Modernidad y sujeto en las Cartas a Sofía de Rousseau

SOLEDAD MARTÍNEZ ZUCCARDI

Resistencia

Jornada; IV Jornadas Nacionales de Historia Moderna y Contemporánea; 2004

Departamento de Historia. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional del Nordeste

Entre otros, uno de los aspectos que interesa en el estudio de las cartas es la imagen de sí que quien las escribe insiste en presentar. Desde esta perspectiva, el trabajo se propone analizar el modo en que Rousseau se muestra a sí mismo en las Cartas a Sofía y aspira a vincular tal construcción con los rasgos del sujeto moderno, cuya figura se torna central durante el siglo XVIII, período en el que, para autores como Nicolás Casullo, se fundan de manera definitiva las representaciones y los relatos que estructuran la modernidad. El volumen epistolar que se examina recoge la correspondencia sentimental y filosófica cruzada entre Jean-Jacques Rousseau y la condesa Sofía d’Houdetot. El análisis se detiene en primer lugar en la vinculación de ambos tipos de correspondencia con la modalidad de la carta pública y de la carta privada para advertir ciertos matices en la presentación de sí que el autor traza. Así, las epístolas filosóficas, más conocidas como “cartas morales”, revelan un Rousseau consciente de su propia imagen y preocupado por el modo en que sería recordado, mientras que en la correspondencia privada esta preocupación cede, para permitir la emergencia de un hombre celoso, ensimismado, contradictorio, y que cultiva relaciones conflictivas con su círculo social e intelectual. En efecto, las cartas personales dan cuenta de los avatares de su amistad con la misma Sofía y con Madame d’Épinay, así como con figuras emblemáticas de la república de las letras francesa de la segunda mitad del siglo XVIII, como Denis Diderot, Melchor Grimm y el marqués de Saint Lambert, hasta la ruptura final del lazo amistoso que lo ligaba a ellos. Las cartas morales ilustran en cambio acerca de su ruptura filosófica con estos tres pensadores vinculados al proyecto de la enciclopedia, de cuyo saber erudito Rousseau reniega. Una vez establecidas estas precisiones, el trabajo muestra que, en definitiva, tanto en la correspondencia sentimental como en la filosófica, aunque de modos distintos, Rousseau va dibujando los trazos de su propia imagen. En ella se leen los interrogantes, la insatisfacción, la soledad y, sobre todo, la conciencia crítica y los conflictos del hombre moderno.