INVESTIGADORES
GALLEGO Julian Alejandro
libros
Título:
La democracia en tiempos de tragedia. Asamblea ateniense y subjetividad política
Autor/es:
JULIÁN GALLEGO
Editorial:
Miño y Dávila Editores/Universidad de Buenos Aires
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2003 p. 616
ISSN:
84-95294-41-9
Resumen:
Este libro se propone realizar un análisis histórico de la política a través del vital recorrido de la democracia ateniense durante la segunda mitad del siglo V a.C., considerando a la asamblea como el poder que toma en sus manos la producción de política y postulando que la conformación de un sujeto político se opera en torno al eje de la decisión colectiva a partir del vínculo entre las prácticas de la soberanía popular y las formas de pensamiento político. Se trata pues de establecer la relación de una política con su pensamiento, esto es, el modo bajo el cual una experiencia política se piensa a sí misma a través de diferentes reflexiones y formaciones discursivas. Entre ambos órdenes hay ligaduras que son evidentes y otras no tanto. Una de estas conexiones corresponde a los vínculos entre política y literatura. Pero, ¿de qué política y de qué literatura se trata? La producción política que vamos a considerar consiste en aquella que depende de la conformación de un sujeto político. La situación ateniense presenta elementos singulares al respecto. Hacia mediados del siglo V, los ciudadanos habían asumido de lleno que la comunidad debía tener un protagonismo sin restricciones de ningún tipo. La asamblea como reunión efectiva de la comunidad se convirtió entonces en el poder principal. La configuración del sujeto político se tramará bajo estas condiciones, pues la asunción de la soberanía efectiva de la asamblea implicará la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos para participar de las decisiones de la comunidad. Es justamente en relación con el problema de la decisión que un sujeto político puede advenir, y es también a partir de ella que esta ocurrencia puede ser pensada. La producción discursiva que analizaremos se organiza en una serie de géneros literarios que poseen sus propios momentos de producción y circulación, es decir, se encuentran históricamente situados. La principal conexión entre la literatura y el medio social ateniense es de tipo político. Los discursos son en este sentido diferentes modos de pensamiento de la experiencia democrática. Claro está, el balance que las obras literarias elaboran se desarrolla a múltiples niveles, pues la práctica política no es unívoca y unicausal. Nuestro recorte gira en torno a la asamblea, la decisión y el sujeto político, concibiendo a los discursos como formas de pensamiento de la disposición que adquieren estos tres componentes en su articulación recíproca. En el campo así delimitado abordamos el nacimiento de la democracia ateniense y el despliegue de sus efectos. La disposición de un sujeto colectivo en la asamblea se liga justamente a este acontecimiento, dado que actúa como el operador práctico de su ocurrencia. En función de esto, el libro se organiza de acuerdo con dos ejes centrales. El primero consiste en articular la producción política de la asamblea con los géneros discursivos contemporáneos. Así, los diferentes elementos analizados en relación con la asamblea son luego retomados a partir de la manera en que son tratados por cada discurso, según los aspectos sobre los que versan sus respectivos balances de la política del dêmos. En cuanto al segundo eje, se trata del advenimiento de la democracia abordado en su singularidad histórica y según el tratamiento que recibe en las producciones literarias. De acuerdo con esto, la secuencia de la exposición se organiza entonces a partir del acontecimiento de la democracia, tras lo cual se analiza el procedimiento y el papel político de la asamblea en tanto efecto de dicho acontecimiento, secuencia que se reitera en las tres partes en que se divide este estudio. Por cierto, la práctica política de la asamblea no surge con Efialtes, pero es a partir de sus reformas que la política democrática cobra una dimensión sin precedentes: el pueblo por medio de su actuación en la asamblea emerge como cuerpo político que toma en sus manos la producción de decisiones. A lo largo de la segunda mitad del siglo V, éste será un elemento insoslayable. Pero esta presencia política del pueblo no significa consenso o unidad. En rigor, el modo de ser de ?de hacer? la política democrática en la asamblea es el de la división, eso que los griegos habían identificado con la idea de stásis. La decisión política como proceso de subjetivación de la comunidad de ciudadanos tiene como punto de partida no la unidad sino la escisión de la voluntad cívica, no la síntesis sino la lucha de contrarios. De allí el debate, pues ante la irremediable presencia de la división, lo que la asamblea permite es la articulación de un procedimiento práctico que torna posible un movimiento productivo de la escisión y no un desgarramiento fatal del cuerpo político. La identidad del pueblo, la comunidad como conjunto unitario, es sólo un efecto segundo de la división, una consecuencia ulterior que proviene de la fijación de una decisión. Tal resultado es producto de una lucha que queda momentáneamente zanjada con la votación por mayoría, que concluye con el proceso de toma de decisión. Es sólo a posteriori que sobre la división se instala la unidad. La configuración de la comunidad como sujeto político a partir del accionar de la asamblea implica entonces tres momentos: el uso del lenguaje bajo la forma del debate de enunciados, que es el modo bajo el cual se presenta la comunidad escindida; la decisión mediante la votación por mayoría a favor de una de las disyuntivas propuestas en la confrontación dialéctica, que es un segundo modo de la escisión; la reconfiguración de la comunidad como entidad unitaria bajo la idea genérica de pueblo, que es la forma en que se efectúa la decisión como proceso de subjetivación colectiva. En torno a estos ejes se disponen las tramas de los géneros discursivos y su capacidad para pensar la política democrática. Los discursos histórico, sofístico y trágico, tomados en función del problema de la emergencia de la democracia y sus efectos durante la segunda mitad del siglo V, son considerados como tres formas que trazan un balance de la experiencia política ateniense. Desde nuestra perspectiva, lo que recorre a dichos discursos y permite articularlos con la actuación de la asamblea es una serie de problemas tales como la identidad, el compromiso y la acción concreta (historia), el lenguaje, la ley y la verdad (sofística), la decisión, la justicia y la responsabilidad (tragedia). La elección de los discursos histórico, sofístico y trágico está, pues, en correspondencia con los tres momentos constitutivos de la subjetividad política de la comunidad de ciudadanos atenienses. A partir del recorrido propuesto pensamos la conformación del sujeto político como un encuentro entre las prácticas y las discursividades políticas de la Atenas de la segunda mitad del siglo V. Esto entraña un análisis concreto de una situación concreta. Pero no siempre ello es posible, es decir, no toda situación es política. De esto se sigue que el sujeto político es raro, en el sentido de que no siempre hay un advenimiento revolucionario y no siempre se configura un procedimiento de decisión con capacidad para seguir produciendo efectos innovadores ligados a la radicalidad del acontecimiento. Desde nuestra perspectiva, hay política cuando un cuerpo colectivo, sea el que fuere y adopte las formas que adoptare, establece un procedimiento para trabajar sobre la división que lo constituye. Por ende, el sujeto político depende de un procedimiento genérico, que en la situación de la asamblea ateniense implica el debate, la votación y la responsabilidad de la decisión política. El acontecimiento de las reformas asociadas al nombre de Efialtes se articula así con el procedimiento de la asamblea, operador práctico eficaz que hasta el momento de su agotamiento en la última década del siglo V se mantendrá fiel a los principios radicales habilitados por el acontecimiento. A lo largo de este libro buscaremos, justamente, establecer de qué modo, más allá de su impronta institucional, la asamblea ateniense se constituyó en sujeto político, vinculándose con ciertos discursos a partir de una relación inmanente ?es decir, no expresiva, ni representativa? de pensamiento.