en esta que atraviesa lo viviente, voy a plantear que hay un cierto modo de la infancia que instala la fragmentariedad como modo general de la existencia. A partir de ello, espero aproximarme a una noción de cuerpo y arte (enlazados a la noción de escritura) que resulte fructífera para un pensamiento de lo impersonal como modo de habitar el presente biopolítico.