INVESTIGADORES
LEON Denise
artículos
Título:
“Ghetto y poesía. La Pérdida del hogar lingüístico”
Autor/es:
DENISE LEÓN
Revista:
ESPéCULO
Editorial:
Universidad Complutense de Madrid
Referencias:
Lugar: Madrid; Año: 2007 p. 1 - 1
ISSN:
1139-3637
Resumen:
Título de la ponencia: Ghetto y poesía. La pérdida del hogar lingüístico. Nombre: Lic. Denise León Área: Literatura y Sociedad E mail: deniseleon90@gmail.com Lugar de Trabajo: CONICET- Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional de Tucumán.      George Steiner ha reflexionado sobre la literatura contemporánea desde el motivo de la pérdida de un hogar lingüístico. Hasta hace poco, afirma, el escritor había sido casi por definición un ser arraigado a su lengua materna. Un escritor a quien las revoluciones sociales y las guerras expulsan de lengua en lengua, es un símbolo cabal de la era del refugiado. “Ningún otro exilio puede ser más radical, ninguna otra hazaña de adaptación a una nueva vida puede ser más exigente. Nos parece adecuado que los que producen arte en una civilización casi bárbara, que ha despojado de su hogar a tantas personas y arrancado lenguas y gente de cuajo, sean también poetas sin casa y vagabundos atravesando diversas lenguas”.      Resulta interesante confrontar las ideas de Steiner sobre la pérdida de la “casa del lenguaje” con la situación que vivieron los poetas y narradores del Cono Sur, al enfrentarse a la paradoja de tener que trabajar con la misma lengua que durante las dictaduras militares de la década de 1970 se usaba para justificar el asesinato, nombraba para hacer desaparecer y establecía un silencio ominoso sobre aquello cuya existencia negaba.  El lenguaje de una comunidad se encuentra comprometido en las relaciones de exterminio y silencio pues ellas lo contaminan: no hay lenguaje inocente.     Si bien la tentación de escribir en “la lengua propia” sea el “único regreso del exilio que uno nunca consigue desterrar del todo de sus sueños” (Hannah Arendt, 2004: 9), la poesía y la narrativa escritas en América del Sur se vieron obligadas a hacer literatura en el seno de una sociedad que sostenía esta lengua culpable. Trabajar con esa lengua desgarrada, corroída, cuya capacidad enunciativa misma se encontraba en cuestión[1], supuso encontrar los modos, muchas veces no referenciales, de resistir, de construir una casa con palabras donde habitar volviera a ser posible [1] En La escritura o la vida, Jorge Semprún afirma: “Sin embargo, me asalta una duda acerca de la posibilidad de contar. No es que la experiencia vivida sea inexpresable. Fue, invivible, lo que es algo muy diferente, como se comprende con facilidad. Fue algo que no tienen que ver con la forma de un relato posible, sino con su sustancia. No con su articulación sino con su densidad. Sólo llegarán hasta esa sustancia, hasta esa densidad transparente, quienes sepan hacer del testimonio un objeto artístico” (2004:25).