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La biología molecular, es decir el estudio de las bases moleculares de la información genética, su decodificación y su relación con el metabolismo celular, es una disciplina reciente. Basándose en la teoría kuhniana sobre el desarrollo de la ciencia, su aparición sería el resultado de una crisis en la bioquímica y la genética, que por sí solas no podían explicar los mecanismos moleculares de la herencia. En ese sentido, la "revolución" que esta disciplina produjo fue la demostración de que el ADN es la molécula portadora de información hereditaria, de sus mecanismos de duplicación y transmisión a células hijas y su decodificación a proteínas, con las consecuentes implicancias en los más diversos procesos metabólicos. En los últimos años, la biología molecular no sólo ha dado respuestas a preguntas básicas en varias disciplinas de la biología, sino que ha introducido innumerables avances tecnológicos en el campo de la medicina, la agricultura y la ganadería. Por esto último y, especialmente por el impacto que tiene en la sociedad la idea de modificar genéticamente individuos o de crear clones es que, con todos sus defectos y virtudes, la biología molecular se ha ganado la atención del público y casi ha desplazado a la física como disciplina más "famosa". Es por ello, y no por ningún factor inherente a su contenido, que tanto el estatus epistemológico como la idea de progreso de la biología molecular, se han vuelto un problema que interesa resolver. El presente trabajo no tratará de demostrar el estatus de la biología molecular, simplemente analizará si hay progreso en el gran volumen de nueva información introducida por esta disciplina desde su verdadero inicio en el año 1953. Se estudiarán para ello las concepciones de tres grande epistemólogos, Karl Popper, Imre Lakatos y Thomas Kuhn, con respecto al progreso científico y su relación con la biología molecular.

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