Espejismos laborales detrás de un gigante productivo: precarización del trabajo juvenil en el sector de software y servicios informáticos

ADAMINI MARINA

Juventudes, democracia y crisis. Pandemia, post-pandemia y después

Grupo Editor Universitario

Lugar: Buenos Aires; Año: 2023; p. 111 - 122

El sector de software y servicios informáticos (SSI) ha atravesado un pujante crecimiento productivo en los últimos años, incrementando considerablemente la cantidad de empresas, exportaciones y empleados, convirtiéndose en un sector estratégico de la economía nacional. Incluso en el marco de la pandemia por Coronavirus, cuando el resto de los sectores se retrajo, incrementó su producción y empleo, aprovechando la intensificación del uso de medios informáticos en el mundo de la vida y productivo como consecuencia de las medidas de aislamiento social aplicadas en 2020 y 2021. A pesar de ello, este virtuosismo productivo y comercial no se refleja de forma homogénea en las condiciones laborales de los trabajadores informáticos. Si bien, resulta difundida públicamente una imagen idealizada del trabajo en el sector, asociada a su pleno empleo, demanda constante, ingresos en dólares, oficinas lúdicas y trabajo freelance, no todos los trabajadores informáticos lo experimentan. Sino que sólo aquellos que cuentan con una vasta experiencia laboral, competencias bilingües, y manejo de lenguajes de programación demandados en el mercado sectorial nacional e internacional. Quedan por fuera una amplia mayoría, representada, entre otros, por los jóvenes que recién se inician, ocupados en los escalafones más bajos de la industria como testers y programadores, los llamados “obreros de bits”. Muchos de ellos acceden a estos puestos a partir de capacitaciones breves ofrecidas por políticas públicas de formación laboral y por las propias empresas, atraídos por la posibilidad de acceder a un empleo de calidad en empresas de la industria del conocimiento asociadas al comercio internacional. Sin embargo, y a pesar de la condición registrada de la mayoría de estos empleos juveniles (que se combinan con otras formas laborales como pasantías y prácticas de entrenamiento), sus condiciones de trabajo se encuentran desprotegidas y desregularizadas ante la ausencia de un Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) que las regule. Son las empresas las que definen de forma unilateral las formas de trabajo y remuneración, con criterios discrecionales basados en su evaluación del desenvolvimiento laboral de los trabajadores. Resulta una práctica cotidiana en el sector de SSI el desarrollo de negociaciones personalizadas entre el trabajador y su empleador para definir incrementos salariales, lo cual puede beneficiar a aquellos informáticos más experimentados y demandados en el mercado, pero que perjudica a los jóvenes que recién se inician en el sector, que ocupan los puestos laborales menos calificados, y carecen de las herramientas de negociación necesarias. En este marco de individualización laboral, en una misma empresa puede haber informáticos realizando la misma tarea por remuneraciones disímiles, y con salarios congelados durante largos periodos. Lo cual se ve condicionado también por las prácticas antisindicales de las empresas informáticas que desalientan y hasta prohíben el desarrollo de acciones gremiales en los lugares de trabajo. En resumen, y como contracara de la pujanza productiva de la industria del software, los jóvenes que se insertan en ella, capacitados en breves cursos de formación, ocupan los escalafones más bajos del sector, en un marco laboral desregularizado, con una débil aplicación de sus derechos colectivos como trabajadores. Esta situación de precarización juvenil resulta un reflejo de la experiencia compartida por la juventud en su ingreso al mundo del trabajo, afectados por la desprotección laboral, en su condición de variable de ajuste en la reducción de costos laborales, que en este artículo buscamos mostrar cómo se da incluso en sectores como el de software y servicios informáticos caracterizados por la bonanza productiva y comercial.