INVESTIGADORES
LEON Denise
congresos y reuniones científicas
Título:
“El ghetto. Sobre la escritura de Tamara Kamenszain”.
Autor/es:
DENISE LEÓN
Lugar:
La Plata
Reunión:
Congreso; VI Congreso Internacional Orbis Tertius de Teoría y Crítica Literaria. Las tradiciones críticas; 2006
Institución organizadora:
Universidad Nacional de la Plata
Resumen:
El relato de una vida se despliega obligadamente en el tiempo, pero también se encuentran situados en un espacio, en una geografía, en un escenario donde los cuerpos se dibujan. Es imposible articular los recuerdos, las experiencias, sin los lugares en los que fueron vividos. El espacio físico se transforma así en espacio biográfico. Hay lugares protegidos para recordar, y desde donde recordar, sitios privilegiados en los que se elige inscribir los recuerdos. Estos lugares de la memoria generalmente se encuentran fuera del alcance del sujeto que recuerda, ya sea porque están alejados en el tiempo o en el espacio, o porque el tiempo los ha transformado hasta dejarlos irreconocibles.      La forma más frecuente que adopta este espacio para el recuerdo es la casa familiar. Refugio de la memoria, escenario natural de la novela familiar, la casa natal no es simplemente un lugar físico sino también un espacio virtual o retórico. Lugar de origen, hogar, refugio, morada, amparo, nido, cuna, la casa puede ser pensada como el espacio emblemático de la interioridad, protegida y alejada del mundo exterior.      En su Poética del espacio Gastón Bachelard estudia y describe ese universo de sentidos que conforma la casa ya que es allí donde se inscribe en nosotros la jerarquía de las funciones del habitar. La casa natal está físicamente inscripta en el sujeto, con sus espacios de calidez y de sombra, con sus escondites solitarios y sus lugares de sociabilidad. Según este filósofo, existe para cada uno de nosotros una casa onírica, una casa del recuerdo- sueño, perdida en la sombra de un más allá del pasado verdadero. La vieja expresión “transportamos allí nuestros dioses lares” tiene mil variantes, afirma Bachelard, en el sentido de que transportamos con nosotros las diversas moradas en las que hemos habitado y que guardan los tesoros de los días antiguos: la infancia inmóvil, el mundo feliz, la sensación de protección.       En la escritura de la poeta y ensayista argentina Tamara Kamenszain la casa familiar funciona como un centro de relatos y leyendas. Tanto en su poesía como sus ensayos críticos, no pueden dejar de oírse como ecos los rumores del universo familiar y doméstico con sus míticas genealogías. Desde los títulos de sus libros, mas obvios como La casa grande (1986) y Vida de living, (1991), o más sutiles como De este lado del Mediterráneo (1973), Tango Bar (1998) o El ghetto (2003), la poesía de Kamenszain remite a distintos espacios relacionados con la casa natal. A veces, señala Bachelard, la casa, crece, se extiende y para habitarla se necesita una mayor elasticidad.       Ahora bien, si es cierto que la casa repite el primer gesto humano de manifestación de poder ante la naturaleza, recortar una parcela de la continuidad e infinitud del espacio y configurar un sentido, en la escritura de Kamenszain, este gesto evoca tanto la cadena asociativa del refugio, como la del encierro y la finitud. En palabras de Bachelard, la casa es celda y es mundo. Podemos extender esta afirmación  al modo en que la tradición judía funciona en la textualidad de Kamenszain: la tradición es una casa, un hogar que alberga y al mismo tiempo sofoca y encierra. La tradición  funciona como un nexo que le permite reivindicar el hilo de la memoria, y al mismo tiempo como una especie de ghetto, que constriñe, que separa, y con cuyas murallas la poeta desea romper.