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Me interesa, en este trabajo, tomar como eje el año 1968, específicamente los aportes intelectuales de los miembros de la Revista Tel Quel en el acontecimiento del mayo francés de ese año (extraordinaria revuelta estudiantil que puso en vilo al gobierno de Charles De Gaulle), con la voluntad de indagar en la insistencia actual por ciertas categorías supuestamente difuntas del posestructuralismo: el autor y la obra. En los últimos años, la vuelta a escena del sujeto, el surgimiento de una nueva tendencia por la asunción del yo, por contar las vidas reales con la voz testimonial del protagonista que hace oscilar más de una vez el orden de la ficción impone estos interrogantes: ¿qué se lee hoy en una lectura de autor? ¿Dónde leer el aparente retorno del sujeto? Biografías, autobiografías, diarios íntimos, confesiones dan cuenta de esa obsesión del escritor de dejar huellas, rastros e inscripciones y de poner énfasis en su singularidad. La autoficción es una de las formas que se desprenden de la ampliación de este espacio en el que se articulan también otras tecnologías de la presencia identificadas con el predominio de lo vivencial, lo testimonial y la presencia de un yo certificado. Para ejemplificar la presencia de la voz, la figura y el mundo particular del autor en los textos, me serviré, específicamente de la lectura de autor sobre el ciclo de autoficciones (El río del tiempo) de Fernando Vallejo que desarrollo en mi proyecto de investigación.

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