"El orden de los signos"

ABDO FEREZ, CECILIA

VALPARAÍSO

Otro; "MALDITO SEA DE DÍA, MALDITO SEA DE NOCHE". ENTRE LA TOLERANCIA Y LA LIBERTAD POLÍTICA. COLOQUIO A 360 AÑOS DE LA EXCOMUNIÓN DE BARUCH DE SPINOZA.; 2016

Universidad Playa Grande

¿Tienen las creencias religiosas de una sociedad alguna incidencia sobre su ordenamiento político? ¿Es esa incidencia tan profunda como para determinar, sin más, características del tipo de régimen? Responder de algún modo sí a estas preguntas, dudarlo siquiera, coloca al lector contemporáneo por fuera de la tajante distinción entre religión y política, que quiere adscribirse a la modernidad. La búsqueda de una estricta separación de ámbitos llevó a despreciar la lectura de las partes III y IV de Leviatán, de Thomas Hobbes, por suponerlas un apéndice innecesario de la obra. Pero, como diría John Pocock -en un texto pionero en suscitar la atención en la teología de Hobbes-: si éste hubiese querido tan sólo decir que el gobernante político ostenta el monopolio de la interpretación de las Sagradas Escrituras, la extensión de esas partes -casi igual a la de los libros I y II-, sería innecesaria. El propósito de este texto será reconstruir la lectura que Hobbes propone de la historia judeo-cristiana, sobre todo los desarrollos de los capítulos 35, 38 y 40 de la parte III de Leviatán, e interpretar cómo esa reconstrucción histórica podría engarzarse en las discusiones teológicas que intentaron convertir al cristianismo en una teología política, a la luz de la interpretación crítica de Erik Peterson. Nuestra hipótesis es que Hobbes traza un doble movimiento argumental: por un lado, postula, y por el otro, pone claros límites a la posibilidad de una teología política, si se entendiera por ella un gobierno político cuya legitimidad estaría sustentada en dogmas teológicos.